Sergio Pitol | ||
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Información personal | ||
Nombre en español | Sergio Pitol Deméneghi | |
Nacimiento |
18 de marzo de 1933 Puebla de Zaragoza (México) | |
Fallecimiento |
12 de abril de 2018 Xalapa-Enríquez (México) | (85 años)|
Causa de muerte | Accidente cerebrovascular y afasia aguda | |
Nacionalidad | Mexicana | |
Lengua materna | español | |
Educación | ||
Educado en | Universidad Nacional Autónoma de México | |
Información profesional | ||
Ocupación | Escritor, traductor y diplomático | |
Empleador |
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Lengua literaria | español | |
Obras notables | El arte de la fuga, El desfile del amor, Nocturno de Bujara. | |
Miembro de | Academia Mexicana de la Lengua | |
Distinciones |
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Sergio Pitol Deméneghi (Puebla, 18 de marzo de 1933-Xalapa, 12 de abril de 2018) fue un escritor, traductor y diplomático mexicano.
«Uno es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas.»El arte de la fuga, Sergio Pitol
Sergio Pitol nació el 18 de marzo de 1933 en Puebla, pero desde los cuatro años se trasladó al ingenio veracruzano El Potrero, tras la muerte de su padre. Al poco tiempo, cuando tenía cinco años, su madre murió ahogada en el río Atoyac.[1][2] Huérfano, creció en una casa grande en este pequeño pueblo de menos de tres mil habitantes. Así lo describe él mismo en su discurso elaborado para el Premio Cervantes:[3]
«Un nombre, tan distante a la elegancia: Potrero. Era un ingenio de azúcar rodeado de cañaverales, palmas y gigantescos árboles de mangos, donde se acercaban animales salvajes. Potrero estaba dividido en dos secciones, una de unas quince o diecisiete casas, habitadas por ingleses, americanos y unos cuantos mexicanos. Había un restaurante chino, un club donde las damas jugaban a las cartas un día por semana, una biblioteca de libros ingleses y una cancha de tenis.»
Pasó su infancia rodeado de adultos que expresaban en sus conversaciones una gran nostalgia por el mundo anterior a la Revolución, un mundo destruido del que guardaban recuerdos contradictorios: tan pronto evocaban las virtudes de aquel paraíso perdido como se quejaban por las miserias y calamidades que habían pasado en aquella época. Fueron precisamente esas experiencias las que influyeron notablemente en la creación de sus primeros cuentos, los de Tiempo cercado e Infierno de todos, que no son más que «el resultado de un ejercicio de limpieza, una vía de escape de ese mundo asfixiado, enfermo, con tufo a lugares oscuros, cerrados y aislados«, como él mismo afirmó en una entrevista de 1989.[4]
Durante varios años estuvo enfermo de paludismo, lo que le obligó a recluirse en casa, tiempo que aprovechó para entregarse a la lectura: comenzó con Verne, Stevenson, Dickens, y a los doce años ya había terminado Guerra y paz. A los diecisiete años, ya estaba familiarizado con Marcel Proust, Faulkner, Thomas Mann, Virginia Woolf, Kafka, Neruda, Borges, los poetas del grupo Los Contemporáneos, mexicanos, los de la generación del 27 y los clásicos españoles. Todos los veranos solía ir con su abuela y su hermano a un balneario a tomar aguas minerales, aunque nunca llegó a experimentar una gran mejoría. Fue su abuela una figura importante en su vida, pues además de hacerse cargo de su educación, le sirvió de modelo y referente a la hora de iniciarse en la literatura, ya que pasaba la mayor parte del día leyendo novelas, sobre todo las de Tolstoi, su autor preferido.
A los dieciséis años, llegó a la Ciudad de México para estudiar en la universidad, y encontró su vocación verdadera, su camino hacia la literatura, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, influyéndole notablemente su maestro don Manuel Martínez Pedroso, catedrático de Teoría del Estado y Derecho internacional. Dijo de él: «Don Manuel fue una de las personas más sabias que he conocido.»
Se licenció en derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, y fue titular de esa carrera en su alma máter, en la Universidad Veracruzana de Xalapa y en la Universidad de Brístol. Fue miembro del Servicio Exterior Mexicano desde 1960, para el que trabajó como agregado cultural en París, Varsovia, Budapest, Moscú y Praga. Su paso por Moscú[5] afianzó en él su afición por la literatura rusa en general y por Antón Chéjov en particular.
Además, residió en Roma, Pekín y Barcelona por motivos de estudio y trabajo. En esta última ciudad, vivió entre 1969 y 1972, y allí tradujo para varias editoriales, entre ellas Seix Barral, Tusquets y Anagrama (la cual publica sus obras en España). Vivió desde 1993 hasta su muerte en Xalapa, capital del estado mexicano de Veracruz.
Pitol fue también conocido por sus traducciones al español de novelas de autores clásicos en lengua inglesa, como Jane Austen, Joseph Conrad, Lewis Carroll y Henry James, entre otros.
Empezó a publicar en la madurez (No hay tal lugar, 1967). «Me inicié con el cuento y durante quince años seguí escribiéndolos. En el cuento hice mi aprendizaje. Tardé mucho en sentirme seguro.»[6] Escribió una decena de libros antes de El arte de la fuga (1996), donde hizo un notable balance de su trayectoria y creó un género narrativo-memorialístico muy personal. La difusión masiva de su obra fue tardía.
El 23 de enero de 1997, fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.[7]
Falleció el 12 de abril de 2018, a los 85 años, por complicaciones de una afasia progresiva que lo acompañaba desde hacía varios años.[8]
Dentro de su obra narrativa, se pueden destacar dos etapas:
Iniciada con sus primeros cuentos, los de Tiempo cercado e Infierno de todos, marcada por tintes nostálgicos y un tanto negativos, definida por él mismo como un intento de escapar de un mundo asfixiado y enfermo. En el período en el que escribió estos cuentos se entregó a la lectura de William Faulkner, puesto que en sus novelas encontró un mundo con el que se sentía claramente identificado: el de los terratenientes del sur de Estados Unidos después de la Guerra Civil, gente que vivía en grandes casas, que padecía enfermedades de todo tipo y vivía arruinada, sin lograr adaptarse al mundo contemporáneo. Un mundo lleno de niños que nacieron después del desastre: niños huérfanos, enfermos, amedrentados.
La segunda etapa se conoce como la de los viajes, donde el protagonista es una especie de peregrino laico, un joven ansioso por descubrir los misterios de la naturaleza humana. En esta etapa Sergio Pitol se centra en ahondar en la psicología de los personajes, (la mayoría mexicanos) planteándose algunos dilemas morales. Un ejemplo característico sería el relato Cuerpo presente, con el que precisamente se inició la segunda etapa. En ella, hace un registro de los personajes y lugares que fue conociendo, aunque utilizara el lugar solamente como marco escénico.
Obra completa de Sergio Pitol:[9]
Predecesor: Rafael Sánchez Ferlosio |
Premio Miguel de Cervantes 2005 |
Sucesor: Antonio Gamoneda |