T. sordida es considerada por algunos autores como una especie silvestre, en adaptación a entornos antrópicos.[3]Otros la consideran peridomiciliaria y/o domiciliaria.[2] Se encuentra en ecotopos naturales (cortezas, troncos caídos, palmeras, cardones secos, nidos con presencia de aves (loros o furnáridos) o abandonados y ocupados por roedores que habitan en los árboles), peridomicilios y domicilios.[4][5]
En regiones de América del Sur, las políticas vinculadas al control vectorial han reducido las poblaciones de T. infestans y los ciclos de transmisión de T. cruzi.[6] Sin embargo, ante la vacancia en el nicho ecológico que ocupa T. infestans, existe el riesgo de invasión de viviendas de especies secundarias como T. sordida, generalmente silvestres o peridomiciliares.[5][7]Este fenómeno de invasión de un nuevo nicho, las viviendas humanas, constituye a estos triatominos como vectores de importancia epidemiológica por la potencial transmisión de la Enfermedad de Chagas.[6][7]
El género Triatoma se divide en complejos y subcomplejos según características ecológicas, genéticas y morfológicas.[8] T. sordida pertenece al subcomplejo sordida del complejo infestans,[9] junto con T. garciabesi, T. guasayana y T. patagonica.[10]La especie presenta similitudes morfológicas y comportamentales con estos triatominos, con quienes presenta solapamientos en la distribución en Argentina. Además, estas cuatro especies se encuentran asociadas a ambientes ocupados por aves de corral. Estas similitudes indican que estas especies forman un grupo fuertemente relacionado.[11]Existen controversias respecto a la clasificación taxonómica entre T. garciabesi y T. sordida por un lado,[2]y entre T. guasayana, T. patagonica y T. sordida por otro.[11]Además, la delimitación del complejo T. sordida también resulta controversial, a raíz de las diferentes metodologías utilizadas en su determinación.[12]
La especie se divide en tres variantes de citotipo: T. sordida sensu stricto [s.s.], T. sordida La Paz y T. sordida Argentina.[13]
La infección por T. cruzi se ha observado de manera natural y experimental.[4]Sus hábitos domiciliarios y peridomiciliarios, junto con la ingestión de sangre humana ubican a T. sordida como un vector potencial de la Enfermedad de Chagas.[4]