Georgette Vallejo | ||
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Georgette Marie Travers | |
Nacimiento |
7 de enero de 1908 XIV Distrito de París (Francia) | |
Fallecimiento |
4 de diciembre de 1984 Lima (Perú) | (76 años)|
Sepultura | Cementerio de la Planicie, La Molina | |
Nacionalidad | Francesa | |
Familia | ||
Cónyuge | César Vallejo (1934-1938) | |
Información profesional | ||
Ocupación | Escritora y poetisa | |
Georgette María Philippart Travers (París, 1908 - Lima, 1984), conocida como Georgette Vallejo al tomar el apellido de su marido el poeta César Vallejo, fue una escritora y poeta francesa.
Georgette Marie nació en París el 7 de enero de 1908. Sus padres fueron Alexandre Jean Baptiste Philippart y Marie Travers. Georgette no llegó a conocer a su padre, quien se alistó en el ejército francés en 1906. Por ese motivo adoptó el apellido Travers de su abuelo materno, en vista de que su madre era aún menor de edad.
En 1914 una tuberculosis le afecta los nódulos de sus extremidades inferiores. Ese mismo año estalla la Primera Guerra Mundial y su padre muere tras recibir una grave herida en la batalla del Marne. A través de su carta testamentaria, oficializada en 1917, Alexandre reconoce a Georgette como su hija, quien adopta el apellido Philippart.
Para ponerla a buen recaudo, la pequeña Georgette fue enviada a Bretaña. Allí realizó sus estudios primarios y secundarios en el colegio Sevigné de Vitré, de la inspección académica de Rennes, que culmina en 1922. Luego viajó a París a trabajar en el oficio de costurera con su madre; quien, junto con madame Virot y madame Lanvin, constituían el llamado “Grupo Real”, pues diseñaban, exclusivamente, los vestidos para las reinas de Europa.
Viajó a Londres para proseguir su formación educativa. Realizó estudios de violoncelo que, junto con la guitarra, era su instrumento más preciado. De vuelta a París en 1924, continuó sus estudios por la noche, recibiendo cursos de música y español. De día trabajó como costurera en el pequeño taller de su madre.
«Desde mayo de 1926, recién conozco a Vallejo» –afirma Georgette– «sólo de vista, pues nunca nos hablamos y ni siquiera ha buscado entablar una conversación» (en esa época el poeta peruano César Vallejo tenía una relación amorosa con una joven llamada Henriette Maisse, a quien conoció en el café de la Régence, frente a la Comedia Francesa; convivencia que llegará a su fin en octubre de 1928).
En pleno invierno parisino, febrero de 1927, al caer la noche, Georgette se encuentra por fin frente a frente con César Vallejo, quien le dirige la palabra. «Vallejo, quitándose el sombrero me saluda y veo una gran luminosidad blanca-azul alrededor de su cabeza…». La escena tuvo lugar en la calle Montpensier que bordea el jardín del Palais Royal cerca del Hotel Richelieu, donde Vallejo vivía con Henriette Maisse. Muy cerca, en la calle Molière, Georgette vivía con su madre. El poeta la invita a un encuentro en Le Carillon, un café de la Avenida de la Ópera donde solía tomar el desayuno y leer los periódicos.
Marie Travers, la madre de Georgette, se opone al romance pues el poeta no ofrecía ninguna seguridad económica para su hija. Pero Marie fallece el 12 de noviembre de 1928 y Georgette compra una fosa con dos tumbas en el cementerio Montrouge. César Vallejo le brinda sus condolencias y le propone iniciar una vida juntos. Georgette no le responde todavía. Al año siguiente Georgette recibe la herencia completa de sus padres (un total de 280 000 francos) y empieza a convivir con Vallejo. En cuanto a Henriette, la anterior pareja de Vallejo, se dice que se enojó muchísimo al saber que el poeta se había ido a vivir con Georgette y fue a confrontar a su rival. Georgette le entregó una cuantiosa suma de dinero para que desapareciese de sus vidas.
En septiembre de 1929, Georgette viaja con César Vallejo a la Unión Soviética. Era el segundo viaje del poeta a dicho país, pues el primero lo había realizado en 1928. Pero esta vez, su gira se prolonga por varios países y ciudades europeas, respaldado por los recursos pecuniarios de Georgette. En mayo de 1930 ambos van a España, con ocasión de la reedición de su poemario Trilce que Juan Larrea ha dado a conocer a José Bergamín y Gerardo Diego. Después de esos viajes retornaban a París, ciudad por la que el poeta sentía una fascinación especial. Ambos se consideran marxistas y comprometidos por la Lucha social.
Dos viajes a la Unión Soviética, reuniones y entrevistas sospechosas, además de ser lector del diario L´Humanité determinan la expulsión de Vallejo de Francia el 2 de diciembre de 1930. Aunque el gobierno francés le concede un plazo de casi dos meses para abandonar el país, Vallejo y Georgette viajan a España el 29 de diciembre y llegan a Madrid en víspera de año nuevo. Allí Vallejo publica Rusia en 1931, un libro de crónicas sobre su experiencia en suelo soviético. La obra se convierte en un éxito editorial y los ingresos le permiten vivir tranquilamente por algún tiempo. Pero poco después vuelven nuevamente los aprietos económicos, pues sus obras literarias –de carácter marxista– son rechazadas sistemáticamente por los editores. César Vallejo salva a duras penas dicha situación realizando traducciones.
En enero de 1932, regresan a París, al ser levantada la restricción anterior. Su mala situación económica no mejora. Georgette tuvo que vender el apartamento que recibiera como herencia materna y la pareja tuvo que vivir desde entonces en hoteles.
El 11 de octubre de 1934, a las 11:15 de la mañana, después de una convivencia de seis años, Georgette y César contraen matrimonio civil, en la Municipalidad del Distrito 15 de París. Fueron testigos Ismael González de la Serna –pintor granadino, amigo de Federico García Lorca– y su cónyuge, Susanne Putois. La pareja vivía por entonces en el N.º 41 de Boulevard Garibaldi, posteriormente se trasladan al Hotel du Maine (1936).
Al estallar la guerra civil española, Georgette y Vallejo, fieles a sus principios, se entregan totalmente a colaborar con el bando republicano. Viajan dos veces a España, Vallejo escribió artículos y apoya la creación de los Comités de Defensa de la República Española, amenazada por el fascismo. Georgette asume también la lucha antifascista.
Después de una febril etapa que transcurrió entre los últimos meses de 1937, en la que se puso a escribir muchos poemas u obras literarias; Vallejo cae enfermo un 13 de marzo y muere el 15 de abril de 1938, a las 9.20 de la mañana, a los 46 años de edad. Georgette cede su tumba de Montrouge a César. A causa de esta irreparable pérdida, recuerda: «Cuando él murió, estuve ciega durante cuatro horas. Estuve loca». Al año siguiente, junto con Raúl Porras Barrenechea, edita y publica la obra poética póstuma de Vallejo, que titula: Poemas humanos.
El 5 de diciembre de 1958, ante los intentos de repatriación de los restos del poeta, dictamina: «Yo, Georgette Philippart, viuda de César Vallejo, me opongo formalmente, bajo cualquier pretexto que sea, a la apertura de mi fosa… donde reposan… los restos de mi esposo, Sr. César Vallejo. Esta tumba me pertenece y nadie puede abrirla en mi ausencia y sin mi autorización».
El 3 de abril de 1970, Georgette traslada los restos de César Vallejo al cementerio de Montparnasse –a través de la casa de pompas fúnebres Manonvillar– y queda ubicado en la 12º División, 4º Línea del Norte, N.º 7. Georgette firma: «Para que se cumpliera el deseo de Vallejo y el mío», y en la tumba el epitafio: «He nevado tanto, para que duermas».
Georgette emprendió un viaje a Perú, la tierra de su difunto cónyuge. Llega al puerto del Callao el domingo 6 de mayo de 1951 y es recibida por Raúl Porras Barrenechea y Sebastián Salazar Bondy, entre otros. Un año después, el 4 de octubre de 1952, viajó a Santiago de Chuco; al llegar a la puerta de la casa de nacimiento del poeta, dijo en tono muy entristecido: «Llego a la casa de Vallejo, pero sin Vallejo». En 1957 o 1958, Porras obtiene del Ministerio de Educación que se le concediera una modesta pensión vitalicia.
En Lima empezó una incesante lucha por hacer respetar la vida y la obra de Vallejo. Su celo al respecto es muchas veces incomprendido. Rechazó con dignidad el ofrecimiento del editor Juan Mejía Baca quien le propuso 30 000 soles por toda la producción de Vallejo. Criticó la actitud del poeta español Juan Larrea, autoproclamado vallejista o “estudioso de Vallejo”, quien en 1957 visitó Lima: «Quien no escribió una línea sobre Vallejo cuando vivía, se convierte luego en su más empeñoso intérprete».
Muy recordado es también su enfrentamiento con otro poeta español, Gerardo Diego, quien se presentó en la Universidad de San Marcos para disertar sobre Vallejo (1964). Dicho poeta tuvo la poca delicadeza de decir que Vallejo se había muerto debiéndole algunas pesetas, lo que hizo que Georgette reaccionara airada y en defensa de la memoria de su esposo.
En ese mismo año de 1964 publica su obra poética Masque de Chaux (Máscara de cal). En 1965 rechazó todo intento de musicalizar los poemas de Vallejo. En 1966 el gobierno peruano le reduce drásticamente su pensión, que dejará de otorgarle en 1968.
En 1967 edita y publica toda la narrativa del poeta: César Vallejo. Novelas y cuentos completos. En 1968 edita y publica la Obra poética completa (edición facsimilar). En octubre de 1969 le gana un juicio a la Editorial Losada, por haber publicado sin su autorización Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz.
Fiel a su estilo, durante un evento público Georgette le dio una bofetada al editor Carlos Milla Batres, debido a que este incumplió su promesa de publicar una foto de Vallejo en la carátula del “Homenaje internacional” al poeta consagrado por la revista Visión del Perú. En lugar de la foto, Milla Batres colocó un óleo de Macedonio de la Torre, con una representación irreconocible del poeta, al menos para el público común.
En 1974 responde a los insultos y calumnias que Juan Larrea le dirige desde su revista Aula Vallejo: «Juan Larrea es un impostor y de la más repugnante inmundicia». En 1977 reedita Máscara de cal y en 1978 publica su obra máxima: Allá ellos, allá ellos, allá ellos, páginas en defensa de la vida y obra de Vallejo. En 1979 edita y publica el Teatro completo de Vallejo.
Durante sus últimos años, su única compañía era Rosa Espinoza, empleada de su hogar, viviendo ambas en el edificio Marsano. Ella vivía además con 17 gatos los cuales su empleada se encargaba de darle el atún mezclado con pan, era descrita como intratable, solitaria y prácticamente como la bruja del edificio, siendo muy incomprendida.
El ocaso de Georgette se inicia una mañana del mes de noviembre de 1978, a los 70 años de edad. Rueda por las escaleras de su casa y las consecuencias son funestas: hemiplejía parcial, accidente cerebrovascular y arteriosclerosis senil. Fue hospitalizada en la Maison de Santé, una clínica de la Sociedad Francesa de Beneficencia que le prestó atención gratuita. Aun en tal estado, continúa bregando para impedir la repatriación de los restos de Vallejo. Expresa sus razones: «Porque en su tierra le dieron de palos, lo maltrataron y yo soy obediente a su voluntad». Su última entrevista fue en 1981.
Sus últimos meses de vida la paso confinada en una silla de madera (no tenía dinero para una silla de ruedas). Su rutina era de la clínica a su casa y de su casa a la clínica, cuando se desplomaba, la volvían a sentar; cuando se desmoronaba, la recogían. Ella sólo podía insultar y maldecir en francés, y repetir –como una súplica, un conjuro– el nombre de quien la había confinado a ese destino peruano y miserable.
El 3 de diciembre de 1984 entra en coma a las 5:00 de la tarde. Tenía paralizado medio cuerpo y sufría complicaciones respiratorias, renales y un edema pulmonar. Sus últimas horas las pasó bajo una carpa de oxígeno. Fallece en la madrugada del 4 de diciembre. Su vida y su obra apenas empieza a ser revalorizada.
Aunque Georgette nunca permitió que los restos de Vallejo sean devueltos al Perú, en forma de compensación decidió que su cuerpo sea sepultado en suelo peruano, las enfermeras de la Clínica donde murió le cedieron una tumba en el cementerio de La Planicie, en La Molina, descansando ahí desde entonces. Aunque en los últimos años se intentaron iniciar gestiones para que sus restos sean enterrados junto con Vallejo en Francia, esto no ha prosperado.
Su mayor labor, fue sin duda, la de conservar y difundir las obras póstumas de Vallejo. Cada obra de manera individual o bien formando parte de una recopilación de obras completas, de acuerdo a su género, juntamente con otras que ya habían sido publicadas en vida del autor. Entre las ediciones publicadas bajo su lupa directriz y correspondiente autorización, están las siguientes: