Los partidos políticos, tradicionalmente débiles, vieron cómo su apoyo se desplomaba aún más en Perú desde el año 2000, allanando el camino para el auge de los liderazgos personalistas.[5][6] Los partidos políticos en el Congreso de Perú son, según la politóloga Lucía Dammert, «aglomeraciones de intereses individuales y de grupo más que partidos sólidos y representativos».[6] A partir de 2022, la Unidad de Inteligencia The Economist califica a Perú de «régimen híbrido».[7]
Como nos recordaba la historiadora Carmen McEvoy, ya lo decía José Antonio Lavalle: «La política peruana es un laberinto capaz de enredar al mismo diablo».
—El politólogo Gonzalo Banda en una columna de El País[16]
La configuración política de Perú tiene sus raíces en los movimientos independentistas[17] y en los posteriores gobiernos militares instaurados tras la independencia nacional.[18] Durante el periodo comprendido entre 1821 y 1895, el poder residió principalmente en manos militares, lo que limitó el desarrollo de partidos políticos modernos.[19] En 1822 se convocó el primer congreso constituyente, integrado por 73 diputados electos, encabezado por Simón Bolívar.[20] Al año siguiente, se promulgó una Constitución que establecía un gobierno democrático y la división de poderes.[21]
La soberanía nacional se mantuvo a través de los objetivos de preservar el orden social y dirimir los conflictos políticos entre los intereses de la elite. La oligarquía limeña, denominación adoptada desde la década de 1870, intentó remodelar la nación en consonancia con sus ideologías y alianzas políticas.[25] Este grupo, en el que 24 miembros se hallaban entre los 100 individuos más acaudalados de la época, ostentó el poder durante un periodo más prolongado que cualquier otra oligarquía en América Latina, desde 1895 hasta mediados del siglo XX.[26] En los gobiernos caudillistas de la República Aristocrática (anteriores al ascenso de Augusto Leguía), considerados un período de elecciones populares,[27] el Partido Civil, identificado con la ideología de derecha liberal (representada por el presidente Manuel Prado), fue uno de los primeros partidos estables y representativos de la época.[28][29]
A principios del siglo XX, las tasas de alfabetización en Perú eran muy bajas (menos del 2 %).[30] El reconocimiento de la población indígena era limitado hasta la Constitución de 1920,[31] y se oficializó mediante decretos como el Patronato de la Raza Indígena en 1922.[32] Sin embargo, la participación rural generó resistencia al gobierno debido a las denuncias de vulneración de derechos.[32] Esta insatisfacción jugaría un papel crucial en años posteriores, cuando el concepto de «pueblo» se empleó como una forma de oposición a la oligarquía.[33] Según Gonzalo Portocarrero, los criollos y los mestizos eran más aceptados por la élite republicana que los indígenas.[34] Por otra parte, una investigación del gobierno de los Estados Unidos (1992) indicó que otros departamentos establecieron sus propias élites.[35]
En 1924, desde la Ciudad de México, los líderes de la reforma universitaria en Perú que habían sido forzados al exilio por el gobierno fundaron la Alianza Popular Revolucionaria Americana, que tuvo una gran influencia en la vida política del país. El APRA, que no tuvo una postura definida hacia la oligarquía o la clase trabajadora,[36] es en gran medida una expresión política de la reforma universitaria y de las luchas obreras de los años 1918-1920. El movimiento toma sus influencias de la revolución mexicana y su Constitución de 1917, particularmente en temas de agrarismo e indigenismo, y en menor medida de la revolución rusa. Cercano al marxismo (su líder, Haya de la Torre, declaró que «el APRA es la interpretación marxista de la realidad americana»), sin embargo, se aleja de él en la cuestión de la lucha de clases y la importancia que se le da a la lucha por la unidad política de América Latina.[37]
En 1928 se fundó el Partido Socialista Peruano, en particular bajo la dirección de José Carlos Mariátegui, exmiembro del APRA, quien intentó retratar la situación real del país con sus Siete ensayos.[38] Poco después, en 1929, el partido creó la Confederación General de Trabajadores del Perú.[37] Sin embargo, en los años 1930, el PSP sufre una renovación con el futuro Partido Comunista Peruano. Además, el APRA se enfrentó con autoridades de la etapa militar («segundo militarismo») tras la crisis economía internacional ocurrida al terminar el gobierno de Augusto Leguía; como resultado, los apristas fueron vetados hasta 1945, cuya prohibición se evidenció con las elecciones de 1936, mientras que las Fuerzas Armadas gobernaron varios años (en que se conoce como el «tercer militarismo»).[39] Luego de la vuelta de la democracia en los años 1940, en 1950 el gobierno permaneció liberal.[40]
Perú atravesó una etapa de estancamiento gubernamental que se denominó «crisis de oligarquía» (1930-1968).[41] Ya en 1968, se marcó un hito en la izquierda, que era entonces una fuerza electoral marginada,[42] cuando entró en el gobierno el militar Velasco Alvarado,[43][44][45] que incluso abrió la puerta a la nueva constitución de 1979.[46] Aquello supuso el fin de la oligarquía en su estado original,[47] en el que la falta de interés del Estado y de los medios de comunicación entre este y las poblaciones aledañas, y el descontento de estas, sería aprovechado por grupos extremistas.[48] Además de las reformas agrícolas del gobierno como propuestas para el sector rural, recibieron el apoyo de casi todos los movimientos de la izquierda como el SUTEP,[49] pero no de partidos radicales como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria y la Vanguardia Revolucionaria.[50] En 1975 Velasco abandonó el poder y, a pesar de las intenciones de Morales Bermúdez de continuar el legado autócrata, el APRA fue uno de los favoritos para gobernar de nuevo en democracia;[51] cuyo líder Alan García Pérez gobernó en la década de 1980, denominada también la década perdida.[52]
A pesar de que Alfonso Barrantes puso en marcha aquel espectro democrático con su llegada en 1983,[45][53][54][55] en un esfuerzo por representar las regiones aledañas de Lima,[56] según el historiador Antonio Zapata, la presencia de la izquierda perdió prestigio en esa década emergente debido a la mala imagen vinculada con la etapa del terrorismo.[57] Esto coincide con ideas más radicales del PCP, como Sendero Luminoso, grupo protagónico de los últimos años del siglo en acercarse al concepto de la ultraizquierda,[58] que su sucesor y candidato a partido político Movadef aprovechó incursionarse en las elecciones.[59] La etapa de crisis representativa posterior a Velasco fue plasmada en el controvertido informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (2001-2003), responsable de investigar el denominado conflicto armado interno, cuando denotó una insuficiencia en el desarrollo político peruano exclusivo para grupos de poder.[60]
El comportamiento electoral en Perú tiene una preferencia por candidatos con características distintivas, tanto de derecha como de izquierda.[61]
Gobierno de Fujimori y situación de los espectros políticos
En la década de 1990, el país pasó a un nuevo gobierno en el que Alberto Fujimori promulgó una nueva constitución (1993) para hacer frente a la crisis de la década perdida. Las medidas planificadas recibieron críticas por parte de su histórico rival, Mario Vargas Llosa,[62] quien fue muy popular entre la clase alta de Lima en la primera vuelta de las elecciones de 1990.[63] Este hecho fue objeto de controversia, debido a la adopción de medidas autoritarias, como el mensaje a la Nación que dio inicio al autogolpe de 1992, además de la nueva constitución, elegida con un mínimo margen por el denominado Congreso Constituyente Democrático.[64] Este gobierno supuso el fin de la presencia de la izquierda inspirada en Velasco Alvarado como participante principal de la política[65] y también fue la primera vez que un presidente no blanco ingresó por mayoría de votos, antes de que recirriera a los golpes de Estado, una estrategia que se había utilizado en el pasado.[66]
El llamado fujimorismo se asentó en las clases populares debido a su afinidad con las necesidades básicas;[67] sin embargo, marcado por la elección de líderes outsiders (no mediáticos),[68][69][70] ocurrió el colapso del sistema de partidos políticos.[71] Los posteriores gobiernos contaron con una débil oposición, a pesar de la presencia de Alejandro Toledo, uno de los líderes contra el Fujimorato que se convirtió en el primer presidente elegido democráticamente del siglo XXI.[72]
Entre 2006 y 2020 el parlamento no ayudó a supervisar y corregir la gestión de los presidentes debido a poca solidez de los partidos políticos sobre sus representantes.[73] Alan García (en su segundo gobierno) admitió la debilidad de su oposición,[74] e incluso en el gobierno de Ollanta Humala —que los votantes presumieron romper el gobierno, cuando en 2006 intentó competir con García,[75] mientras que en 2011 alcanzó enfocar su espectro político hacia la posición izquierda—[76][77] no generó una rivalidad estable entre la derecha política y ajenos a ella, entre sus motivos por la precaria institucionalidad electoral y su volatilidad electoral en los siguientes años.[78][79][80] Esto conllevó una crisis política entre 2016 y 2020 y una diferenciada bancada oficialista y opositora en el congreso.[81]
La derecha en el gobierno, inspirado en referentes políticos como Vargas Llosa y Hernando de Soto[82] —este último quien cambió el término «liberal» con lo «popular» desde el libro El otro sendero para fácil entendimiento—,[83] predomina el establishment de la derecha política durante casi tres décadas.[84] Debido a sus posiciones, esta se bifurcó en elementalmente dos sectores: los económicos y los participativos vinculados con el régimen y sus aliados partidarios.[85][78][86][87] Su dinámica suele llevar ligeras variaciones por los siguientes mandatarios como Alan García y Pedro Pablo Kuczynski.[40]
La izquierda política, con una presencia del 20 % en una encuesta de 2004, estuvo vinculada a figuras prometedoras como Yehude Simon, Javier Diez Canseco y Susana Villarán.[88] Sin embargo, desde las zonas rurales y alejadas de la capital, donde se concentra el poder económico sin lograr la denominada distribución de la riqueza, movimientos políticos de ese espectro empezaron a tomar protagonismo, a causa de la percepción negativa de los electores hacia los partidos políticos de derecha en gobiernos anteriores,[89] como las críticas a la reciente Constitución de 1993.[90] Estas zonas rurales y alejadas adoptaron su propia trayectoria económica y social, así como ideológica, como es el caso del socialismo en grupos indígenas.[91] En general, se las conoce como el «Perú profundo», término acuñado por el historiador Jorge Basadre y que tuvo cierto impacto en el gobierno de Alejandro Toledo.[92] Un detalle adicional es la presencia de la macrorregión sur, que tuvo una elección diferente a Lima en elecciones generales a causa del antifujimorismo, en el que la candidata Keiko Fujimori (que postuló tres veces) solo ganó una vez en una región del sur: Madre de Dios, en la primera y segunda vuelta de 2011.[93]
No obstante, en 2021 y con la llegada del candidato socialista de izquierda política Pedro Castillo al entorno político, la crisis se consolidó con una polarizada riña política entre los bandos de Keiko Fujimori (quien mantiene vigente el legado de su padre) y Castillo (apoyado por el «Perú profundo»).[94][95] Si bien Vargas Llosa animó a elegir a la hija del exmandatario por ser el «mal menor», en relación con la mala imagen que trajo los movimientos en su contra,[96] y un eventual cambio de posición de liberal a conservadora;[62] en ese entonces, ambos bandos criticaron entre sí,[97] cuya organización legislativa es la más dispersada de su historia.[98] La participación de sus simpatizantes incluyen estrategias como protestas y calificativos por los sectores más aferrados, que destacan palabras populares «caviar» (adoptado por Aldo Mariátegui para un sector de la izquierda y movimientos progresistas),[99] «terruqueo»,[99] «derecha bruta y achorada» (adaptado por Juan Carlos Tafur para la derecha populista)[85] y «viejo lesbiano» (recurrido por jóvenes a los políticos tradicionales).[99][100][101] Esta polaridad se mantuvo vigente en el gobierno izquierdista de Castillo (cuyos electores fueron calificados por detractores conservadores de «caviares» y «comunistas»)[102] con Fujimori como nuevo símbolo de la oposición, a pesar de llevar los mismos intereses con el fundador del partido oficialista, Perú Libre, Vladimir Cerrón.[103]
Ejerce los tres Poderes (gobierno nacional): ejecutivo, legislativo y judicial. Junto a esos tres, en que suele existir la presencia del oficialismo y la oposición en alguno de los poderes,[108] la coalición recibe extraoficialmente el nombre Consejo de Estado del Perú. La constitución, además, establece organismos autónomos para labores específicas, en que el Tribunal Constitucional exige su cumplimiento. Para la supervisión de representantes de organismos autónomos, requiere de una Mesa Permanente o Mesa Directiva, formada por congresistas.[109]
Además, el país cuenta con una administración subnacional. Los principales son los gobiernos regionales,[110] bajo su propia Ley Orgánica, en que la población participa en la planificación de obras dentro de su zona y combatir la desigualdad.[111] Esto no significa que lo convierta en federalista, pero sí descentralista, ya que lleva un presupuesto establecido y una serie de competencias para operar con cierta independencia.[112] Luego, están las municipalidades provinciales y distritales, cuya su labor es muy limitada: mantiene la limpieza de las calles, regula funciones ambientales y comerciales y ejecuta obras menores.[113]
Históricamente, en la administración subnacional contó con prefectos y subprefectos, término predecesor a los municipios «con subordinación gradual» que data de 1824, cuya función es atender las necesidades ejecutivas como el orden y la seguridad pública.[114][115] Dichos representantes permanecieron por casi dos siglos y carecieron de una elección demorcática.[116][117] Para 1920, existieron los Congresos Regionales para el Poder Legislativo.[31] Cerca del siglo XXI, los prefectos desempeñan un rol menor, como representantes en la resolución de conflictos sociales.[118]
Perú como miembro de la Comunidad Andina lleva un ente superior, el Parlamento Andino, cuyos representantes se eligen vía elecciones generales. Sin embargo, se criticó la baja potencia económica al exportarse con otros países dentro de la Comunidad; en tanto, y por su cuenta, suele depender de tratados de libre comercio con otros países para generar ingresos.[119]
Existe controversia sobre la distribución de poderes, en que está inclinada el legislativo. El influyente dominicano Listín Diario e investigadores sugieren que en la práctica es semipresidencialista por el control político del Congreso a mediados del siglo XX e inicios del siglo XXI.[120][121][122][123][124][125][126] La influencia del Congreso se evidenció en las crisis políticas de 2016 y 2021, donde su alta volatilidad partidaria impactó significativamente en la gobernabilidad del país.[127]
El especialista Magdiel Gonzales Ojeda indicó que el sistema de gobierno en el Perú es semipresidencialista. Esto se debe a que combina elementos de un sistema presidencial con rasgos parlamentarios, tal como se establece en el artículo 111 de la Constitución Política de 1993.[128] No obstante, cabe resaltar que durante los primeros años de la república peruana se llegó a considerar la implementación de un sistema parlamentarista.[129]
A lo largo de la historia, han surgido casos en los que el sistema de gobierno ha dependido de criterios puntuales. La Constitución de 1933 otorgó al Congreso la facultad de elegir al candidato presidencial si este no obtenía un número determinado de votos. La de 1979 reforzó el poder del Ejecutivo y restringió la promulgación de leyes por parte del Congreso. Finalmente, en 1993 se eliminó la elección presidencial directa y se estableció que el nombramiento del gabinete ministerial requería la aprobación explícita del Parlamento.[130]
Diversos analistas han señalado la existencia de una tendencia del Congreso peruano a injerirse en otras instituciones del Estado durante los últimos años. El periodista Martín Hidalgo de El Comercio, por ejemplo, reveló esta situación en 2024, al mencionar la influencia del Congreso en entidades como el Poder Ejecutivo y la Defensoría del Pueblo. [131] La publicación The Economist señaló que la presidenta de la República, Dina Boluarte, cedió el control político al Parlamaneto para evitar ser destituida.[132][133] La congresista Patricia Chirinos confesó que el Congreso controlaba a Boluarte para «ir limitando algunas cosas de su comportamiento y de sus decisiones».[134][135]
En la misma línea, los analistas políticos Fernando Tuesta y Gino Costa percibieron que, en la práctica, el Congreso ha asumido el papel de primer poder del Estado.[136][137] Esta perspectiva se ve reforzada por el análisis del politólogo Anthony Medina Rivas, quien en 2024, como miembro del Instituto de Estudios Políticos Andinos, señaló que este sistema híbrido ha generado inestabilidad política y ha sido un factor determinante del fracaso constante.[138] Cuando el Tribunal Constitucional permitió que el Parlamento ejerciera control político, la abogada del Instituto de Defensa Legal, Cruz Silva del Carpio, señaló que ese permiso le daba la potestad de «hacer lo que quiera».[139] No obstante, el propio TC resolvió que los representantes del Poder Judicial son los únicos llamados a decidir si un acto del Parlamento es correcto o afecta a derechos fundamentales.[140]
El nivel de apoyo al sistema democrático es más tenue que en otros países (45 % según Latino barómetro 2004). El porcentaje que prefiere un modelo autoritario es también bajo (20 % en el Latino barómetro 2004). Para el 23 % no existe diferencia significativa entre un sistema democrático y uno autoritario. Sin embargo, un 43 % apoyaría un gobierno militar si las cosas se tornaran difíciles. La satisfacción con el desempeño de la democracia se sitúa en 7 % (2004), a pesar de que la economía ha figurado entre las de mayor crecimiento entre la región.[141]
Dado el origen controvertido de la actual constitución, el Congreso Constituyente Democrático, se ha puesto en duda su legitimidad y se ha pedido su reforma. Entre las reformas está la vuelta al sistema bicameral, la renovación por tercios, un mayor aumento en el congreso, la introducción de un umbral político y la disminución de los requisitos legales para votar.[141]
Existe una falta de progreso en reforma política, reducción de la pobreza y la creación de empleos; que contribuyen a la mala imagen de los políticos y las instituciones democráticas, así como de los partidos y el Congreso.[110][141]
Las formas como los grupos expresan sus desacuerdos se han ajustado a las reglas democráticas, en que influye la representación de zonas aledañas para atender necesidades más allá de Lima,[142] conocido también como el «Perú profundo». En 2003, la mayoría de las marchas fueron pacíficas, aunque en algunas protestas hubo brotes de violencia. El número, nivel e intensidad de las protestas aumentó progresivamente desde el 2004. Los grupos políticos y sociales regionales realizan protestas masivas y actividades que alteran el orden público, llegando a bloquear carreteras o a ocupar instalaciones gubernamentales. Esto muestra la escasa cultura de legalidad que existe en las áreas más remotas del país. Las acciones subversivas están menos que los que existían en los años ochenta.[143] Entre 2011 y 2022 marcaron más de 600 protestas sociales.[144]
La mayoría de la población peruana considera que el acceso y la distribución del poder político deben ser determinados a través de procesos electorales. No obstante, persisten discrepancias en cuanto a las normas electorales vigentes.[141] Desde su ratificación en 2001, la Carta Democrática Interamericana otorga un marco legal que permite la intervención de organizaciones supranacionales ante situaciones que pongan en peligro el régimen democrático.[145]
Perú cuenta con varias misiones diplomáticas para comunicar a sus ciudadanos fuera del territorio nacional. Cada ciudadano cuenta con un pasaporte. Con la política de Alberto Fujimori se implantaron medidas de política exterior como la soberanía, la integridad territorial, la independencia económica, el regionalismo y la solidaridad continental.[146]
Inclusión e intensidad de la participación política
ONPE y JNE, instituciones formadas por el proceso constituyente de 1992, han recobrado rápidamente su credibilidad desde las elecciones de 2001 como órganos juridiccionales.[147] El proceso de 2001 fue justo y los votantes pudieron ejercer su derecho sin la intervención del Estado u otros actores, y los mercados de información de los partidos se mantuvieron libres de las distorsiones de la inyección de dinero del Estado al partido de gobierno.[141]
El voto se considera obligatorio: el no recurrir a votar se paga con una multa de unos $35. Sin embargo, las grandes distancias que deben recorrer la población rural para ir a los centros de votación limitan la igualdad en participación electoral, a pesar de que la ONPE está trabajando en ese problema. La población en edad de votar y empadronada ha sido la más alta de la región.[141]
El Perú cuenta con un sistema eficiente y completo de inscripción electoral ciudadana. El proceso de inscripción electoral es automático pues el registro electoral proviene del RENIEC (Registro Nacional de Identificación y Estado Civil). Esto permite que esté constantemente actualizado y que se excluya a los fallecidos o los que han cambiado de lugar de residencia. A pesar de eso, se estima que el Registro Civil excluye entre 800 000 y 1 000 000 personas (3 a 3.5 % de la población): lo más probable es que los pobres del campo y los indígenas constituyan una alta proporción de quienes no tienen DNI (Documento Nacional de Identificación) por la lejanía, el costo y la falta de partidas de nacimiento. A pesar de eso, se considera que el sistema de inscripción electoral es bastante completo y preciso, y no genera desigualdades en materias de población electoral.[141]
Desde la transición a la democracia en 1980, no ha existido obstáculos significativos para la creación y preservación de los partidos políticos. Con el fin de inscribirse, un partido debe obtener un número de firmas equivalentes al 1 % del total de votos depositados en las últimas elecciones. Para conservar esa inscripción, se ha solicitado a los partidos que mantengan al menos un escaño en el Congreso, cosa que los partidos han logrado mediante la configuración de alianzas. Perú cuenta con distritos electorales múltiples,[148] siendo Lima el más grande (35 diputados elegidos en Lima). Los pocos requisitos para inscribir partidos, y los votos requeridos para obtener un escaño en el Congreso han contribuido a la volatilidad y la fragmentación del sistema partidista peruano. La volatilidad ha limitado los incentivos para forjar coaliciones intrapartidista, y han acentuado la importancia de las personalidades individuales. La fragmentación también se ha originado por factores no institucionales, como la incapacidad de los partidos tradicionales de gobernar de manera efectiva desde los ochenta, y la falta de progreso en cuanto a mejorar la calidad de vida y reducir la pobreza, y la retórica y acciones del gobierno fujimorista contra los partidos. En 2001, el índico efectivo de partidos en el congreso fue de 4,5 colocándose entre los seis primeros países de la región alta fragmentación en el sistema de partidos.[141]
La ley de partidos apunta a promover un menor número de colectividades con cobertura nacional mediante la imposición de requerimientos adicionales de inscripción. Aparte de obtener las firmas equivalentes al 1 % obtenidos en las últimas elecciones, debe acreditar comités con un mínimo de 50 miembros en por lo menos dos tercios de los departamentos (17) y en un tercio de las provincias (65), que sería como movilizar 3 200 ciudadanos. Esto se aplica únicamente a la inscripción inicial de un partido. Dado que la ley no ha sido muy efectiva en sus propósitos, algunos observadores han cuestionado si JNE está verificando plenamente el cumplimiento de la ley en cuanto número de firmas necesarios y la formación de comités provinciales.[141]
La membresía en los partidos políticos es muy baja en el país, así como hay una falta de representatividad geográfica. APRA ha sido tradicionalmente el partido que ha exhibido la organización más fuerte, pese a esto, la participación de la ciudadanía en decisiones trascendentales tales como la elección de los candidatos, dirigentes, y la plataforma política en todos los partidos es muy limitada. La falta de apertura y representatividad ha contribuido a la falta de confianza de la población. La tendencia centrista de los partidos provoca el descuido de las necesidades que están fuera del área de la región metropolitana. Esto ha originado movimientos políticos independientes en el ámbito subnacional.[149]
Para algunos analistas, la opción de votar entre dos individuos en lista de su partido (voto preferente) y así influir sobre cuál de las listas de candidatos termina logrando el poder, es una manera de que los ciudadanos contrarresten la falta de apertura de las colectividades. Sin embargo, ha tenido un efecto negativo pues promueve la competición interna y la falta de unidad, lo cual ha debilitado a los partidos y favorecido a los candidatos con más recursos o aquellos conectados con grupos de interés financieramente fuertes (el establishment).[150] Esto es acentuado pues los partidos por lo general no suministran fondos a sus candidatos, sino que los reciben de ellos a cambio de una ubicación favorable en sus listas.
Si bien la ley de partidos intenta instituir procesos democráticos internos para la dirigencia y los candidatos, la ley también permite: que se elija directamente a los dirigentes y candidatos en primera vuelta, también que nominen candidatos indirectamente a través de un comité que debe ser elegido por la membresía. Además, los dirigentes pueden elegir 24 de 120 candidatos —una quinta parte— para candidatos al Congreso, y la misma proporción de candidatos a los consejos regionales y municipales sin acudir a ningún procedimiento democrático. No se especifica tampoco ninguna restricción en cuanto a la ubicación designados en la lista de partidos: la ley no garantiza en sí misma que surjan partidos más democráticos y representativos.[141]
La constitución de 1993 abrió vías de participación ciudadana, entre las que figuran la reforma constitucional, la introducción de leyes en los ámbitos regional y local, y la realización de referendos. Además, se introdujeron mecanismos para la revocatoria o remoción de funcionarios tanto elegidos como designados. Si bien es cierto que los instrumentos relacionados con la formulación de las leyes se han empleado poco, los que tienen que ver con el control ciudadano se han utilizado con frecuencia. Se han llevado a cabo revocatorias en 200 localidades, especialmente en distritos pequeño y en provincias poco pobladas, mientras que han sido limitada en jurisdicciones con mayor población, dado que la ley exige el 25 % de los votantes inscritos.[141]
Capacidad de participación de la ciudadanía en función de sus niveles de educación
El bajo porcentaje de estudios secundarios y la deficiente calidad de la enseñanza han contribuido a la naturaleza elitista de la representación política y al hecho de que se carezca de una buena información sobre política. Esto se ve agravado por la naturaleza no pragmática de las colectividades y el carácter fragmentario del sistema de partidos. Así, los ciudadanos no se encuentran bien informados sobre las preferencias de los candidatos en cuanto a políticas públicas, el papel de partidos y funcionarios en la toma de decisiones relativas a esas políticas, y la influencia sociales y económicas de tales decisiones. Esto limita la efectividad de los procesos y mecanismos, por los cuales los electores pueden manifestar sus preferencias en materia de políticas públicas, pedir cuentas a su partido y a los funcionarios elegidos por su desempeño y la capacidad de atender las preferencias ciudadanas.[141]
Existe un énfasis sensacionalista de los medios de comunicación, así como las deficiencias en el ejercicio de un escrutinio público bien informado sobre decisiones de política pública y sobre la conducta de la administración. Con la privatización de los servicios públicos en los años 1990, el Estado peruano dejó de ser intervencionista y solo se limitó a supervisar por medio de organismos reguladores, entre ellos, a los medios.[151] Es por lo cual que las brechas en materia de ingresos y logros educativos entre sectores urbanos y rurales también contribuyen a las desigualdades de representación política, lo que a su vez puede acentuar la falta de equidad en el suministro de servicios públicos.[141]
Según IEP en 2022, el 12 % de la población al menos participó en una manifestación política, en que el 19 % de la zona centro del país encuestada se involucraron en manifestaciones.[152]
Vídeo explicativo de la Secretaría Nacional de la Juventud y la participaciones de los jóvenes en las movilizaciones, canal IPe
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En los años 1960, la juventud tendía a tener preferencias políticas, varias de ellas vinculadas con posiciones antiimperialistas.[153] Además, existían partidos políticos juveniles con un enfoque progresista, como el Frente Nacional de Juventudes Democráticas.
Posteriormente, otras generaciones de jóvenes, pertenecientes a la Integración Estudiantil, participaron en eventos importantes a finales de los años 1990.[154] Para los años 2000 se instauró la Ley del Consejo Nacional de la Juventud para fomentar a los jóvenes en la participación ciudadana, cuya comisión duró poco tiempo.[155] Esta última se reestructuró en la Secretaría Nacional de la Juventud, que dejó de ser un ente de rango ministerial para pasar a depender del Ministerio de Educación[156] y a contar con su política nacional de enfoque multisectorial.[157]
Los universitarios de la generación X, quienes solían relacionar la corrupción con la política,[158] percibieron una imagen negativa hacia la situación de los partidos.[159] No obstante, con el paso de los años, fueron los milénicos que recurrieron a la participación digital sin la necesidad de ser funcionarios públicos. Ellos solían entrar en manifestaciones contra la corrupción, como fue el caso de La Repartija en 2015. En ese evento, los jóvenes protestaron por la designación irregular de los miembros del Banco Central de Reserva, la Defensoría del Pueblo y a los magistrados del Tribunal Constitucional.[160][161] Para esa década, los jóvenes solían tener participación con el antifujimorismo.[162]
El periodista César Hildebrandt señaló que una nueva generación de jóvenes fue importante en la elección de Francisco Sagasti, quien fue presidente del Perú tras la salida de Manuel Merino en 2020.[163]
Número y fuerza de las organizaciones de la sociedad civil
Perú cuenta con uno de los niveles más elevados de actividad asociativa de carácter voluntaria de la región: en 1995, existían 110 000 organizaciones sin fines de lucro legalmente construidas, de las cuales 65 000 eran organizaciones de base.[164]
Por el lado social, en las últimas décadas del siglo XX ha surgido una tendencia a abrir canales de participación en la toma de decisiones sobre políticas públicas, planificación y vigilancia ciudadana. Algunos de estos espacios se han institucionalizado como el Acuerdo Nacional, los Comités de Vaso de Leche, las rondas campesinas, FONCODES (Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social), CLAS (Comités Locales de Administración Compartida de Salud), MCLCP (Mesa de Concertación de Lucha Contra la Pobreza). En los ámbitos regional y local, existen espacios como los Consejos Consultivos Regionales, los Consejos Consultivos Locales, los Consejos de Coordinación Regional.
Las organizaciones de la sociedad civil que se dedican al cabildeo en torno a las políticas públicas o a vigilar el desempeño de las instituciones gubernamentales carecen de una estructura sólida, se encuentran fragmentadas y no están fuertemente conectadas con la ciudadanía: su capacidad para articular y defender de manera efectiva los intereses sociales más amplios es limitada. La debilidad del sistema de partidos en lo que se refiere a organizar y a representar a amplios sectores sociales contribuye a acentuar la incapacidad de la sociedad civil para articular y defender efectivamente sus aspiraciones. La escasa confianza en las instituciones democráticas acentúa los altos niveles de apatía y la falta de interés por participar en política, lo que limita la rendición de cuentas de las instituciones públicas para con la ciudadanía.
La fuerza de las organizaciones sindicales ha decaído considerablemente, dado a un período prolongado de recesión económica durante los ochenta y comienzos de los noventa, de las reformas de ajuste estructural de los años noventa, y el colapso de los partidos políticos de izquierda ligados a las organizaciones de trabajadores.[165] Además, una parte significativa de la fuerza laboral se ha desplazado hacia el sector informal. La membresía en los sindicatos se encuentra cerca del 7 % en el año 2000.
Los intereses empresariales se discuten en CADE Ejecutivos, un evento anual iniciado en los años 1960, donde participan líderes del sistema político.[166] Ellos son representados por la Sociedad Nacional de Industrias y CONFIEP (Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas), sus gremios: SNMPE (Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía), la Sociedad Nacional de Industrias, la Sociedad Nacional de Pesquerías, las asociaciones de exportadores (ADEX y COMEX), así como la banca, la industria aseguradora, la farmacéutica, la pequeña y mediana empresa, las agremiaciones agrícolas y los sectores de radio y televisión. Estos gremios han conservado una influencia crucial. Por ejemplo, la CONFIEP apoyó el programa de estabilización económica de 1990 a 1992 y la primera generación de reformas orientadas a la apertura económica. Sin embargo, tal asociación denunció en 2016 que la presencia del Fujimorismo, que representó al poder político de los años 1990, aún intervenga en la concentración legislativa del país aunque sin el apoyo del sector empresarial.[167]
Las elecciones del 2001 fueron consideradas libres e imparciales por los equipos de observadores internacionales y domésticos; el gobierno de turno permitió a las autoridades electorales cumplir sus funciones sin interferencias, y un porcentaje mayoritario de los funcionarios fue reemplazado. En marzo del 2001, un 78 % aprobaba el trabajo de ONPE y de JNE. Existe confianza en la imparcialidad de las elecciones.[168]
Lo que limita el funcionamiento eficiente es la deficiencia de coordinación institucional entre JNE y ONPE —sus límites no se encuentran claramente definidos por ley, como el caso de la educación electoral en 2008—,[169] además de que sus presupuestos no concuerdan con sus atribuciones. Esto conduce a que compitan entre sí y crean deficiencias, que se podrían resolver con una gestión y coordinación más efectivas.
La libertad de prensa se encuentra ampliada desde el 2 000. El gobierno respeta la libertad de prensa por el Estado de derecho, y los medios de comunicación reflejan un amplio espectro de opiniones, desde apoyo hasta la oposición de la administración de turno. Perú ocupó el puesto 75 (2004) en un total de 192 países, colocándose por encima del promedio de los países de América Latina, pero por debajo de las economías desarrolladas.
El respeto por los estándares periodísticos profesionales es deficiente desde el siglo XX.[170] En la prensa peruana existe una tendencia hacia el sensacionalismo y a concentrarse en escándalos y actos criminales. Después del período de Alberto Fujimori, muchos medios de comunicación trataron de demostrar su independencia del gobierno vehementemente, lo cual hizo que se prestara poca atención a los méritos de la administración del expresidente Alejandro Toledo. Para el caso cuenta con programas dominicales, así como de periodismo, entre los que destacan son Cuarto poder, Panorama, Beto a saber, La ventana indiscreta entre otros.
Para los primeros años del siglo XXI, algunos medios son criticados por su dependencia de ciertos grupos económicos y por sus sesgos en la cobertura noticiosa.[171] Los medios cumplen un papel predominante en la definición de la agenda pública. La calumnia se considera delito, y a aquellos periodistas que investigan casos de corrupción se les amenaza con demandas judiciales. En 2003, se había registrado una disminución de casos concretos de intimidación y violencia contra periodistas, aunque seguía siendo un problema en las provincias. Según el ANP (Asociación Nacional de Periodistas), hubo 42 casos de persecución a periodistas frente a 78 en 2 002. En su mayoría se trató de amenazas de violencia o de emprender acciones judiciales, o acusaciones de calumnia por parte de políticos locales, autoridades policiales o militares, o empresarios. La corrupción en los medios sigue estando presente hasta hoy en día, aunque ahora se presenta en una menor medida que antes.
Perú fue clasificado como país «libre» (Freedom House 2004),[172] por encima del promedio de América Latina, lo que sugiere que los derechos de expresión y asociación estaban garantizados. El derecho a asociarse de manera pacífica ha sido respetado. A veces, se ha usado una fuerza excesiva para dispersar a los manifestantes.[143]
Antes del gobierno de Fujimori, en los años 1970, se marcó una tendencia al populismo debido al deseo de un país más estable, específicamente de los marginados por otros mandatarios.[173] A llegar Fujimori en 1990, a pesar de su origen oriental,[173] el poder efectivo de las autoridades se vio comprometido por la concentración del poder en la presidencia, el Servicio de Inteligencia Nacional y a los militares. Se añade también la mala implementación de las reformas liberales para cumplir el deseo de país estable, basadas en propuestas populistas,[62] y la extensa red de corrupción realizada por los funcionarios del Ejecutivo que involucró congresistas, jueces y dueños de medios de comunicación, entre otros.[174] Después de la caída del régimen de Fujimori, y del reemplazo de una buena parte de la cúpula militar y la elección del nuevo presidente y congreso en 2001, los funcionarios elegidos recuperaron su plena autoridad en todo el territorio nacional y en la mayor parte de los dominios de la política.
El Índice de Estados Frágiles notó que el país entró en la categoría «En peligro» (2005-2022). Uno de los motivos es la dificultad de la regionalización de áreas más alejadas de la capital, tanto para los gobiernos regionales y sus municipalidades, para abordar problemas internos, así como la falta de control contra actos de corrupción y la presencia del comercio ilegal como el narcotráfico.[174] De hecho, en 2009 se evidenció la presencia de narcoterrorismo en el VRAEM.[175] En 2022 el Tribunal Constitucional declaró fundada una demanda de más de siete mil personas, que cuestionaba «diversas normas que restringen los derechos de participación política y de servicio en el Estado a los condenados por delitos de terrorismo y financiamiento del terrorismo, aun después de que hayan cumplido su condena».[176]
Según el especialista en asuntos internacionales, Farid Kahhat, el país estuvo desde 2006 hasta 2021 en una «democracia deficiente», calificación dada en el Índice de democracia.[177] Esta calificación se sustenta en el alto puntaje obtenido en los procesos electorales y el pluralismo político.[177]
Los ciudadanos no pueden lograr una rendición de cuentas efectivas de las autoridades elegidas. Las elecciones no desempeñan de manera efectiva que los ciudadanos seleccionen a candidatos y a partidos, y que llamen a cuentas sobre políticas públicas; además, los costos para supervisar la conducta de cada legislador son excesiva. Una de las causas es la debilidad de los partidos políticos y la fragmentación partidaria. Los partidos políticos han sido relativamente débiles en la historia peruana: la adopción tardía del sufragio universal y la dominación de la oligarquía sobre los partidos hizo que el surgimiento del sistema de partidos democrático solo ocurriera en la transición de la democracia —los ochenta—.
Los partidos políticos en los ochenta contaban con numerosos seguidores, además de una presencia organizacional. Sin embargo, la dirigencia era altamente personalizada, poca democracia interna, visiones y prácticas excluyentes y antagónicas, y un enfoque patrimonialista en la conformación y el mantenimiento de las bases de apoyo social. Los partidos políticos vieron desaparecer su respaldo político, por los fracasos de gobernabilidad de los gobiernos de Belaúnde y García (la década perdida), la crisis económica, la hiperinflación, el conflicto con Sendero Luminoso, y las políticas antidemocráticas de Fujimori (debido al autogolpe y la imposición del neoliberalismo).[178][179]
En ese entonces, en algunas localidades, los partidos fueron sustituidos por organizaciones electorales más personalistas y de presencia limitada (citados como movimientos regionales).[180] Estas entidades se ampararon inicialmente en la Constitución de 1993. Sin embargo, en 2024, el Congreso Nacional derogó su reconocimiento legal.[181] En ese momento, existieron 84 organizaciones de este tipo,[181] que en dicho año representaban el 62 % de las regiones fuera de Lima Metropolitana, donde la presencia partidaria es habitualmente limitada.[182]
El índice de volatilidad electoral de 1980 a 2000 fue del 51.8 %, considerado el más alto de América Latina. Para de 2002 y 2014 alcanzó el 64 % en las elecciones regionales.[183] Asimismo, es uno de los países con poca institucionalidad representativa con la constitución de 1993.[184] El sistema de partidos se encuentra muy fragmentado y el apoyo partidista es efímero (incluso en gobiernos de los años 2000).[62] Los partidos no son lo suficientemente ideológicos ni lo suficientemente organizados para presentar visiones nacionales de política y asegurar que aquellos elegidos por el partido lo sigan. Es posible que, por eso, y por la incapacidad de hacer políticas creíbles, y la existencia de una ciudadanía poco informada, los electorales elijan a los ciudadanos de acuerdo con los atractivos de la personalidad del personaje de turno o en promesas de producir beneficios particularistas como obras públicas.[184] De hecho, según el exministro Abel Salinas, tanto los alcaldes como gobernadores regionales deben coordinarse con anticipación antes de poner en marcha una obra de mayor relevancia como un hospital.[185]
Los actores tienen pocos incentivos para buscar reformas de interés general, pues los costos y los obstáculos son grandes en comparación con los potenciales beneficios. Se percibe que es mejor los costos concentrados y de corto plazo, que los costos de las reformas de largo plazo inciertos y difusos. La falta de un entorno institucional fuerte acorta el horizonte temporal de los actores políticos, impide la posibilidad de lograr acuerdos entre la legislatura, y reduce la posibilidad de que los partidos o actores políticos sean recompensados por la implementación de políticas de interés general. La fragmentación impide la rendición de cuentas, pues es difícil reconocer el mérito o culpar a los partidos por ciertos resultados de política. Hay una inadecuada organización del debate parlamentario; además de eso, los políticos son bastante personalistas, y buscan resultados más tangibles como son la fama, el patronazgo y otros beneficios para intereses especiales y propios. El voto preferencial hace que los legisladores atiendan demandas más locales que nacionales, haciendo promesas sobra la creación de obras públicas, pese a que el Congreso no tiene iniciativa de gasto.[186]
La incapacidad de que los partidos puedan imponer disciplina ha sido acentuada por el sistema del voto preferente. Este sistema hace que las elecciones se conviertan en una batalla de personalidades en la misma lista de partidos como entre las distintas colectividades. Esto refuerza la naturaleza personalista de la justa electoral, agudiza las divisiones intrapartidistas, y disminuye la influencia de los dirigentes en el Legislativo. La popularidad de los partidos tiende a asociarse a un solo dirigente, lo que hace que los ciudadanos tengan pocos vínculos o intereses creados en las decisiones políticos; la credibilidad de los partidos tiende a asociarse del desempeño del gobierno de turno, lo cual no ha favorecido a los partidos en los últimos tiempos. Una muestra de ello es el recurso de vientre de alquiler, que Avanza País usó para Hernando de Soto en las elecciones de 2021.[62]
La representación proporcional y la segunda vuelta mayoritaria tienden a fomentar la fragmentación de los partidos. En 2001, se redujo la proporcionalidad, aumentando el número de congresistas de 80 a 120. El gran tamaño del distrito de Lima sigue fomentando la fragmentación de los partidos y a una débil conexión entre los electores y sus representantes, aunados a los pocos requisitos para obtener y mantener la personería jurídica.[180]
El poco prestigio de las colectividades políticas y del Congreso conduce a un círculo vicioso en que los ciudadanos no participen en los partidos o en la supervisión del Congreso, lo que provoca que se exija un menor financiamiento del Congreso, en vez de inversiones para mejorar su capacidad.
Sistema de financiación política que límite el tráfico de influencias y la distorsión en la equidad de representación
Con la adopción del modelo neoliberal en la constitución de 1993, la financiación de los partidos ha sido generalmente privada, carecía de límites, no estaba regulada, y ha sido a espaldas de la opinión pública. Las contribuciones han sido de grandes donaciones dadas por financiadores adinerados o grandes corporaciones (véase caso Odebrecht). Esas donaciones por lo general, se daban, en especie (automóviles, tiempo en los medios de comunicación, espacios publicitarios) pero el político o el partido tenía obligaciones hacia ellos. Hasta el 2017 no existió un sistema para fortalecer los partidos por fondos públicos ofrecidos por la ONPE.[187]
Esto ha contribuido a la corrupción (contribuciones financieras a cambio de tratamiento privilegiado en la contratación oficial o en el cumplimiento de las normas) y al favoritismo en las decisiones relacionadas con políticas públicas, pero no ha provocado grandes escándalos sobre fondos provenientes del narcotráfico u organizaciones criminales.[188] Pese a ello, se negó la posibilidad de establecerse como narcoestado,[189][190] a pesar del predominio del comercio ilegal de la coca surgida por la frustración de los agricultores en los años 1980,[191] y el supuesto financiamiento de partidos políticos por organizaciones en 2006.[192]
Proporcionalidad entre los votos adquiridos y los escaños legislativos
Los sistemas electores del Perú han favorecido que los partidos minoritarios tengan representación, cosa que ha contribuido más a la prominencia de los pequeños movimientos personalistas. Existe una gran relación entre la proporción de votos y escaños obtenidos. Sin embargo, la ley actual de partidos (como el umbral electoral requerido para conservar el Registro de Organizaciones Políticas)[193] tiende a no permitir la entrada y supervivencia de los partidos minoritarios.
Perú cuenta con su propia organización territorial, en que la entidad administrativa se le conoce como «departamento».
Dado que antes existía el sistema de distrito nacional, desde la Constitución de 1979,[111] existió la costumbre de concentrar los esfuerzos en las regiones más pobladas, pues en estas zonas la inversión de recursos políticos, el patronazgo y los recursos de campaña rendirán mayores retornos en votos. Con la unificación del Congreso, este sistema difiere de otros países latinoamericanos que suelen tener carácter multirepresentativo.[194] Sin embargo, el sistema actual no es excesivamente desigual en términos de representación geográfica, gracias a los planes de regionalización,[111] además de que las regiones aledañas desmitificaron la preferencia de candidatos populares en Lima como ocurrió en las elecciones de 2021.[195]
Equidad en la representación de género y grupos étnicos
Las mujeres han logrado avances a estar representadas y tener presencias en las listas del congreso. El porcentaje de mujeres en el Congreso está por encima de la media. La actual Ley de Partidos Políticos exige que haya de un 25 a 30 % de mujeres a las posiciones de dirigencia política dentro de los partidos. Las minorías indígenas están subrepresentadas, mucho más que en Ecuador y Bolivia para mediados de los 2010;[196] en las últimas cuatro elecciones (2006-2018) solo el 6 % de regidores provinciales y consejeros regionales elegidos fueron indígenas, por debajo del 15 % exigido en 2002.[197] La representación efectiva de los grupos particulares, como las mujeres, los indígenas o los grupos religiosos, son socavados por los valores culturales predominantes, las barreras del lenguaje, la discriminación social y los obstáculos a la participación.
En 2024, se propuso llevar a cabo la representación indígena, afroperuana y discapacitada en un próximo periodo legislativo.[198]
Capacidad para agregar las preferencias ciudadanas y buscar consensos
Hay debilidades para diseñar políticas de largo plazo, una incapacidad para poner límites a las decisiones arbitrarias del Ejecutivo, y la existencia de la naturaleza volátil e impredecible de las políticas. De hecho, entre 2017 y 2022, Convocó verificó 42 promesas en los mensajes a la Nación de Fiestas Patrias, las cuales solo se cumplieron ocho.[199]
Existe una falta de competencia de los legisladores —aunque existe unos pocos legisladores capaces y experimentados—, deficiencias en la organización y procedimientos de la legislatura, una inadecuada capacidad técnica y de investigación —que genera una incapacidad para analizar la factibilidad, costes e impactos económicos y sociales de las leyes—, poca transparencia —a pesar de contar con una ley de los años 2000, que exige entregar documentos sobre las entidades públicas— y apertura a la sociedad civil.
La naturaleza personalista de las comisiones legislativa, por lo general no tienen un respaldo de los partidos, impiden un funcionamiento eficiente del Congreso y debilitan la capacidad de los partidos para actuar como bancada, como el caso del gobierno de Alberto Fujimori y similares.[200] No existe canales de comunicación entre los grupos de la sociedad civil y las comisiones. En su lugar, y debido a los intereses de poder que buscan los partidos en el siglo XXI, puede denominarse como sistema partidocrático.[201] La información que se da a la sociedad civil acusa deficiencias, y el contenido de las leyes no se difunde hasta que esta sea aprobada. Pese a que existe un registro electrónico y en línea de las votaciones, su alcance en la ciudadanía es limitado.
En la etapa neoliberal del gobierno, las preferencias de la izquierda y la derecha prevalecieron considerablemente en eventos electorales (como en 2011 y 2016),[202] donde el centro político es casi ausente. En 2003, al menos tres de cada diez limeños se expresaban estar en el centro.[203]
El empresario Pablo de la Flor indujo que en ese espectro aparece «casi huérfano de voceros y partidos que articulen sus mensajes con la contundencia y vehemencia requerida».[204] La politóloga Marylia Cruz dijo para el diario La República que para el 2023 la polarización política limitó el surgimiento de ese centro.[205] En ese año, el mismo diario señaló que dos años después de lo ocurrido en 2021, entrevistados por el IEP prefirieron elegir por corrientes de centroizquierda y centroderecha.[206]
La constitución del Perú le da poderes al Legislativo para que controle las acciones y conducta del Poder Ejecutivo. También tiene otras funciones inherentes al sistema parlamentario, como la capacidad de emitir censura a los ministros del gabinete y la de dar el voto de confianza. Además, tiene derecho a interpelar ministros, a solicitar datos e informes a los ministerios y otras agencias gubernamentales, a crear comisiones de investigación, a ejercer control sobre el presupuesto, a revisar y aceptar o rechazar acciones legislativas del Ejecutivo, a realizar antejuicios y juicios políticos y acusaciones constitucionales. En 2023 se propuso tomar a entidades subaministrativas, como los gobiernos regionales.[207]
A pesar de conseguir con su agresividad en detener el avance de los proyectos con el paso del tiempo,[108][208] el Legislativo no siempre ha sido muy eficiente en la vigilancia y control del Ejecutivo. Las razones son que las constituciones han dotado al Ejecutivo de amplios poderes, la existencia de mayorías partidistas en el Congreso favorables al Ejecutivo, y a incentivos que limitan las capacidades de control de Legislativo. Últimamente, el Legislativo viene desarrollando sus poderes de control, aunque sin tomar medidas responsables por conflictos de intereses con los representantes como la vacancia presidencial.[209]
La naturaleza personalista de los políticos tiende a buscar beneficios concretos. Ya que los congresistas no tienen poder de iniciativa de gasto, estos dependen del Ejecutivo. El Poder Judicial, al no conseguir autonomía suficiente por la influencia de los gobiernos militares, no desempeña efectivamente la capacidad de garantizar la constitucionalidad de las leyes y los abusos del poder Ejecutivo.[210]
Por medio del artículo 23 del Reglamento del Congreso, los parlamentarios están obligados a comunicar con los pobladores del departamento que representa por al menos cinco días al año.[211] Esta obligación fue formulada por Juvenal Ordóñez Salazar en 2009.[212] Aunque parcialmente regulado, en 2017 se laxó el control económico al realizar los viajes hacia el lugar donde representan, que es supervisado por el ente.[211]
Esta etapa es importante para identificar el compromiso presencial del representante del departamento hacia sus electores.[212] Sin embargo, se criticó la falta de cumplimiento de algunos congresistas para favorecerse en viajes turísticos, ya que reciben un bono económico de 2 800 soles, lo que recibió el apodo irónico de «semana de relajación».[213] Por el otro lado, el excongresista Mauricio Mulder advirtió que estas prácticas «tratan de comprar la lealtad de algún ciudadano a cambio de recibir un regalo».[214]
↑Véase el artículo Influencia de la prensa de Lima en la opinión pública, en el que se describen estudios sobre el comportamiento de estos hacia figuras políticas. Por ejemplo, salvo La República, los principales medios impresos y televisivos masivos fueron timoratos a la hora de calificar a Alberto Fujimori (conocido en su gobierno por sus medidas económicas liberales) de «dictador» cuando falleció en 2024 y algunos de estos se limitaron a señalar si en su gobierno se cometieron excesos.[11]
↑Véase Propaganda fujimorista para la estrategia comunicativa de Fuerza Popular. En sus estrategias comunicativas, se refleja en el uso del término «caviar», originado en teorías conspirativas, como epíteto despectivo contra organizaciones de derechos humanos y grupos progresistas.[12]
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↑Mauceri, Philip (1 de mayo de 2001). «Estado, élites y contrainsurgencia: una comparación preliminar entre Colombia y Perú». Colombia Internacional (52): 44-64. ISSN1900-6004. doi:10.7440/colombiaint52.2001.02. Consultado el 30 de septiembre de 2023. «Si bien se logró eliminar el poder de la tradicional oligarquía terrateniente y de las compañías mineras extranjeras, el gobierno militar no tuvo éxito en la creación de nuevos mecanismos de intermediación política entre el estado y la sociedad. Como resultado, se generó un vacío político que rápidamente fue llenado por grupos extremistas, particularmente por Sendero Luminoso».
↑Alcántara Salazar, Gerardo (31 de diciembre de 2012). «La izquierda peruana en las últimas décadas del siglo XX». Docentia Et Investigatio (Universidad Nacional Mayor de San Marcos) 14 (2): 127-140. Consultado el 11 de enero de 2023. «El magisterio organizado en el Sindicato Único de Educadores [...] se convirtió en opositor y la respuesta fue ser estigmatizado y marginado económicamente. [...] El gobierno militar, en sus dos fases, solamente produjo descontento popular y la izquierda peruana [...] terminó legitimada.»
↑Grados Bertorini, Alfonso (Mayo de 1985). «El elector de 1985». DebateVII (32): 12-13. Consultado el 15 de abril de 2023. «Al jugar la carta aprista, la mayoría popular está en buena cuenta agotando la opción democrática social. Su fracaso no revertirá esos votos hacia la derecha».
↑Lerner Febres, Salomón (1 de diciembre de 2012). «Memoria, reconciliación y democracia». La Revue des droits de l’homme. Revue du Centre de recherches et d’études sur les droits fondamentaux (2). ISSN2264-119X. doi:10.4000/revdh.257. Consultado el 30 de agosto de 2023. «La Comisión señaló en que forma la violencia y el carácter que ésta tuvo obedecieron en medida significativa a las insuficiencias del desarrollo político peruano. El elemento originario de esas insuficiencias se encuentra en el problema de la ciudadanía. En el Perú, la condición de ciudadano, entendida como la posesión de derechos civiles, políticos y sociales y la capacidad de ejercerlos efectivamente, no es una situación generalizada, sino más bien el privilegio de un sector reducido de la población. [...]
Entendimos que ese gran vacío se encuentra, también, en el origen de las continuas frustraciones democráticas del Perú. Con una población poco favorecida por la existencia del Estado de Derecho, dado que sólo favorece a una minoría, resulta comprensible que la democracia en nuestro país sea frágil y resulte vulnerable ante proyectos autoritarios. [...]».
↑Durand, Francisco (1996). «Las elites, Fujimori y la crisis de los partidos en el Perú». Ensaios EFE17 (2): 182-213. ISSN1980-2668. Consultado el 1 de febrero de 2023. «En la primera vuelta, Vargas Llosa sólo logro el 32.6% de los votos a nivel nacional, seguido de cerca por Fujimori con 29.1 % y Alva con 22.5%. En Lima, la clase alta votó mayoritariamente a favor de Vargas Llosa (70.2%). Un 50.7% de la clase media se inclino también por Vargas Llosa, mientras solo 28.3% lo hizo por Fujimori.»
↑Tanaka, Martín. (2007). «¿Cultura política autoritaria?». Cultura política democrática en el Perú (Primera edición). Jurado Nacional de Elecciones. pp. 19-20. ISBN978-9972-2928-7-3. OCLC662672046. Consultado el 26 de abril de 2023. «Si se parte del hecho de que una gran mayoría apoyó el golpe de Estado y que Fujimori fue reelecto en 1995, se concluiría que el Perú tiene una cultura política autoritaria, pues, apoyamos aquellas formas de gobierno que atentan abiertamente contra las libertades individuales y el pluralismo político, en nombre de la autoridad y la eficiencia. Sin embargo, este diagnóstico pasa por alto que existieron otros sucesos durante el fujimorismo que no contaron con la aceptación de la ciudadanía. Por ejemplo, en el referéndum de 1993, en que se sometió a aprobación la vigencia de la nueva Constitución de 1993, se produjo un resultado muy ajustado y controversial. En el mismo sentido, el fujimorismo tampoco consiguió el respaldo ciudadano en los diversos comicios municipales ocurridos en esos años, no obstante las campañas explícitas que el propio presidente realizó por sus candidatos. Del apoyo a ciertas medidas autoritarias en determinados momentos no se deduce la existencia de una cultura política autoritaria
que persista en el tiempo y que caracterice a toda la población».
↑Sánchez, Juan Martín; Gonzales, Osmar (30 de junio de 2002). «Ideólogos y expertos en el Perú reciente». Anuario de Estudios Americanos59 (1): 223-247. ISSN1988-4273. doi:10.3989/aeamer.2002.v59.i1.203. Consultado el 6 de agosto de 2023. «En un contexto de esta naturaleza, los intelectuales con pretensiones de totalidad terminaron sobrando. Los espacios naturales en el que se debían desenvolver (como la universidad o las ONG, por ejemplo) se debilitaron hasta casi extinguirse,sobre todo en las provincias. Los ideólogos del velasquismo y los pertenecientes a la izquierda prácticamente desaparecieron durante el decenio infame que fue el de 1990 para el Perú y, aunque siguieron en su labor de denunciar la naturaleza del fujimorismo, lo hacían desde tribunas con influencia acotada (casi no tenían acceso a los medios de comunicación)».
↑Bonilla, Heraclio (2000). «El fujimorismo como forma de gobierno». Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura (27): 233. ISSN0120-2456. Consultado el 15 de septiembre de 2024. «La victoria electoral de Fujimori [constituye un] hecho inédito en los anales de la política peruana, porque antes el ingreso de un no blanco al palacio de gobierno sólo era posible mediante un golpe de estado, como lo ejemplifican las experiencias de Luis M. Sánchez Cerro, Manuel Apolinario Odria, o el ya mencionado Juan Velasco Alvarado».
↑Levitsky, Steven (1999). «Fujimori and Post-Party Politics in Peru». Journal of Democracy(en inglés)10 (3): 78-92. ISSN1086-3214. doi:10.1353/jod.1999.0047. Consultado el 23 de julio de 2023. «As it has in the past, Peruvian politics defied regional trends in the 1990s. Whereas democracy either took hold (Argentina, Brazil, Uruguay) or at least survived (Colombia, Ecuador, Nicaragua) throughout most of Latin America, it collapsed in Peru».
↑«El ocaso de Alejandro Toledo: de ser la esperanza para terminar con la dictadura a extraditado por millonaria coima de Odebrecht». infobae. Consultado el 23 de abril de 2023. «El fundador de Perú Posible, como opositor político, fue quien puso el rostro en las movilizaciones. Con una vincha roja y camisa verde recorría calles y plazas denunciando fraude con otros líderes políticos, incluso la manifestación llegó cerca al Congreso de la República, dominado por el partido oficialista Perú 2000 y parlamentarios tránsfugas, cuando Alberto Fujimori juramentaba como presidente del Perú».
↑Marin, Ignacio Garcia (27 de diciembre de 2021). «La oposición parlamentaria en el Perú (2006-2020): de la cooperación al conflicto». RIPS: Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas20 (2). ISSN2255-5986. doi:10.15304/rips.20.2.7448. Consultado el 9 de octubre de 2023. «El sistema político peruano destaca por la incorporación de elementos propios de un régimen parlamentarizado [...]. Sin embargo, estos incentivos, que a priori debieran propiciar un mayor compromiso entre oposición y ejecutivo en la tarea de gobierno, no han surtido efecto. Muy al contrario, no puede hablarse de un gobierno compartido ni de una negociación exitosa entre los diferentes actores. Asimismo, se destaca un sistema de partidos de muy baja institucionalización, creciente fraccionalización y predominio de los candidatos sobre las organizaciones partidarias. Esto vino acompañado por la persistencia de las minorías oficialistas y la ausencia de coaliciones parlamentarias y de gobierno, confrontando con las tesis de Dehesa (1997), Cheibub, Przeworski y Saiegh (2004) y de Albala (2016) y en línea con lo que ya adelantaran Linz (1990; 1999) y Linz y Valenzuela (1994). [...] El resultado ha sido claro: gobiernos inestables que han sufrido constantes renovaciones, decreciente producción legislativa y una oposición reactiva cuando lo ha considerado, mientras el uso del decreto ganó protagonismo».
↑De Lissovoy, Noah (18 de noviembre de 2014). Education and Emancipation in the Neoliberal Era: Being, Teaching, and Power(en inglés). Springer. p. 80. ISBN978-1-137-37531-5. Consultado el 11 de enero de 2024. «The spread of socialist ideas in Peru has resulted in a strong movement reflecting Indigenous demands. The new Peruvian generation knows that Peru's progress will be fictitious, or at least will not be Peruvian, if it does not benefit the Peruvian masses, four-fifths of whom are Indigenous and peasant».
↑Arce, Moises (1 de febrero de 2014). «The Persistence of the Two Perus». Current History113 (760): 70-75. ISSN0011-3530. doi:10.1525/curh.2014.113.760.70. Consultado el 29 de diciembre de 2022. «Toledo’s reforms sought to reverse long-standing patterns of economic and political centralization, which had made the coastal capital of Lima the
epicenter of economic activity as well as political control, and had historically cleaved Lima from the highlands of the country. Or, as Peruvian historian Jorge Basadre wrote, centralization has produced “two Perus”: the “official Peru” (Perú oficial) located in Lima, where the bureaucracy is seated, and the “deep Peru” (Perú profundo), where indigenous people live.»
↑González, Angie Katherine; Ponce, Matías; Rincón, Omar; Uribe Rincón, Catalina (2022). «Comunicación, jóvenes y protesta durante la crisis política en el Perú de fines de 2020: “Se metieron con la generación equivocada”». (No) es la comunicación ... : es la política. Friedrich–Ebert–Stiftung FES. p. 252. ISBN978-958-8677-60-6. OCLC1349536774. Consultado el 16 de febrero de 2023. «Por su parte, los interpelados, los que se metieron con la generación equivocada, son los políticos de viejas y nuevas generaciones, elegidos al Congreso. Los jóvenes les llaman “políticos tradicionales”, “corruptos”, “dinosaurios” y “viejos lesbianos”. Estas dos últimas denominaciones vienen de un dino-meme que a su vez surge de un juego de Facebook llamado Jurassic Park Builder el año 2018.»
↑Campos, Milagros (7 de julio de 2023). «El control parlamentario a los presidentes en minoría: un balance». Athina (015): 227-250. ISSN1991-5411. doi:10.26439/athina2023.n015.6494. Consultado el 24 de octubre de 2023. «Aun cuando el presente artículo no aborda todos los mecanismos de control parlamentario previstos en la Constitución de 1993, ni aquellos que de acuerdo al equilibrio entre estos dos poderes ejerce el ejecutivo respecto del Congreso, permite una reflexión sobre la relación entre ejecutivo y legislativo. El ejercicio del este control parlamentario ha sido frecuente».
↑Morón Pastor, Eduardo Andrés; Sanborn, Cynthia Ann (2007). Los desafíos del policymaking en el Perú: actores, instituciones y reglas de juego. Documento de trabajo del Centro de Investigación (Primera edición). Universidad del Pacífico. p. 17. ISBN978-9972-57-108-4. Consultado el 25 de noviembre de 2023. «Si bien se otorgó más autoridad al Ejecutivo en la Constitución de 1979,
sus redactores no querían que los presidentes fuesen dictadores; por
tanto, retuvieron una serie de contenidos formales referidos al equilibrio
de poderes. Estos incluyeron algunas medidas importantes respecto del
control congresal sobre los presidentes y el establecimiento de un Poder
Judicial formalmente independiente. Una mayoría de oposición en ambas cámaras del Congreso podía anular un veto presidencial, bloquear la
legislación iniciada por el Ejecutivo, negarle poderes legislativos extraordinarios, censurar ministros del gabinete, procesar al Presidente (un
proceso largo) o declarar la vacancia presidencial, un procedimiento
relativamente rápido (Kenney 2004). En efecto, estos elementos han llevado a que algunos analistas ubiquen al régimen peruano en una categoría híbrida o "semi-presidencial"».
↑Julcarima Álvarez, Gerson. «¿Afecta la “forma de gobierno” el funcionamiento de la democracia representativa? Algunas reflexiones a partir del caso peruano». En Lara Amat y León, Joan, ed. La ciudadanía y lo político. Ciudadanía y crisis de la democracia liberal en un mundo en transformación. Facultad de Letras y Ciencias Humanas y Escuela de Ciencia Política de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. p. 180. ISBN978-9972-695-82-7. Consultado el 25 de mayo de 2024. «El consenso en la mayoría de estos estudios es calificar el sistema de gobierno peruano como un presidencialismo atenuado, ello debido a que esta forma de gobierno —además de la figura de un presidente elegido por votación popular— presenta ciertos mecanismos de control parlamentario que son ajenos a un presidencialismo puro, como el voto de confianza o investidura y la capacidad de interpelar o censurar ministros».
↑García Marín, Ignacio (24 de enero de 2024). «La parlamentarización del juicio político en América Latina entre 1990 y 2022». Desafíos35 (Especial). ISSN2145-5112. doi:10.12804/revistas.urosario.edu.co/desafios/a.13212. Consultado el 25 de mayo de 2024. «Tratándose de un régimen semipresidencial, tanto en la práctica como de iure, la marcada minoría oficialista y la ausencia de un sistema de partidos institucionalizado ha jugado en contra de la permanencia y control del legislativo por los ejecutivos. Puede subrayarse, además, la más elevada rotación de ministros de toda América Latina, la alta volatilidad partidaria y la debilidad con la que encaran los presidentes sus mandatos».
↑Eguiguren Praeli, Francisco José (2007). «El régimen presidencial «atenuado» existente en el Perú». La responsabilidad del Presidente : razones para una reforma constitucional. Pontificia Universidad Católica del Perú. pp. 19-45. ISBN978-9972-42-826-5. doi:10.18800/9789972428265. Consultado el 1 de octubre de 2023. «Cabe resaltar que los excesos de algunos gobiernos influyeron en que
algunos congresistas propusieran adoptar el régimen parlamentario, lo
que fue rechazado por considerarlo ajeno a nuestra tradición política
presidencial y por carecer de partidos sólidos, con ideologías claras y organización disciplinada, lo que hacía impensable contar con mayorías
estables como las que requiere dicha forma de gobierno. Similar intento
se retomó durante la Convención Constituyente de 1919, que elaboró
la Carta de 1920, pero la mayoría desestimó tales propuestas, considerando que con las atribuciones de control y fiscalización ya conferidas
al Congreso —interpelación y censura de ministros, compatibilidad
entre el cargo parlamentario y el de ministro, potestad para nombrar
comisiones investigadoras, etcétera— este órgano contaba con poder
suficiente frente al Ejecutivo, lo que hacía innecesario seguir avanzando
hacia un sistema parlamentario».
↑Pereda, David (21 de enero de 2024). «Coalición Ejecutivo-Legislativo: cambios necesarios no están en la agenda». larepublica.pe. Consultado el 21 de enero de 2024. «"Si, al contrario, el Congreso es el primer poder del Estado, pasemos a un sistema parlamentario puro donde el presidente sea una figura decorativa y sea el primer ministro electo a través de las bancadas mayoritarias del Congreso, de manera que estas se hagan responsables de sus acciones", manifiesta [Anthony Medina Rivas Plata]. Para Medina, nuestro sistema semipresidencialista, con elementos de parlamentarismo, no funcionó bien. "O es uno o es lo otro, ya que el sistema híbrido que tenemos ha fracasado ampliamente y solo genera inestabilidad política", asevera».
↑Tanaka, Martín (Abril de 2007). «La intervención de los factores políticos». El sistema de partidos “realmente existente” en el Perú, los desafíos de la construcción de una representación política nacional, y cómo enrumbar la reforma política. Instituto de Estudios Peruanos. Consultado el 22 de agosto de 2022.
↑Tassano Velaochaga, Hebert (2008). «Los Organismos Reguladores de Servicios Públicos». Revista de Derecho Administrativo (4): 89-106. Consultado el 14 de octubre de 2023. «En el Perú -y como parte de un proceso relativamente similar al que se experimentó en países de nuestro entorno como Argentina y Chile, entre otros-la aparición de la mayoría de los organismos reguladores de los servicios públicos se produjo en el marco del proceso de transformación del rol del Estado en la economía, que se desarrollo durante la última década del Siglo XX y que determinó la liberalización de amplios sectores del mercado, la transferencia al sector privado de la propiedad de numerosas empresas estatales y el otorgamiento de concesiones de servicios públicos y de obras públicas de infraestructura».
↑Loayza-Javier, Jerjes (27 de marzo de 2023). «Leva militar y violencia en contra de la juventud en el Perú». Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud21 (1): 1-24. ISSN2027-7679. doi:10.11600/rlcsnj.21.1.5504. Consultado el 20 de agosto de 2024. «En aquel entonces, las juventudes urbanas y universitarias eran abiertamente políticas, persiguiendo ideales como la «revolución, la reforma agraria, una alianza latinoamericana para detener al imperialismo, y generar democracias populares»».
↑Montoya Canchis, Luis W. (2009-07). «Políticas y juventudes post-transición democrática en el Perú». Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud7 (2): 1229-1254. ISSN1692-715X. Consultado el 3 de noviembre de 2023. «La Ley del Consejo Nacional de la Juventud Nº 27802 es promulgada por el presidente Toledo un año después de su anuncio, el 29 de julio de 2002. El problema no sólo fue la demora en la promulgación de la norma, sino sobre todo el enfoque. La propuesta inicial del gobierno apostaba por un proceso de "inclusión participativa" de las juventudes, a través de la creación de una instancia de representación juvenil de base territorial elegida por voto universal, la cual es reemplazada por otra donde la participación de las juventudes es mediada y subordinada a una instancia estatal de rango ministerial. [...] El texto de la ley establece y regula la conformación de tres instancias: una de concertación, denominada el Comité de Coordinación del Conaju, donde coordinan representantes de las juventudes y el Estado; un ente rector, la Comisión Nacional de la Juventud, que funciona como un organismo del Estado; y una tercera de representación juvenil, el Consejo de Participación de la Juventud, donde participan jóvenes de diversas organizaciones elegidos y elegidas para este propósito».
↑Liguori, Mariana; Beretta, Diego (2022). «Los organismos nacionales de juventud en perspectiva histórica: agendas y recorridos institucionales en América Latina y el Caribe (1980-2020)». Studia Politicæ (56): 65-101. ISSN2408-4182. doi:10.22529/sp.2022.56.04. Consultado el 3 de noviembre de 2023. «En Perú, en el año 2002, se promulgó la Ley 27802 del Consejo Nacional de la Juventud como marco normativo para la creación del primer organismo público y descentralizado con rango ministerial dedicado al impulso y coordinación de políticas públicas de juventud en el país, la Comisión Nacional de Juventud (CONAJU). Los lineamientos en el trabajo estatal con juventudes en el país son postulados en el Plan Nacional de Juventud 2006-2011, concebido desde la articulación entre diferentes dependencias del Estado nacional, organizaciones no gubernamentales y actores del sector privado (CONAJU, 2006). En 2015, este organismo de juventud pasó a ser constituido como Secretaría Nacional de Juventud en el ámbito del Ministerio de Educación y, retomando los antecedentes en materia juvenil, en 2016 se aprobó la Política Nacional de Juventud con un enfoque multisectorial como nuevo eje rector de las intervenciones en asuntos de juventud en el país (SENAJU, 2019).»
↑Cayetano, Shirley (7 de octubre de 2023). «Estado pone trabas para que mineras construyan centros de salud en regiones». Peru21. Consultado el 15 de octubre de 2023. «Antes se pensaba que, a través del mecanismo de Obras por Impuestos, los proyectos de infraestructura se iban a acelerar y no fue así. Se necesita coordinar con los gobiernos locales, con las direcciones regionales de salud, con las municipalidades distritales».
↑Munguía Becerra, Paul. «El espectro ideológico de los partidos políticos peruanos». pacarinadelsur.com. Consultado el 3 de noviembre de 2023. «Frente a un sistema hegemónico democrático neoliberal se conserva las posiciones de izquierda reformista y derecha conversa, con una estructura de localizaciones en la matriz ideológica, pero con estrategias de poder flexible y elásticas conseguida mediante medidas y propuesta políticas electorales».
↑Pereda, David (3 de noviembre de 2023). «Encuesta IEP: Los peruanos estamos más polarizados que en el 2021 tras las elecciones». larepublica.pe. Consultado el 3 de noviembre de 2023. «"La reducción del centro puede explicarse por las acontecimientos de crisis política que instan a la ciudadanía a tomar posición. El centro no está siendo identificado con personajes que propongan acciones ni ha dado respuestas claras en momentos difíciles", dice la politóloga Marylia Cruz, profesora de la Universidad Católica (PUCP)».
↑ ab«Congreso rindió homenaje a extinto legislador Juvenal Ordóñez». Radio Uno. 9 de diciembre de 2011. Consultado el 3 de febrero de 2024. «El presidente del Congreso reconoció, además, que el extinto parlamentario tacneño fue el impulsor de la Semana de Representación que hoy en día cumplen todos los legisladores cada fin de mes, labor que, dijo, es la más importante en la vida parlamentaria, toda vez que es el nexo que permite a los congresistas estar en contacto directo con la población».