Un inhibidor de la fosfodiesterasa (IPDE) es un fármaco que actúa bloqueando la acción de las enzimas fosfodiesterasas, que son hidrolasas que catalizan la ruptura de los enlaces fosfodiéster.[1] En ocasiones, las fosfodiesterasas reparan específicamente daños en el ADN inducidos por venenos, por ejemplo de topoisomerasa II.[2]
Existen 11 familias de fosfodiesterasas (denominadas PDE-1 a PDE-11), con hasta 21 genes y múltiples isoformas, que degradan los segundos mensajeros AMPc y/o GMPc.[3]
El primer uso clínico de los IPDE se reportó en la década de 1980; sin embargo desde el año 1886 se observó que la cafeína tenía propiedades broncodilatadoras. Más tarde, este efecto se atribuyó a la inhibición de la fosfodiesterasa específica de AMPc.[4]
Estudios posteriores encontraron la capacidad de estos compuestos para aumentar los niveles de moléculas mensajeras secundarias que pueden causar cambios en el tono vascular, la función cardíaca y otros eventos celulares y, por lo tanto, estos hallazgos allanaron el camino para su uso en diversas emergencias médicas. Se notó que las PDE se distribuyen en muchos tejidos, incluido el cerebro, por lo tanto, se están explorando nuevos agentes terapéuticos.[3]
Como agentes terapéuticos, los IPDE se han utilizado para controlar los cambios fisiopatológicos causados por nucleótidos cíclicos en el sistema nervioso central, los pulmones, el tracto digestivo y los procesos inflamatorios.[7] Además de su distribución en el cerebro, las isoformas de las PDE que se encuentran en las plaquetas de la sangre (PDE2, PDE3 y PDE5) también ofrecen una nueva estrategia para tratar el accidente cerebrovascular.
↑ abPrickaerts, Jos (2010). «Phosphodiesterase Inhibitors». En Stolerman, Ian P., ed. Encyclopedia of Psychopharmacology (SpringerVerlag Berlin Heidelberg): 1022-1028. Archivado desde el original el 16 de mayo de 2018. Consultado el 15 de mayo de 2018.