En la mitología maya, Xibalbá o Xib'alb'a (del quiché: Xibalbá ‘Lugar oculto’‘xibil, ocultar’)[1] es el mundo subterráneo regido por las divinidades de la enfermedad y de la muerte: Hun-Camé y Vucub-Camé. Forma parte importante dentro del ciclo mítico de los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, narrado en el Popol Vuh de la cultura maya quiché. En el siglo XVI, tradicionalmente se le ubicaba a la entrada de una caverna cercana a la localidad de Alta Verapaz, en las cercanías de Cobán, Guatemala[2].
El Xibalbá se conoce principalmente por la descripción que de él hace el Popol Vuh ("Pop wuj", en quiché), cuya traducción sería Libro del Consejo o Libro de la Comunidad, descubierto en época posterior a la conquista española, en el siglo XVIII, traducido al latín por fray Francisco Ximénez desde una perspectiva católica.[3] De ahí que se refiera al Xibalbá con mucha semejanza al infierno del cristianismo, consistente en un mundo telúrico, gobernado por los Ajawab del Xibalbá o los "señores del inframundo".[cita requerida]
Sin embargo, el concepto de "mal" aparece representado de manera explícita en las características de otros seres de la mitología maya: por ejemplo, Wuqub Qak'ix y su familia, o mediante defectos en las personalidades de los primeros seres humanos creados. Xibalbá no es entonces el infierno, ya que representa a la muerte y la enfermedad, vistas como parte de la existencia y no como castigo. Es más preciso referirse a Xibalbá como el inframundo.[cita requerida]
Una de las partes del Popol Vuh narra el enfrentamiento entre los Señores de Xibalbá y dos pares de gemelos divinos: en primer lugar, Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú; y luego, tras ser derrotados, los hijos del primero de ellos: Hunahpú e Ixbalanqué, que saldrán victoriosos gracias a su ingenio y a su conocimiento de la magia.[cita requerida]
En ambos casos, los gemelos son llamados por los señores principales del Xibalbá Hun Camé (Uno Muerte) y Vucub Camé (Siete Muerte), debido al escándalo que provocaban al realizar el juego de pelota, por lo que les retan a jugar en sus dominios.[4]
La derrota de Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú les trae como consecuencia la muerte y el posterior descuartizamiento, y colocan sus cabezas en las ramas de un árbol del mundo inferior que, tras esto, floreció y dio frutos. De uno de esos frutos saldría la savia que tocaría Ixquic, señora también del Xibalbá, con lo cual quedaría encinta de Hunahpú e Ixbalanqué.[4]
Se hace, durante el relato de las andanzas de los héroes del Popol Vuh, una descripción de Xibalbá y del camino que hay que recorrer antes de llegar a él:
«Después descendieron al camino que lleva a Xibalbá, de pendientes muy en declive. Habiendo descendido así, llegaron al borde de los ríos encantados de barrancos llamados Barranco Cantante Resonante, Barranco Cantante, que pasaron sobre ríos encantados con árboles espinosos; innumerables [eran] los árboles espinosos, pasaron sin hacerse daño. En seguida llegaron al borde del río de la Sangre , [y] allí pasaron sin beber. Llegaron a otro río, de agua solamente; no habiendo sido vencidos, lo pasaron también. Entonces llegaron allí donde cuatro caminos se cruzaban: allí fueron vencidos, allí donde cuatro caminos se cruzaban. Un camino rojo, un camino negro, un camino blanco, un camino amarillo; cuatro caminos.»Popol Vuh. 12.[5]
De esta manera, el camino hacia Xibalbá se describe como un descenso por unas escaleras muy inclinadas que desembocan en la orilla de un río, el cual recorre barrancos y jícaros espinosos. A continuación, hay otros ríos e incluso uno de sangre, y después se abre un cruce de cuatro caminos: uno rojo, otro blanco, otro amarillo y otro negro. Este último es el que se dirige a Xibalbá, exactamente a la sala del consejo de los Señores de Xibalbá.[cita requerida]
En cuanto a las pruebas que los Señores de Xibalbá hacían pasar, el Popol Vuh cuenta que eran muchos los lugares de tormento y los castigos de Xibalbá:
En otra parte del Popol Vuh, dice que hay una sexta casa, llamada la Casa del calor, "donde sólo había brasas y llamas".[cita requerida]