Política del Perú

La política de la República del Perú se desarrolla en el marco de una república democrática representativa, unitaria y semipresidencialista, en la que el o la presidente del Perú es a la vez jefe de Estado y jefe de Gobierno, y de un sistema multipartidista pluriforme. El poder ejecutivo es ejercido por el o la presidente y el Gobierno; el poder legislativo corresponde al Gobierno y al Congreso, y el poder judicial es independiente del ejecutivo y del legislativo.

A lo largo de la historia republicana peruana, han surgido posiciones dualistas que han influido en su escena política. Estas han oscilado entre monárquicos y absolutistas (siglo XIX),[1]liberales y conservadores (principios del siglo XX),[1]neoliberales y maoístas (década de los ochenta)[2]​ y fujimoristas y antifujimoristas (siglo XXI).[3][4]

Los partidos políticos, tradicionalmente débiles, vieron cómo su apoyo se desplomaba aún más en Perú desde el año 2000, allanando el camino para el auge de los liderazgos personalistas.[5][6]​ Los partidos políticos en el Congreso de Perú son, según la politóloga Lucía Dammert, «aglomeraciones de intereses individuales y de grupo más que partidos sólidos y representativos».[6]​ A partir de 2022, la Unidad de Inteligencia The Economist califica a Perú de «régimen híbrido».[7]

El historiador Antonio Zapata describe Perú como un «país de derechas»; el único gobierno de izquierdas de la historia contemporánea hasta la elección de Pedro Castillo en 2021[8]​ fue el de Juan Velasco Alvarado (1968-1975), autor de una reforma agraria y de la nacionalización de sectores estratégicos.[9]​ Perú es también una de las naciones con mayor presencia de conservadurismo social de América Latina.[10]

Desde la implementación del neoliberalismo a finales del siglo XX y el surgimiento del centralismo, la tendencia predominante en los principales medios de comunicación[a]​ y partidos políticos[b]​ es estar a favor del liberalismo económico.[13]​ Los opositores al statu quo neoliberal o los participantes de la izquierda política, en particular de regiones andinas, suelen enfrentar campañas de deslegitimación conocidas como «terruqueos», en el que se asocia a individuos o grupos con terroristas involucrados en el conflicto armado interno peruano.[14][15]

Desarrollo histórico

[editar]
Como nos recordaba la historiadora Carmen McEvoy, ya lo decía José Antonio Lavalle: «La política peruana es un laberinto capaz de enredar al mismo diablo».
—El politólogo Gonzalo Banda en una columna de El País[16]

La configuración política de Perú tiene sus raíces en los movimientos independentistas[17]​ y en los posteriores gobiernos militares instaurados tras la independencia nacional.[18]​ Durante el periodo comprendido entre 1821 y 1895, el poder residió principalmente en manos militares, lo que limitó el desarrollo de partidos políticos modernos.[19]​ En 1822 se convocó el primer congreso constituyente, integrado por 73 diputados electos, encabezado por Simón Bolívar.[20]​ Al año siguiente, se promulgó una Constitución que establecía un gobierno democrático y la división de poderes.[21]

Sin embargo, este proceso democrático tuvo corta duración debido a la renuncia de Bolívar.[22]​ En su lugar, José de la Riva-Agüero asumió la presidencia, abanderando una corriente conservadora que enfatizaba el tradicionalismo y el intelecto, distanciándose de la orientación militar previa.[17][23]​ A lo largo del siglo XIX, se desarrollaron nuevas constituciones, cada una con una vida efímera debido a las guerras civiles, entre las que destacó el conflicto entre conservadores y liberales de mediados de siglo,[24]​ así como el anhelo nacionalista de anexionarse Bolivia.

La soberanía nacional se mantuvo a través de los objetivos de preservar el orden social y dirimir los conflictos políticos entre los intereses de la elite. La oligarquía limeña, denominación adoptada desde la década de 1870, intentó remodelar la nación en consonancia con sus ideologías y alianzas políticas.[25]​ Este grupo, en el que 24 miembros se hallaban entre los 100 individuos más acaudalados de la época, ostentó el poder durante un periodo más prolongado que cualquier otra oligarquía en América Latina, desde 1895 hasta mediados del siglo XX.[26]​ En los gobiernos caudillistas de la República Aristocrática (anteriores al ascenso de Augusto Leguía), considerados un período de elecciones populares,[27]​ el Partido Civil, identificado con la ideología de derecha liberal (representada por el presidente Manuel Prado), fue uno de los primeros partidos estables y representativos de la época.[28][29]

A principios del siglo XX, las tasas de alfabetización en Perú eran muy bajas (menos del 2 %).[30]​ El reconocimiento de la población indígena era limitado hasta la Constitución de 1920,[31]​ y se oficializó mediante decretos como el Patronato de la Raza Indígena en 1922.[32]​ Sin embargo, la participación rural generó resistencia al gobierno debido a las denuncias de vulneración de derechos.[32]​ Esta insatisfacción jugaría un papel crucial en años posteriores, cuando el concepto de «pueblo» se empleó como una forma de oposición a la oligarquía.[33]​ Según Gonzalo Portocarrero, los criollos y los mestizos eran más aceptados por la élite republicana que los indígenas.[34]​ Por otra parte, una investigación del gobierno de los Estados Unidos (1992) indicó que otros departamentos establecieron sus propias élites.[35]

En 1924, desde la Ciudad de México, los líderes de la reforma universitaria en Perú que habían sido forzados al exilio por el gobierno fundaron la Alianza Popular Revolucionaria Americana, que tuvo una gran influencia en la vida política del país. El APRA, que no tuvo una postura definida hacia la oligarquía o la clase trabajadora,[36]​ es en gran medida una expresión política de la reforma universitaria y de las luchas obreras de los años 1918-1920. El movimiento toma sus influencias de la revolución mexicana y su Constitución de 1917, particularmente en temas de agrarismo e indigenismo, y en menor medida de la revolución rusa. Cercano al marxismo (su líder, Haya de la Torre, declaró que «el APRA es la interpretación marxista de la realidad americana»), sin embargo, se aleja de él en la cuestión de la lucha de clases y la importancia que se le da a la lucha por la unidad política de América Latina.[37]

En 1928 se fundó el Partido Socialista Peruano, en particular bajo la dirección de José Carlos Mariátegui, exmiembro del APRA, quien intentó retratar la situación real del país con sus Siete ensayos.[38]​ Poco después, en 1929, el partido creó la Confederación General de Trabajadores del Perú.[37]​ Sin embargo, en los años 1930, el PSP sufre una renovación con el futuro Partido Comunista Peruano. Además, el APRA se enfrentó con autoridades de la etapa militar («segundo militarismo») tras la crisis economía internacional ocurrida al terminar el gobierno de Augusto Leguía; como resultado, los apristas fueron vetados hasta 1945, cuya prohibición se evidenció con las elecciones de 1936, mientras que las Fuerzas Armadas gobernaron varios años (en que se conoce como el «tercer militarismo»).[39]​ Luego de la vuelta de la democracia en los años 1940, en 1950 el gobierno permaneció liberal.[40]

Perú atravesó una etapa de estancamiento gubernamental que se denominó «crisis de oligarquía» (1930-1968).[41]​ Ya en 1968, se marcó un hito en la izquierda, que era entonces una fuerza electoral marginada,[42]​ cuando entró en el gobierno el militar Velasco Alvarado,[43][44][45]​ que incluso abrió la puerta a la nueva constitución de 1979.[46]​ Aquello supuso el fin de la oligarquía en su estado original,[47]​ en el que la falta de interés del Estado y de los medios de comunicación entre este y las poblaciones aledañas, y el descontento de estas, sería aprovechado por grupos extremistas.[48]​ Además de las reformas agrícolas del gobierno como propuestas para el sector rural, recibieron el apoyo de casi todos los movimientos de la izquierda como el SUTEP,[49]​ pero no de partidos radicales como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria y la Vanguardia Revolucionaria.[50]​ En 1975 Velasco abandonó el poder y, a pesar de las intenciones de Morales Bermúdez de continuar el legado autócrata, el APRA fue uno de los favoritos para gobernar de nuevo en democracia;[51]​ cuyo líder Alan García Pérez gobernó en la década de 1980, denominada también la década perdida.[52]

A pesar de que Alfonso Barrantes puso en marcha aquel espectro democrático con su llegada en 1983,[45][53][54][55]​ en un esfuerzo por representar las regiones aledañas de Lima,[56]​ según el historiador Antonio Zapata, la presencia de la izquierda perdió prestigio en esa década emergente debido a la mala imagen vinculada con la etapa del terrorismo.[57]​ Esto coincide con ideas más radicales del PCP, como Sendero Luminoso, grupo protagónico de los últimos años del siglo en acercarse al concepto de la ultraizquierda,[58]​ que su sucesor y candidato a partido político Movadef aprovechó incursionarse en las elecciones.[59]​ La etapa de crisis representativa posterior a Velasco fue plasmada en el controvertido informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (2001-2003), responsable de investigar el denominado conflicto armado interno, cuando denotó una insuficiencia en el desarrollo político peruano exclusivo para grupos de poder.[60]

El comportamiento electoral en Perú tiene una preferencia por candidatos con características distintivas, tanto de derecha como de izquierda.[61]

Gobierno de Fujimori y situación de los espectros políticos

[editar]

En la década de 1990, el país pasó a un nuevo gobierno en el que Alberto Fujimori promulgó una nueva constitución (1993) para hacer frente a la crisis de la década perdida. Las medidas planificadas recibieron críticas por parte de su histórico rival, Mario Vargas Llosa,[62]​ quien fue muy popular entre la clase alta de Lima en la primera vuelta de las elecciones de 1990.[63]​ Este hecho fue objeto de controversia, debido a la adopción de medidas autoritarias, como el mensaje a la Nación que dio inicio al autogolpe de 1992, además de la nueva constitución, elegida con un mínimo margen por el denominado Congreso Constituyente Democrático.[64]​ Este gobierno supuso el fin de la presencia de la izquierda inspirada en Velasco Alvarado como participante principal de la política[65]​ y también fue la primera vez que un presidente no blanco ingresó por mayoría de votos, antes de que recirriera a los golpes de Estado, una estrategia que se había utilizado en el pasado.[66]

El llamado fujimorismo se asentó en las clases populares debido a su afinidad con las necesidades básicas;[67]​ sin embargo, marcado por la elección de líderes outsiders (no mediáticos),[68][69][70]​ ocurrió el colapso del sistema de partidos políticos.[71]​ Los posteriores gobiernos contaron con una débil oposición, a pesar de la presencia de Alejandro Toledo, uno de los líderes contra el Fujimorato que se convirtió en el primer presidente elegido democráticamente del siglo XXI.[72]

Entre 2006 y 2020 el parlamento no ayudó a supervisar y corregir la gestión de los presidentes debido a poca solidez de los partidos políticos sobre sus representantes.[73]​ Alan García (en su segundo gobierno) admitió la debilidad de su oposición,[74]​ e incluso en el gobierno de Ollanta Humala —que los votantes presumieron romper el gobierno, cuando en 2006 intentó competir con García,[75]​ mientras que en 2011 alcanzó enfocar su espectro político hacia la posición izquierda—[76][77]​ no generó una rivalidad estable entre la derecha política y ajenos a ella, entre sus motivos por la precaria institucionalidad electoral y su volatilidad electoral en los siguientes años.[78][79][80]​ Esto conllevó una crisis política entre 2016 y 2020 y una diferenciada bancada oficialista y opositora en el congreso.[81]

La derecha en el gobierno, inspirado en referentes políticos como Vargas Llosa y Hernando de Soto[82]​ —este último quien cambió el término «liberal» con lo «popular» desde el libro El otro sendero para fácil entendimiento—,[83]​ predomina el establishment de la derecha política durante casi tres décadas.[84]​ Debido a sus posiciones, esta se bifurcó en elementalmente dos sectores: los económicos y los participativos vinculados con el régimen y sus aliados partidarios.[85][78][86][87]​ Su dinámica suele llevar ligeras variaciones por los siguientes mandatarios como Alan García y Pedro Pablo Kuczynski.[40]

La izquierda política, con una presencia del 20 % en una encuesta de 2004, estuvo vinculada a figuras prometedoras como Yehude Simon, Javier Diez Canseco y Susana Villarán.[88]​ Sin embargo, desde las zonas rurales y alejadas de la capital, donde se concentra el poder económico sin lograr la denominada distribución de la riqueza, movimientos políticos de ese espectro empezaron a tomar protagonismo, a causa de la percepción negativa de los electores hacia los partidos políticos de derecha en gobiernos anteriores,[89]​ como las críticas a la reciente Constitución de 1993.[90]​ Estas zonas rurales y alejadas adoptaron su propia trayectoria económica y social, así como ideológica, como es el caso del socialismo en grupos indígenas.[91]​ En general, se las conoce como el «Perú profundo», término acuñado por el historiador Jorge Basadre y que tuvo cierto impacto en el gobierno de Alejandro Toledo.[92]​ Un detalle adicional es la presencia de la macrorregión sur, que tuvo una elección diferente a Lima en elecciones generales a causa del antifujimorismo, en el que la candidata Keiko Fujimori (que postuló tres veces) solo ganó una vez en una región del sur: Madre de Dios, en la primera y segunda vuelta de 2011.[93]

No obstante, en 2021 y con la llegada del candidato socialista de izquierda política Pedro Castillo al entorno político, la crisis se consolidó con una polarizada riña política entre los bandos de Keiko Fujimori (quien mantiene vigente el legado de su padre) y Castillo (apoyado por el «Perú profundo»).[94][95]​ Si bien Vargas Llosa animó a elegir a la hija del exmandatario por ser el «mal menor», en relación con la mala imagen que trajo los movimientos en su contra,[96]​ y un eventual cambio de posición de liberal a conservadora;[62]​ en ese entonces, ambos bandos criticaron entre sí,[97]​ cuya organización legislativa es la más dispersada de su historia.[98]​ La participación de sus simpatizantes incluyen estrategias como protestas y calificativos por los sectores más aferrados, que destacan palabras populares «caviar» (adoptado por Aldo Mariátegui para un sector de la izquierda y movimientos progresistas),[99]​ «terruqueo»,[99]​ «derecha bruta y achorada» (adaptado por Juan Carlos Tafur para la derecha populista)[85]​ y «viejo lesbiano» (recurrido por jóvenes a los políticos tradicionales).[99][100][101]​ Esta polaridad se mantuvo vigente en el gobierno izquierdista de Castillo (cuyos electores fueron calificados por detractores conservadores de «caviares» y «comunistas»)[102]​ con Fujimori como nuevo símbolo de la oposición, a pesar de llevar los mismos intereses con el fundador del partido oficialista, Perú Libre, Vladimir Cerrón.[103]

Irónicamente, en 2022, Castillo anunció su propia intención de implementar una serie de medidas fuera del marco constitucional, al mismo estilo del autogolpe realizado durante el Fujimorato; César Hildebrandt y Mario Vargas Llosa comparten dicha similitud.[104][105]​ Con ese suceso, surgieron enfrentamientos entre el oficialismo y las regiones aledañas que mostraron su apoyo a las medidas políticas. Para ese entonces, entre el 2000 y 2022, existieron tres disoluciones del Congreso y nueve mociones de vacancia como muestra de la rivalidad entre los poderes Legislativo y Ejecutivo.[106]​ En diciembre de 2023, el medio Infobae señaló que la imagen de la izquierda peruana se vio afectada por la presencia de representantes del espectro en problemas legales.[107]

República

[editar]

El Estado Peruano es la organización política que representa al conjunto de sus ciudadanos. Posee una estructura unitaria con separación de poderes. Jurídicamente, adopta la forma de gobierno presidencialista, si bien a lo largo de su historia ha experimentado tensiones en el equilibrio de poderes.[108]

Ejerce los tres Poderes (gobierno nacional): ejecutivo, legislativo y judicial. Junto a esos tres, en que suele existir la presencia del oficialismo y la oposición en alguno de los poderes,[108]​ la coalición recibe extraoficialmente el nombre Consejo de Estado del Perú. La constitución, además, establece organismos autónomos para labores específicas, en que el Tribunal Constitucional exige su cumplimiento. Para la supervisión de representantes de organismos autónomos, requiere de una Mesa Permanente o Mesa Directiva, formada por congresistas.[109]

Además, el país cuenta con una administración subnacional. Los principales son los gobiernos regionales,[110]​ bajo su propia Ley Orgánica, en que la población participa en la planificación de obras dentro de su zona y combatir la desigualdad.[111]​ Esto no significa que lo convierta en federalista, pero sí descentralista, ya que lleva un presupuesto establecido y una serie de competencias para operar con cierta independencia.[112]​ Luego, están las municipalidades provinciales y distritales, cuya su labor es muy limitada: mantiene la limpieza de las calles, regula funciones ambientales y comerciales y ejecuta obras menores.[113]

Históricamente, en la administración subnacional contó con prefectos y subprefectos, término predecesor a los municipios «con subordinación gradual» que data de 1824, cuya función es atender las necesidades ejecutivas como el orden y la seguridad pública.[114][115]​ Dichos representantes permanecieron por casi dos siglos y carecieron de una elección demorcática.[116][117]​ Para 1920, existieron los Congresos Regionales para el Poder Legislativo.[31]​ Cerca del siglo XXI, los prefectos desempeñan un rol menor, como representantes en la resolución de conflictos sociales.[118]

Perú como miembro de la Comunidad Andina lleva un ente superior, el Parlamento Andino, cuyos representantes se eligen vía elecciones generales. Sin embargo, se criticó la baja potencia económica al exportarse con otros países dentro de la Comunidad; en tanto, y por su cuenta, suele depender de tratados de libre comercio con otros países para generar ingresos.[119]

Controversia sobre la forma de gobierno

[editar]

Existe controversia sobre la distribución de poderes, en que está inclinada el legislativo. El influyente dominicano Listín Diario e investigadores sugieren que en la práctica es semipresidencialista por el control político del Congreso a mediados del siglo XX e inicios del siglo XXI.[120][121][122][123][124][125][126]​ La influencia del Congreso se evidenció en las crisis políticas de 2016 y 2021, donde su alta volatilidad partidaria impactó significativamente en la gobernabilidad del país.[127]

El especialista Magdiel Gonzales Ojeda indicó que el sistema de gobierno en el Perú es semipresidencialista. Esto se debe a que combina elementos de un sistema presidencial con rasgos parlamentarios, tal como se establece en el artículo 111 de la Constitución Política de 1993.[128]​ No obstante, cabe resaltar que durante los primeros años de la república peruana se llegó a considerar la implementación de un sistema parlamentarista.[129]

A lo largo de la historia, han surgido casos en los que el sistema de gobierno ha dependido de criterios puntuales. La Constitución de 1933 otorgó al Congreso la facultad de elegir al candidato presidencial si este no obtenía un número determinado de votos. La de 1979 reforzó el poder del Ejecutivo y restringió la promulgación de leyes por parte del Congreso. Finalmente, en 1993 se eliminó la elección presidencial directa y se estableció que el nombramiento del gabinete ministerial requería la aprobación explícita del Parlamento.[130]

Diversos analistas han señalado la existencia de una tendencia del Congreso peruano a injerirse en otras instituciones del Estado durante los últimos años. El periodista Martín Hidalgo de El Comercio, por ejemplo, reveló esta situación en 2024, al mencionar la influencia del Congreso en entidades como el Poder Ejecutivo y la Defensoría del Pueblo. [131]​ La publicación The Economist señaló que la presidenta de la República, Dina Boluarte, cedió el control político al Parlamaneto para evitar ser destituida.[132][133]​ La congresista Patricia Chirinos confesó que el Congreso controlaba a Boluarte para «ir limitando algunas cosas de su comportamiento y de sus decisiones».[134][135]

En la misma línea, los analistas políticos Fernando Tuesta y Gino Costa percibieron que, en la práctica, el Congreso ha asumido el papel de primer poder del Estado.[136][137]​ Esta perspectiva se ve reforzada por el análisis del politólogo Anthony Medina Rivas, quien en 2024, como miembro del Instituto de Estudios Políticos Andinos, señaló que este sistema híbrido ha generado inestabilidad política y ha sido un factor determinante del fracaso constante.[138]​ Cuando el Tribunal Constitucional permitió que el Parlamento ejerciera control político, la abogada del Instituto de Defensa Legal, Cruz Silva del Carpio, señaló que ese permiso le daba la potestad de «hacer lo que quiera».[139]​ No obstante, el propio TC resolvió que los representantes del Poder Judicial son los únicos llamados a decidir si un acto del Parlamento es correcto o afecta a derechos fundamentales.[140]

Desarrollo de la participación política

[editar]

Un gobierno basado en el consentimiento de los gobernados

[editar]

Aceptación del modelo político y ejecutivo

[editar]

El nivel de apoyo al sistema democrático es más tenue que en otros países (45 % según Latino barómetro 2004). El porcentaje que prefiere un modelo autoritario es también bajo (20 % en el Latino barómetro 2004). Para el 23 % no existe diferencia significativa entre un sistema democrático y uno autoritario. Sin embargo, un 43 % apoyaría un gobierno militar si las cosas se tornaran difíciles. La satisfacción con el desempeño de la democracia se sitúa en 7 % (2004), a pesar de que la economía ha figurado entre las de mayor crecimiento entre la región.[141]

Dado el origen controvertido de la actual constitución, el Congreso Constituyente Democrático, se ha puesto en duda su legitimidad y se ha pedido su reforma. Entre las reformas está la vuelta al sistema bicameral, la renovación por tercios, un mayor aumento en el congreso, la introducción de un umbral político y la disminución de los requisitos legales para votar.[141]

Existe una falta de progreso en reforma política, reducción de la pobreza y la creación de empleos; que contribuyen a la mala imagen de los políticos y las instituciones democráticas, así como de los partidos y el Congreso.[110][141]

Aceptación de las reglas de juego

[editar]

Las formas como los grupos expresan sus desacuerdos se han ajustado a las reglas democráticas, en que influye la representación de zonas aledañas para atender necesidades más allá de Lima,[142]​ conocido también como el «Perú profundo». En 2003, la mayoría de las marchas fueron pacíficas, aunque en algunas protestas hubo brotes de violencia. El número, nivel e intensidad de las protestas aumentó progresivamente desde el 2004. Los grupos políticos y sociales regionales realizan protestas masivas y actividades que alteran el orden público, llegando a bloquear carreteras o a ocupar instalaciones gubernamentales. Esto muestra la escasa cultura de legalidad que existe en las áreas más remotas del país. Las acciones subversivas están menos que los que existían en los años ochenta.[143]​ Entre 2011 y 2022 marcaron más de 600 protestas sociales.[144]

La mayoría de la población peruana considera que el acceso y la distribución del poder político deben ser determinados a través de procesos electorales. No obstante, persisten discrepancias en cuanto a las normas electorales vigentes.[141]​ Desde su ratificación en 2001, la Carta Democrática Interamericana otorga un marco legal que permite la intervención de organizaciones supranacionales ante situaciones que pongan en peligro el régimen democrático.[145]

Comunicación con otros países

[editar]
Una reunión de embajadores acreditados en el exterior de 2010.

Perú cuenta con varias misiones diplomáticas para comunicar a sus ciudadanos fuera del territorio nacional. Cada ciudadano cuenta con un pasaporte. Con la política de Alberto Fujimori se implantaron medidas de política exterior como la soberanía, la integridad territorial, la independencia económica, el regionalismo y la solidaridad continental.[146]

Inclusión e intensidad de la participación política

[editar]

Apertura del proceso electoral

[editar]

ONPE y JNE, instituciones formadas por el proceso constituyente de 1992, han recobrado rápidamente su credibilidad desde las elecciones de 2001 como órganos juridiccionales.[147]​ El proceso de 2001 fue justo y los votantes pudieron ejercer su derecho sin la intervención del Estado u otros actores, y los mercados de información de los partidos se mantuvieron libres de las distorsiones de la inyección de dinero del Estado al partido de gobierno.[141]

El voto se considera obligatorio: el no recurrir a votar se paga con una multa de unos $35. Sin embargo, las grandes distancias que deben recorrer la población rural para ir a los centros de votación limitan la igualdad en participación electoral, a pesar de que la ONPE está trabajando en ese problema. La población en edad de votar y empadronada ha sido la más alta de la región.[141]

El Perú cuenta con un sistema eficiente y completo de inscripción electoral ciudadana. El proceso de inscripción electoral es automático pues el registro electoral proviene del RENIEC (Registro Nacional de Identificación y Estado Civil). Esto permite que esté constantemente actualizado y que se excluya a los fallecidos o los que han cambiado de lugar de residencia. A pesar de eso, se estima que el Registro Civil excluye entre 800 000 y 1 000 000 personas (3 a 3.5 % de la población): lo más probable es que los pobres del campo y los indígenas constituyan una alta proporción de quienes no tienen DNI (Documento Nacional de Identificación) por la lejanía, el costo y la falta de partidas de nacimiento. A pesar de eso, se considera que el sistema de inscripción electoral es bastante completo y preciso, y no genera desigualdades en materias de población electoral.[141]

Desde la transición a la democracia en 1980, no ha existido obstáculos significativos para la creación y preservación de los partidos políticos. Con el fin de inscribirse, un partido debe obtener un número de firmas equivalentes al 1 % del total de votos depositados en las últimas elecciones. Para conservar esa inscripción, se ha solicitado a los partidos que mantengan al menos un escaño en el Congreso, cosa que los partidos han logrado mediante la configuración de alianzas. Perú cuenta con distritos electorales múltiples,[148]​ siendo Lima el más grande (35 diputados elegidos en Lima). Los pocos requisitos para inscribir partidos, y los votos requeridos para obtener un escaño en el Congreso han contribuido a la volatilidad y la fragmentación del sistema partidista peruano. La volatilidad ha limitado los incentivos para forjar coaliciones intrapartidista, y han acentuado la importancia de las personalidades individuales. La fragmentación también se ha originado por factores no institucionales, como la incapacidad de los partidos tradicionales de gobernar de manera efectiva desde los ochenta, y la falta de progreso en cuanto a mejorar la calidad de vida y reducir la pobreza, y la retórica y acciones del gobierno fujimorista contra los partidos. En 2001, el índico efectivo de partidos en el congreso fue de 4,5 colocándose entre los seis primeros países de la región alta fragmentación en el sistema de partidos.[141]

La ley de partidos apunta a promover un menor número de colectividades con cobertura nacional mediante la imposición de requerimientos adicionales de inscripción. Aparte de obtener las firmas equivalentes al 1 % obtenidos en las últimas elecciones, debe acreditar comités con un mínimo de 50 miembros en por lo menos dos tercios de los departamentos (17) y en un tercio de las provincias (65), que sería como movilizar 3 200 ciudadanos. Esto se aplica únicamente a la inscripción inicial de un partido. Dado que la ley no ha sido muy efectiva en sus propósitos, algunos observadores han cuestionado si JNE está verificando plenamente el cumplimiento de la ley en cuanto número de firmas necesarios y la formación de comités provinciales.[141]

La membresía en los partidos políticos es muy baja en el país, así como hay una falta de representatividad geográfica. APRA ha sido tradicionalmente el partido que ha exhibido la organización más fuerte, pese a esto, la participación de la ciudadanía en decisiones trascendentales tales como la elección de los candidatos, dirigentes, y la plataforma política en todos los partidos es muy limitada. La falta de apertura y representatividad ha contribuido a la falta de confianza de la población. La tendencia centrista de los partidos provoca el descuido de las necesidades que están fuera del área de la región metropolitana. Esto ha originado movimientos políticos independientes en el ámbito subnacional.[149]

Para algunos analistas, la opción de votar entre dos individuos en lista de su partido (voto preferente) y así influir sobre cuál de las listas de candidatos termina logrando el poder, es una manera de que los ciudadanos contrarresten la falta de apertura de las colectividades. Sin embargo, ha tenido un efecto negativo pues promueve la competición interna y la falta de unidad, lo cual ha debilitado a los partidos y favorecido a los candidatos con más recursos o aquellos conectados con grupos de interés financieramente fuertes (el establishment).[150]​ Esto es acentuado pues los partidos por lo general no suministran fondos a sus candidatos, sino que los reciben de ellos a cambio de una ubicación favorable en sus listas.

Si bien la ley de partidos intenta instituir procesos democráticos internos para la dirigencia y los candidatos, la ley también permite: que se elija directamente a los dirigentes y candidatos en primera vuelta, también que nominen candidatos indirectamente a través de un comité que debe ser elegido por la membresía. Además, los dirigentes pueden elegir 24 de 120 candidatos —una quinta parte— para candidatos al Congreso, y la misma proporción de candidatos a los consejos regionales y municipales sin acudir a ningún procedimiento democrático. No se especifica tampoco ninguna restricción en cuanto a la ubicación designados en la lista de partidos: la ley no garantiza en sí misma que surjan partidos más democráticos y representativos.[141]

La constitución de 1993 abrió vías de participación ciudadana, entre las que figuran la reforma constitucional, la introducción de leyes en los ámbitos regional y local, y la realización de referendos. Además, se introdujeron mecanismos para la revocatoria o remoción de funcionarios tanto elegidos como designados. Si bien es cierto que los instrumentos relacionados con la formulación de las leyes se han empleado poco, los que tienen que ver con el control ciudadano se han utilizado con frecuencia. Se han llevado a cabo revocatorias en 200 localidades, especialmente en distritos pequeño y en provincias poco pobladas, mientras que han sido limitada en jurisdicciones con mayor población, dado que la ley exige el 25 % de los votantes inscritos.[141]

Capacidad de participación de la ciudadanía en función de sus niveles de educación

[editar]

El bajo porcentaje de estudios secundarios y la deficiente calidad de la enseñanza han contribuido a la naturaleza elitista de la representación política y al hecho de que se carezca de una buena información sobre política. Esto se ve agravado por la naturaleza no pragmática de las colectividades y el carácter fragmentario del sistema de partidos. Así, los ciudadanos no se encuentran bien informados sobre las preferencias de los candidatos en cuanto a políticas públicas, el papel de partidos y funcionarios en la toma de decisiones relativas a esas políticas, y la influencia sociales y económicas de tales decisiones. Esto limita la efectividad de los procesos y mecanismos, por los cuales los electores pueden manifestar sus preferencias en materia de políticas públicas, pedir cuentas a su partido y a los funcionarios elegidos por su desempeño y la capacidad de atender las preferencias ciudadanas.[141]

Existe un énfasis sensacionalista de los medios de comunicación, así como las deficiencias en el ejercicio de un escrutinio público bien informado sobre decisiones de política pública y sobre la conducta de la administración. Con la privatización de los servicios públicos en los años 1990, el Estado peruano dejó de ser intervencionista y solo se limitó a supervisar por medio de organismos reguladores, entre ellos, a los medios.[151]​ Es por lo cual que las brechas en materia de ingresos y logros educativos entre sectores urbanos y rurales también contribuyen a las desigualdades de representación política, lo que a su vez puede acentuar la falta de equidad en el suministro de servicios públicos.[141]

Según IEP en 2022, el 12 % de la población al menos participó en una manifestación política, en que el 19 % de la zona centro del país encuestada se involucraron en manifestaciones.[152]

Participación juvenil

[editar]
Video externo
Vídeo explicativo de la Secretaría Nacional de la Juventud y la participaciones de los jóvenes en las movilizaciones, canal IPe
Atención: este archivo está alojado en un sitio externo, fuera del control de la Fundación Wikimedia.

En los años 1960, la juventud tendía a tener preferencias políticas, varias de ellas vinculadas con posiciones antiimperialistas.[153]​ Además, existían partidos políticos juveniles con un enfoque progresista, como el Frente Nacional de Juventudes Democráticas.

Posteriormente, otras generaciones de jóvenes, pertenecientes a la Integración Estudiantil, participaron en eventos importantes a finales de los años 1990.[154]​ Para los años 2000 se instauró la Ley del Consejo Nacional de la Juventud para fomentar a los jóvenes en la participación ciudadana, cuya comisión duró poco tiempo.[155]​ Esta última se reestructuró en la Secretaría Nacional de la Juventud, que dejó de ser un ente de rango ministerial para pasar a depender del Ministerio de Educación[156]​ y a contar con su política nacional de enfoque multisectorial.[157]

Los universitarios de la generación X, quienes solían relacionar la corrupción con la política,[158]​ percibieron una imagen negativa hacia la situación de los partidos.[159]​ No obstante, con el paso de los años, fueron los milénicos que recurrieron a la participación digital sin la necesidad de ser funcionarios públicos. Ellos solían entrar en manifestaciones contra la corrupción, como fue el caso de La Repartija en 2015. En ese evento, los jóvenes protestaron por la designación irregular de los miembros del Banco Central de Reserva, la Defensoría del Pueblo y a los magistrados del Tribunal Constitucional.[160][161]​ Para esa década, los jóvenes solían tener participación con el antifujimorismo.[162]

El periodista César Hildebrandt señaló que una nueva generación de jóvenes fue importante en la elección de Francisco Sagasti, quien fue presidente del Perú tras la salida de Manuel Merino en 2020.[163]

Número y fuerza de las organizaciones de la sociedad civil

[editar]

Perú cuenta con uno de los niveles más elevados de actividad asociativa de carácter voluntaria de la región: en 1995, existían 110 000 organizaciones sin fines de lucro legalmente construidas, de las cuales 65 000 eran organizaciones de base.[164]

Por el lado social, en las últimas décadas del siglo XX ha surgido una tendencia a abrir canales de participación en la toma de decisiones sobre políticas públicas, planificación y vigilancia ciudadana. Algunos de estos espacios se han institucionalizado como el Acuerdo Nacional, los Comités de Vaso de Leche, las rondas campesinas, FONCODES (Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social), CLAS (Comités Locales de Administración Compartida de Salud), MCLCP (Mesa de Concertación de Lucha Contra la Pobreza). En los ámbitos regional y local, existen espacios como los Consejos Consultivos Regionales, los Consejos Consultivos Locales, los Consejos de Coordinación Regional.

Las organizaciones de la sociedad civil que se dedican al cabildeo en torno a las políticas públicas o a vigilar el desempeño de las instituciones gubernamentales carecen de una estructura sólida, se encuentran fragmentadas y no están fuertemente conectadas con la ciudadanía: su capacidad para articular y defender de manera efectiva los intereses sociales más amplios es limitada. La debilidad del sistema de partidos en lo que se refiere a organizar y a representar a amplios sectores sociales contribuye a acentuar la incapacidad de la sociedad civil para articular y defender efectivamente sus aspiraciones. La escasa confianza en las instituciones democráticas acentúa los altos niveles de apatía y la falta de interés por participar en política, lo que limita la rendición de cuentas de las instituciones públicas para con la ciudadanía.

La fuerza de las organizaciones sindicales ha decaído considerablemente, dado a un período prolongado de recesión económica durante los ochenta y comienzos de los noventa, de las reformas de ajuste estructural de los años noventa, y el colapso de los partidos políticos de izquierda ligados a las organizaciones de trabajadores.[165]​ Además, una parte significativa de la fuerza laboral se ha desplazado hacia el sector informal. La membresía en los sindicatos se encuentra cerca del 7 % en el año 2000.

Los intereses empresariales se discuten en CADE Ejecutivos, un evento anual iniciado en los años 1960, donde participan líderes del sistema político.[166]​ Ellos son representados por la Sociedad Nacional de Industrias y CONFIEP (Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas), sus gremios: SNMPE (Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía), la Sociedad Nacional de Industrias, la Sociedad Nacional de Pesquerías, las asociaciones de exportadores (ADEX y COMEX), así como la banca, la industria aseguradora, la farmacéutica, la pequeña y mediana empresa, las agremiaciones agrícolas y los sectores de radio y televisión. Estos gremios han conservado una influencia crucial. Por ejemplo, la CONFIEP apoyó el programa de estabilización económica de 1990 a 1992 y la primera generación de reformas orientadas a la apertura económica. Sin embargo, tal asociación denunció en 2016 que la presencia del Fujimorismo, que representó al poder político de los años 1990, aún intervenga en la concentración legislativa del país aunque sin el apoyo del sector empresarial.[167]

Libertades de la ciudadanía

[editar]

Sistema de elección

[editar]
Proceso electoral en Ayacucho.

De acuerdo con la Constitución Política del Perú de 1993, las elecciones presidenciales y congresales bajo democracia representativa se realizan cada 5 años.

Regularidad, imparcialidad y credibilidad de los procedimientos electorales libres

[editar]

Las elecciones del 2001 fueron consideradas libres e imparciales por los equipos de observadores internacionales y domésticos; el gobierno de turno permitió a las autoridades electorales cumplir sus funciones sin interferencias, y un porcentaje mayoritario de los funcionarios fue reemplazado. En marzo del 2001, un 78 % aprobaba el trabajo de ONPE y de JNE. Existe confianza en la imparcialidad de las elecciones.[168]

Lo que limita el funcionamiento eficiente es la deficiencia de coordinación institucional entre JNE y ONPE —sus límites no se encuentran claramente definidos por ley, como el caso de la educación electoral en 2008—,[169]​ además de que sus presupuestos no concuerdan con sus atribuciones. Esto conduce a que compitan entre sí y crean deficiencias, que se podrían resolver con una gestión y coordinación más efectivas.

Libertad de prensa

[editar]

La libertad de prensa se encuentra ampliada desde el 2 000. El gobierno respeta la libertad de prensa por el Estado de derecho, y los medios de comunicación reflejan un amplio espectro de opiniones, desde apoyo hasta la oposición de la administración de turno. Perú ocupó el puesto 75 (2004) en un total de 192 países, colocándose por encima del promedio de los países de América Latina, pero por debajo de las economías desarrolladas.

El respeto por los estándares periodísticos profesionales es deficiente desde el siglo XX.[170]​ En la prensa peruana existe una tendencia hacia el sensacionalismo y a concentrarse en escándalos y actos criminales. Después del período de Alberto Fujimori, muchos medios de comunicación trataron de demostrar su independencia del gobierno vehementemente, lo cual hizo que se prestara poca atención a los méritos de la administración del expresidente Alejandro Toledo. Para el caso cuenta con programas dominicales, así como de periodismo, entre los que destacan son Cuarto poder, Panorama, Beto a saber, La ventana indiscreta entre otros.

Para los primeros años del siglo XXI, algunos medios son criticados por su dependencia de ciertos grupos económicos y por sus sesgos en la cobertura noticiosa.[171]​ Los medios cumplen un papel predominante en la definición de la agenda pública. La calumnia se considera delito, y a aquellos periodistas que investigan casos de corrupción se les amenaza con demandas judiciales. En 2003, se había registrado una disminución de casos concretos de intimidación y violencia contra periodistas, aunque seguía siendo un problema en las provincias. Según el ANP (Asociación Nacional de Periodistas), hubo 42 casos de persecución a periodistas frente a 78 en 2 002. En su mayoría se trató de amenazas de violencia o de emprender acciones judiciales, o acusaciones de calumnia por parte de políticos locales, autoridades policiales o militares, o empresarios. La corrupción en los medios sigue estando presente hasta hoy en día, aunque ahora se presenta en una menor medida que antes.

Libertad de expresión y asociación

[editar]

Perú fue clasificado como país «libre» (Freedom House 2004),[172]​ por encima del promedio de América Latina, lo que sugiere que los derechos de expresión y asociación estaban garantizados. El derecho a asociarse de manera pacífica ha sido respetado. A veces, se ha usado una fuerza excesiva para dispersar a los manifestantes.[143]

Representación de las autoridades

[editar]

El poder efectivo de las autoridades elegidas

[editar]

Antes del gobierno de Fujimori, en los años 1970, se marcó una tendencia al populismo debido al deseo de un país más estable, específicamente de los marginados por otros mandatarios.[173]​ A llegar Fujimori en 1990, a pesar de su origen oriental,[173]​ el poder efectivo de las autoridades se vio comprometido por la concentración del poder en la presidencia, el Servicio de Inteligencia Nacional y a los militares. Se añade también la mala implementación de las reformas liberales para cumplir el deseo de país estable, basadas en propuestas populistas,[62]​ y la extensa red de corrupción realizada por los funcionarios del Ejecutivo que involucró congresistas, jueces y dueños de medios de comunicación, entre otros.[174]​ Después de la caída del régimen de Fujimori, y del reemplazo de una buena parte de la cúpula militar y la elección del nuevo presidente y congreso en 2001, los funcionarios elegidos recuperaron su plena autoridad en todo el territorio nacional y en la mayor parte de los dominios de la política.

El Índice de Estados Frágiles notó que el país entró en la categoría «En peligro» (2005-2022). Uno de los motivos es la dificultad de la regionalización de áreas más alejadas de la capital, tanto para los gobiernos regionales y sus municipalidades, para abordar problemas internos, así como la falta de control contra actos de corrupción y la presencia del comercio ilegal como el narcotráfico.[174]​ De hecho, en 2009 se evidenció la presencia de narcoterrorismo en el VRAEM.[175]​ En 2022 el Tribunal Constitucional declaró fundada una demanda de más de siete mil personas, que cuestionaba «diversas normas que restringen los derechos de participación política y de servicio en el Estado a los condenados por delitos de terrorismo y financiamiento del terrorismo, aun después de que hayan cumplido su condena».[176]

Según el especialista en asuntos internacionales, Farid Kahhat, el país estuvo desde 2006 hasta 2021 en una «democracia deficiente», calificación dada en el Índice de democracia.[177]​ Esta calificación se sustenta en el alto puntaje obtenido en los procesos electorales y el pluralismo político.[177]

En 2009 se dio inicio a la Política Nacional de Pueblos Indígenas y Originarios que tendría importancia en el desarrollo de gestión autónoma en comunidades nativas.

Sistemas electorales y de partidos que faciliten exigir cuentas a sus elegidos

[editar]

Los ciudadanos no pueden lograr una rendición de cuentas efectivas de las autoridades elegidas. Las elecciones no desempeñan de manera efectiva que los ciudadanos seleccionen a candidatos y a partidos, y que llamen a cuentas sobre políticas públicas; además, los costos para supervisar la conducta de cada legislador son excesiva. Una de las causas es la debilidad de los partidos políticos y la fragmentación partidaria. Los partidos políticos han sido relativamente débiles en la historia peruana: la adopción tardía del sufragio universal y la dominación de la oligarquía sobre los partidos hizo que el surgimiento del sistema de partidos democrático solo ocurriera en la transición de la democracia —los ochenta—.

Los partidos políticos en los ochenta contaban con numerosos seguidores, además de una presencia organizacional. Sin embargo, la dirigencia era altamente personalizada, poca democracia interna, visiones y prácticas excluyentes y antagónicas, y un enfoque patrimonialista en la conformación y el mantenimiento de las bases de apoyo social. Los partidos políticos vieron desaparecer su respaldo político, por los fracasos de gobernabilidad de los gobiernos de Belaúnde y García (la década perdida), la crisis económica, la hiperinflación, el conflicto con Sendero Luminoso, y las políticas antidemocráticas de Fujimori (debido al autogolpe y la imposición del neoliberalismo).[178][179]

En ese entonces, en algunas localidades, los partidos fueron sustituidos por organizaciones electorales más personalistas y de presencia limitada (citados como movimientos regionales).[180]​ Estas entidades se ampararon inicialmente en la Constitución de 1993. Sin embargo, en 2024, el Congreso Nacional derogó su reconocimiento legal.[181]​ En ese momento, existieron 84 organizaciones de este tipo,[181]​ que en dicho año representaban el 62 % de las regiones fuera de Lima Metropolitana, donde la presencia partidaria es habitualmente limitada.[182]

El índice de volatilidad electoral de 1980 a 2000 fue del 51.8 %, considerado el más alto de América Latina. Para de 2002 y 2014 alcanzó el 64 % en las elecciones regionales.[183]​ Asimismo, es uno de los países con poca institucionalidad representativa con la constitución de 1993.[184]​ El sistema de partidos se encuentra muy fragmentado y el apoyo partidista es efímero (incluso en gobiernos de los años 2000).[62]​ Los partidos no son lo suficientemente ideológicos ni lo suficientemente organizados para presentar visiones nacionales de política y asegurar que aquellos elegidos por el partido lo sigan. Es posible que, por eso, y por la incapacidad de hacer políticas creíbles, y la existencia de una ciudadanía poco informada, los electorales elijan a los ciudadanos de acuerdo con los atractivos de la personalidad del personaje de turno o en promesas de producir beneficios particularistas como obras públicas.[184]​ De hecho, según el exministro Abel Salinas, tanto los alcaldes como gobernadores regionales deben coordinarse con anticipación antes de poner en marcha una obra de mayor relevancia como un hospital.[185]

Los actores tienen pocos incentivos para buscar reformas de interés general, pues los costos y los obstáculos son grandes en comparación con los potenciales beneficios. Se percibe que es mejor los costos concentrados y de corto plazo, que los costos de las reformas de largo plazo inciertos y difusos. La falta de un entorno institucional fuerte acorta el horizonte temporal de los actores políticos, impide la posibilidad de lograr acuerdos entre la legislatura, y reduce la posibilidad de que los partidos o actores políticos sean recompensados por la implementación de políticas de interés general. La fragmentación impide la rendición de cuentas, pues es difícil reconocer el mérito o culpar a los partidos por ciertos resultados de política. Hay una inadecuada organización del debate parlamentario; además de eso, los políticos son bastante personalistas, y buscan resultados más tangibles como son la fama, el patronazgo y otros beneficios para intereses especiales y propios. El voto preferencial hace que los legisladores atiendan demandas más locales que nacionales, haciendo promesas sobra la creación de obras públicas, pese a que el Congreso no tiene iniciativa de gasto.[186]

La incapacidad de que los partidos puedan imponer disciplina ha sido acentuada por el sistema del voto preferente. Este sistema hace que las elecciones se conviertan en una batalla de personalidades en la misma lista de partidos como entre las distintas colectividades. Esto refuerza la naturaleza personalista de la justa electoral, agudiza las divisiones intrapartidistas, y disminuye la influencia de los dirigentes en el Legislativo. La popularidad de los partidos tiende a asociarse a un solo dirigente, lo que hace que los ciudadanos tengan pocos vínculos o intereses creados en las decisiones políticos; la credibilidad de los partidos tiende a asociarse del desempeño del gobierno de turno, lo cual no ha favorecido a los partidos en los últimos tiempos. Una muestra de ello es el recurso de vientre de alquiler, que Avanza País usó para Hernando de Soto en las elecciones de 2021.[62]

La representación proporcional y la segunda vuelta mayoritaria tienden a fomentar la fragmentación de los partidos. En 2001, se redujo la proporcionalidad, aumentando el número de congresistas de 80 a 120. El gran tamaño del distrito de Lima sigue fomentando la fragmentación de los partidos y a una débil conexión entre los electores y sus representantes, aunados a los pocos requisitos para obtener y mantener la personería jurídica.[180]

El poco prestigio de las colectividades políticas y del Congreso conduce a un círculo vicioso en que los ciudadanos no participen en los partidos o en la supervisión del Congreso, lo que provoca que se exija un menor financiamiento del Congreso, en vez de inversiones para mejorar su capacidad.

Sistema de financiación política que límite el tráfico de influencias y la distorsión en la equidad de representación

[editar]

Con la adopción del modelo neoliberal en la constitución de 1993, la financiación de los partidos ha sido generalmente privada, carecía de límites, no estaba regulada, y ha sido a espaldas de la opinión pública. Las contribuciones han sido de grandes donaciones dadas por financiadores adinerados o grandes corporaciones (véase caso Odebrecht). Esas donaciones por lo general, se daban, en especie (automóviles, tiempo en los medios de comunicación, espacios publicitarios) pero el político o el partido tenía obligaciones hacia ellos. Hasta el 2017 no existió un sistema para fortalecer los partidos por fondos públicos ofrecidos por la ONPE.[187]

Esto ha contribuido a la corrupción (contribuciones financieras a cambio de tratamiento privilegiado en la contratación oficial o en el cumplimiento de las normas) y al favoritismo en las decisiones relacionadas con políticas públicas, pero no ha provocado grandes escándalos sobre fondos provenientes del narcotráfico u organizaciones criminales.[188]​ Pese a ello, se negó la posibilidad de establecerse como narcoestado,[189][190]​ a pesar del predominio del comercio ilegal de la coca surgida por la frustración de los agricultores en los años 1980,[191]​ y el supuesto financiamiento de partidos políticos por organizaciones en 2006.[192]

Proporcionalidad entre los votos adquiridos y los escaños legislativos

[editar]

Los sistemas electores del Perú han favorecido que los partidos minoritarios tengan representación, cosa que ha contribuido más a la prominencia de los pequeños movimientos personalistas. Existe una gran relación entre la proporción de votos y escaños obtenidos. Sin embargo, la ley actual de partidos (como el umbral electoral requerido para conservar el Registro de Organizaciones Políticas)[193]​ tiende a no permitir la entrada y supervivencia de los partidos minoritarios.

Equidad de representación geográfica

[editar]

Perú cuenta con su propia organización territorial, en que la entidad administrativa se le conoce como «departamento».

Dado que antes existía el sistema de distrito nacional, desde la Constitución de 1979,[111]​ existió la costumbre de concentrar los esfuerzos en las regiones más pobladas, pues en estas zonas la inversión de recursos políticos, el patronazgo y los recursos de campaña rendirán mayores retornos en votos. Con la unificación del Congreso, este sistema difiere de otros países latinoamericanos que suelen tener carácter multirepresentativo.[194]​ Sin embargo, el sistema actual no es excesivamente desigual en términos de representación geográfica, gracias a los planes de regionalización,[111]​ además de que las regiones aledañas desmitificaron la preferencia de candidatos populares en Lima como ocurrió en las elecciones de 2021.[195]

Equidad en la representación de género y grupos étnicos

[editar]

Las mujeres han logrado avances a estar representadas y tener presencias en las listas del congreso. El porcentaje de mujeres en el Congreso está por encima de la media. La actual Ley de Partidos Políticos exige que haya de un 25 a 30 % de mujeres a las posiciones de dirigencia política dentro de los partidos. Las minorías indígenas están subrepresentadas, mucho más que en Ecuador y Bolivia para mediados de los 2010;[196]​ en las últimas cuatro elecciones (2006-2018) solo el 6 % de regidores provinciales y consejeros regionales elegidos fueron indígenas, por debajo del 15 % exigido en 2002.[197]​ La representación efectiva de los grupos particulares, como las mujeres, los indígenas o los grupos religiosos, son socavados por los valores culturales predominantes, las barreras del lenguaje, la discriminación social y los obstáculos a la participación.

En 2024, se propuso llevar a cabo la representación indígena, afroperuana y discapacitada en un próximo periodo legislativo.[198]

Capacidad para agregar las preferencias ciudadanas y buscar consensos

[editar]

Efectividad del Congreso como foro para la formulación de políticas nacionales

[editar]

Hay debilidades para diseñar políticas de largo plazo, una incapacidad para poner límites a las decisiones arbitrarias del Ejecutivo, y la existencia de la naturaleza volátil e impredecible de las políticas. De hecho, entre 2017 y 2022, Convocó verificó 42 promesas en los mensajes a la Nación de Fiestas Patrias, las cuales solo se cumplieron ocho.[199]

Existe una falta de competencia de los legisladores —aunque existe unos pocos legisladores capaces y experimentados—, deficiencias en la organización y procedimientos de la legislatura, una inadecuada capacidad técnica y de investigación —que genera una incapacidad para analizar la factibilidad, costes e impactos económicos y sociales de las leyes—, poca transparencia —a pesar de contar con una ley de los años 2000, que exige entregar documentos sobre las entidades públicas— y apertura a la sociedad civil.

La naturaleza personalista de las comisiones legislativa, por lo general no tienen un respaldo de los partidos, impiden un funcionamiento eficiente del Congreso y debilitan la capacidad de los partidos para actuar como bancada, como el caso del gobierno de Alberto Fujimori y similares.[200]​ No existe canales de comunicación entre los grupos de la sociedad civil y las comisiones. En su lugar, y debido a los intereses de poder que buscan los partidos en el siglo XXI, puede denominarse como sistema partidocrático.[201]​ La información que se da a la sociedad civil acusa deficiencias, y el contenido de las leyes no se difunde hasta que esta sea aprobada. Pese a que existe un registro electrónico y en línea de las votaciones, su alcance en la ciudadanía es limitado.

El centro político

[editar]

En la etapa neoliberal del gobierno, las preferencias de la izquierda y la derecha prevalecieron considerablemente en eventos electorales (como en 2011 y 2016),[202]​ donde el centro político es casi ausente. En 2003, al menos tres de cada diez limeños se expresaban estar en el centro.[203]

El empresario Pablo de la Flor indujo que en ese espectro aparece «casi huérfano de voceros y partidos que articulen sus mensajes con la contundencia y vehemencia requerida».[204]​ La politóloga Marylia Cruz dijo para el diario La República que para el 2023 la polarización política limitó el surgimiento de ese centro.[205]​ En ese año, el mismo diario señaló que dos años después de lo ocurrido en 2021, entrevistados por el IEP prefirieron elegir por corrientes de centroizquierda y centroderecha.[206]

Rendición de cuentas

[editar]

Control político al ejercicio de autoridad entre las diferentes ramas y agencias del gobierno

[editar]

La constitución del Perú le da poderes al Legislativo para que controle las acciones y conducta del Poder Ejecutivo. También tiene otras funciones inherentes al sistema parlamentario, como la capacidad de emitir censura a los ministros del gabinete y la de dar el voto de confianza. Además, tiene derecho a interpelar ministros, a solicitar datos e informes a los ministerios y otras agencias gubernamentales, a crear comisiones de investigación, a ejercer control sobre el presupuesto, a revisar y aceptar o rechazar acciones legislativas del Ejecutivo, a realizar antejuicios y juicios políticos y acusaciones constitucionales. En 2023 se propuso tomar a entidades subaministrativas, como los gobiernos regionales.[207]

A pesar de conseguir con su agresividad en detener el avance de los proyectos con el paso del tiempo,[108][208]​ el Legislativo no siempre ha sido muy eficiente en la vigilancia y control del Ejecutivo. Las razones son que las constituciones han dotado al Ejecutivo de amplios poderes, la existencia de mayorías partidistas en el Congreso favorables al Ejecutivo, y a incentivos que limitan las capacidades de control de Legislativo. Últimamente, el Legislativo viene desarrollando sus poderes de control, aunque sin tomar medidas responsables por conflictos de intereses con los representantes como la vacancia presidencial.[209]

La naturaleza personalista de los políticos tiende a buscar beneficios concretos. Ya que los congresistas no tienen poder de iniciativa de gasto, estos dependen del Ejecutivo. El Poder Judicial, al no conseguir autonomía suficiente por la influencia de los gobiernos militares, no desempeña efectivamente la capacidad de garantizar la constitucionalidad de las leyes y los abusos del poder Ejecutivo.[210]

Semana representativa

[editar]

Por medio del artículo 23 del Reglamento del Congreso, los parlamentarios están obligados a comunicar con los pobladores del departamento que representa por al menos cinco días al año.[211]​ Esta obligación fue formulada por Juvenal Ordóñez Salazar en 2009.[212]​ Aunque parcialmente regulado, en 2017 se laxó el control económico al realizar los viajes hacia el lugar donde representan, que es supervisado por el ente.[211]

Esta etapa es importante para identificar el compromiso presencial del representante del departamento hacia sus electores.[212]​ Sin embargo, se criticó la falta de cumplimiento de algunos congresistas para favorecerse en viajes turísticos, ya que reciben un bono económico de 2 800 soles, lo que recibió el apodo irónico de «semana de relajación».[213]​ Por el otro lado, el excongresista Mauricio Mulder advirtió que estas prácticas «tratan de comprar la lealtad de algún ciudadano a cambio de recibir un regalo».[214]

Órdenes

[editar]

Véase también

[editar]

Notas

[editar]
  1. Véase el artículo Influencia de la prensa de Lima en la opinión pública, en el que se describen estudios sobre el comportamiento de estos hacia figuras políticas. Por ejemplo, salvo La República, los principales medios impresos y televisivos masivos fueron timoratos a la hora de calificar a Alberto Fujimori (conocido en su gobierno por sus medidas económicas liberales) de «dictador» cuando falleció en 2024 y algunos de estos se limitaron a señalar si en su gobierno se cometieron excesos.[11]
  2. Véase Propaganda fujimorista para la estrategia comunicativa de Fuerza Popular. En sus estrategias comunicativas, se refleja en el uso del término «caviar», originado en teorías conspirativas, como epíteto despectivo contra organizaciones de derechos humanos y grupos progresistas.[12]

Referencias

[editar]
  1. a b Pease, Franklin (1993). Perú: Hombre e Historia III. Lima: La República. p. 142. Consultado el 26 de abril de 2020. «Al margen de estos asuntos, renacía allí mismo la discusión ideología; una nueva generación de liberales y conservadores (reedición modificada de la dualidad conformada por monárquicos-absolutistas y republicanos liberales de tiempos anteriores) entraba en liza». 
  2. Gonzales De Olarte, Efraín (Febrero de 2006). «La economía política peruana de la era neoliberal 1990-2006». En Murakami, Yusuke, ed. Después del consenso de Washington: dinámica de cambios político-económicos y administración de recursos naturales en los países andinos (Center for Integrated Area Studies, publicado el 1 de marzo de 2007) 2: 13. Consultado el 28 de octubre de 2023. «Hacia fines de los años ochenta había sólo dos ideologías en pugna, el neoliberalismo de la extrema derecha representada por el Movimiento Libertad, liderado por el escritor Mario Vargas Llosa y el maoismo de extrema izquierda de Sendero Luminoso. [...] Ante el mortífero accionar de Sendero Luminoso, muchos pensaban que sólo había el neoliberalismo como alternativa». 
  3. Atwood, Roger (2001). «Democratic Dictators: Authoritarian Politics in Peru from Leguia to Fujimori». SAIS Review (en inglés) 21 (2): 155-176. ISSN 1088-3142. doi:10.1353/sais.2001.0030. Consultado el 23 de julio de 2023. 
  4. Del Prado Simons, Alonso Núñez (8 de marzo de 2023). «Los límites del mandatario». Revista Ideele. Consultado el 2 de abril de 2024. «A poco que se conocieran los resultados de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, alguien me dijo: "En el Perú la derecha siempre pierde las elecciones, pero termina gobernando"; después de pensarlo, he llegado a la conclusión de que tal afirmación tiene mucho de cierto. Hasta 1963, con pocas excepciones, el Perú fue gobernado básicamente por la oligarquía, turnándose civiles y militares». 
  5. Gorman, Stephen M. (septiembre de 1980). «The economic and social foundations of elite power in Peru: A review of the literature». Social and Economic Studies (Universidad de las Indias Occidentales) 29 (2/3): 292-319. 
  6. a b Vargas, Felipe (11 de noviembre de 2020). «Atomización de fuerzas, caudillismos e inestabilidad política: Cómo entender el presente del Congreso de Perú». Emol. Consultado el 10 de mayo de 2024. 
  7. «Democracy Index 2023». Economist Intelligence Unit (en inglés británico). Consultado el 10 de mayo de 2024. 
  8. Patriau, Enrique (14 de agosto de 2022). «Antonio Zapata: “Hay un mal entendido espíritu de cuerpo en la izquierda peruana”». larepublica.pe. Consultado el 15 de agosto de 2022. 
  9. Amanda, Chaparro. «Perú : la derecha o la derecha». Mémoire des luttes. Consultado el 14 de marzo de 2019. 
  10. «Peru Congress votes to host OAS summit after outrage over gender neutral bathrooms». Reuters (en inglés). 16 de julio de 2022. Consultado el 16 de julio de 2022. 
  11. Fuentes sobre cobertura en televisión e imprenta:
    • Gómez Vega, Renzo (13 de septiembre de 2024). «Una multitud despide al dictador Alberto Fujimori: “Déjenlo en paz”». El País América. Consultado el 13 de septiembre de 2024. «[A] diferencia de otros países, en el Perú los puestos de periódicos han resistido y todavía influyen en la gente. Solo La República lo tildó de dictador en su titular. El diario El Comercio optó por el estilo informativo en aras de una objetividad bastante subjetiva: “Alberto Fujimori fallece a los 86 años”. Los tabloides destacaron la pena de un bando, como si el otro no existiese: “lloran por el ‘Chino’”. Expreso tituló con una afrenta a sus detractores: ¿se acabará el odio? Diario Uno, de marcada tendencia izquierdista, decretó el final de su ideología: “murió el fujimorismo”. Y finalmente, Extra lo trató como si fuese un ángel: colocó una foto de Fujimori con la banda presidencial con el cielo de fondo y una frase que parece salida de la boca de un fanático y no de un medio de comunicación: “descansa en paz, ‘Chino’”». 
    • «Félix Reátegui: Es un contrasentido que el gobierno rinda homenaje a quien el Estado encontró culpable de graves delitos». Convoca.pe. 14 de septiembre de 2024. Consultado el 15 de septiembre de 2024. «En medio de esta situación también está el papel de los medios de comunicación masiva, quienes —asegura Reátegui— se han sumado a esta campaña de homenaje a Alberto Fujimori: “Es una corriente en la cual se suman, por un lado evidentemente intereses o compromisos políticos y económicos, pero también creo yo un poco de decadencia de la formación de quienes se dedican a la profesión de la comunicación”». 
    • Silva Santisteban, Alfonso (15 de septiembre de 2024). «La muerte de Fujimori: crónica de un funeral de estado». El Foco. Consultado el 23 de septiembre de 2024. «El funeral de Alberto Fujimori marcó una nueva fase en el debate nacional sobre su legado. Fuerza Popular y los medios tradicionales se encargaron de reforzar la idea de Fujimori como salvador del Perú». 
    • Sifuentes, Marco (13 de septiembre de 2024). Especial: El plan de las esterilizaciones forzadas #LaEncerrona (La Encerrona). Sifuentes Producciones. Escena en minutos 13-15. Consultado el 13 de septiembre de 2024. 
    Fuente adicional sobre La República: Fuente adicional sobre Latina Televisión:
  12. Feldman, Joseph P.; Moraga Núñez, Francisca (Enero de 2023). «Thinking through Right-Wing Populism and Progressive Elites: On the Caviar as a Politico-Cultural Category in Peru». Anthropological Quarterly (en inglés) 96 (1): 149-176. ISSN 1534-1518. doi:10.1353/anq.2023.0002. Consultado el 14 de mayo de 2023. (requiere suscripción). 
  13. Chaparro, Amanda (junio de 2016). «Perú: la derecha o la derecha». Le Monde diplomatique. Consultado el 21 de mayo de 2024. 
  14. Freier, Luisa Feline. «"Terruqueo" and Peru’s Fear of the Left». Americas Quarterly (en inglés estadounidense). Consultado el 10 de mayo de 2024. 
  15. «Qué es el "terruqueo" en Perú y cómo influye en la disputa presidencial entre Fujimori y Castillo». BBC News Mundo. Consultado el 10 de mayo de 2024. 
  16. Banda, Gonzalo (7 de diciembre de 2023). «Sufre, peruano, sufre». El País. Consultado el 8 de diciembre de 2023. 
  17. a b Altuve-Febres Lores, Fernán Romano (2021). «Los conservadores peruanos 1810-1840». Repositorio de Tesis - UNMSM. Consultado el 29 de octubre de 2022. 
  18. Bilbao, 1856, pp. 152-173.
  19. Fontenoy, Carlos Fernández (1 de noviembre de 2021). «La élite política peruana: sus inicios republicanos». Sílex 11 (1). ISSN 2789-2816. doi:10.53870/silex.202111161. Consultado el 31 de diciembre de 2022. «En la primera etapa de la república del Perú, en la cual no existieron partidos políticos en el sentido moderno, podemos apreciar la presencia de élites políticas militares y civiles; las militares fueron las que tuvieron la hegemonía en el manejo del poder y del gobierno, especialmente entre 1821 y 1895, con muy breves paréntesis de gobiernos civiles. El más largo de este último tipo fue el del presidente José Pardo (1872-1876), fundador del Partido Civil.» 
  20. Bilbao, 1856, p. 174.
  21. Bilbao, 1856, p. 175.
  22. Bilbao, 1856, p. 176.
  23. Pinto Esquia, Joel (24 de septiembre de 2020). «José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, primer presidente del estado peruano». Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Consultado el 29 de octubre de 2022. 
  24. Bilbao, 1856, p. 187.
  25. Mücke, Ulrich (2008). Stüwe, Klaus, ed. Das politische System Perus (en alemán). VS Verlag für Sozialwissenschaften. pp. 489-508. ISBN 978-3-531-14252-4. doi:10.1007/978-3-531-90893-9_20. Consultado el 5 de septiembre de 2022. 
  26. Gilbert, Dennis; Samamé, Liliana (25 de octubre de 2019). «La cohesión de la élite y el poder oligárquico». Histórica 43 (1): 81-112. ISSN 2223-375X. doi:10.18800/historica.201901.003. Consultado el 3 de noviembre de 2022. 
  27. «La vez que Perú batió su propio “récord de democracia ininterrumpida”». infobae. 15 de septiembre de 2022. Consultado el 15 de septiembre de 2022. 
  28. Mücke, Ulrich. «El Partido Civil». Política y burguesía en el Perú : el Partido Civil antes de la guerra con Chile. pp. 109-134. ISBN 978-2-8218-2658-8. OCLC 903044415. Consultado el 20 de agosto de 2022. 
  29. Portocarrero, Gonzalo (15 de febrero de 1982). «La oligarquía frente a la reivindicación democrática». Apuntes. Revista de ciencias sociales (12): 61-73. ISSN 2223-1757. doi:10.21678/apuntes.12.180. Consultado el 5 de enero de 2023. «Desde 1895 hasta 1919, tan sólo con alguna interrupción, la oligarquía, a través del Partido Civil, controló directamente el Estado. En realidad, era la única clase que se hallaba política e ideológicamente organizada, gracias a determinadas circunstancias como el reducido número de sus integrantes, su concentración en Lima y una compleja red de vinculaciones entre sus principales sectores. En cambio, los sectores populares estaban desorganizados y excluidos del proceso político.» 
  30. «La generación del novecientos». Debate (Apoyo Comunicaciones) XX (100): 12. Mayo-Junio de 1998. Consultado el 29 de abril de 2023. 
  31. a b Matos Mar, 1987, pp. 29-30.
  32. a b Ossio A., Juan M. (1994). Las paradojas del Perú oficial : indigenismo, democracia y crisis estructural (Primera edición). Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial. pp. 88-89. ISBN 84-8390-974-X. OCLC 32367395. Consultado el 25 de diciembre de 2022. 
  33. Hernández Asensio, Raúl (2005). «¿Qué es democracia? El uso de los conceptos “pueblo” y “democracia” en los discursos políticos peruanos». En Vich, Víctor, ed. El estado está de vuelta: desigualdad, diversidad y democracia. Instituto de Estudios Peruanos. ISBN 978-1-4492-9370-3. OCLC 651903204. Consultado el 7 de enero de 2023. «En Perú, el significado del concepto “pueblo” está ligado de manera inseparable a la noción de Estado. Durante el siglo XX, la sociedad peruana se transforma. Grandes movimientos internos de población caracterizan esta etapa, junto con el progresivo auge de los sectores medios y populares. En el plano intelectual, durante las décadas de 1930 y 1940, coincidiendo con estas transformaciones, se desarrollan discursos que resaltan la importancia del papel del Estado como elemento rector y ordenador de la vida nacional. Pese a sus diferencias, las nuevas corrientes de pensamiento parten de un diagnóstico compartido de la realidad peruana: una sociedad dividida, fragmentada, en la cual un pequeño grupo social, la oligarquía, explota y margina al resto de la población. La oligarquía contra el pueblo.» 
  34. Portocarrero, Gonzalo (8 de febrero de 2013). «Perú, el país de las memorias heridas: entre el (auto)desprecio y la amargura». En Degregori, Carlos Iván, ed. Memorias en conflicto: Aspectos de la violencia política contemporánea. Travaux de l'IFEA. Institut français d’études andines. pp. 35-49. ISBN 978-2-8218-2649-6. doi:10.4000/books.ifea.556. Consultado el 29 de diciembre de 2022. «[S]e perfila en el criollo-mestizo una imagen del indio en la que se entretejen la distancia, el desprecio, la culpa y la protección. El indio es figurado como un ser triste y abyecto, en cuya (mala) suerte los criollos-mestizos tenemos tanto una oportunidad que aprovechar como una vergüenza que ocultar, como, finalmente, también una responsabilidad que afrontar. [...] No obstante, la imagen clásica de la oligarquía está construida desde la marginación popular criolla y apunta a validar un deseo de protagonismo estatal y rentismo social.» 
  35. Hudson, Rex A., ed. (Octubre de 1992). «Elites». Peru: a country study. Area Handbook (en inglés) (Cuarta edición). Federal Research Division, Library of Congress (publicado el año 1993). pp. 104-106. ISBN 0-8444-0774-7. ISSN 1057-5294. OCLC 28113560. DA PAM 550-42. Consultado el 11 de enero de 2023. «The national upper class is located almost exclusively in the province of Lima; the second stratum of elites is provincial, residing in the old principal regional cities, such as Arequipa, Trujillo, and Cusco, but not in Huancayo, Chimbote, or Juliaca, whose populations are predominantly of highland mestizo and cholo origins.» 
  36. Angell, Alan; Mabire, Bernardo (1 de julio de 1984). «El gobierno militar peruano de 1968 a 1980 : el fracaso de la revolución desde arriba». Foro Internacional: 33-56. ISSN 2448-6523. Consultado el 14 de enero de 2023. «El partido APRA, que no era de la clase trabajadora ni de la oligarquía, adoptó la única táctica que parecía posible frente a la parálisis política del sistema peruano caracterizado por largos períodos de dominación dictatorial, a saber, una táctica de oposición violenta.» 
  37. a b Leslie Manigat (1991). América Latina en el siglo XX (1889-1929). p. 314-319. 
  38. «La nación en debate». Debate (Apoyo Comunicaciones) XX (100): 32. Mayo-Junio de 1998. Consultado el 29 de abril de 2023. 
  39. Delgado, Antonio. «Los años treinta. Una apreciación sobre la década del tercer militarismo y el populismo en el Perú». Mañongo (Universidad de Carabobo): 337-355. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  40. a b Zapata, Antonio (6 de enero de 2016). «Las derechas en el Perú». LaRepublica.pe. Archivado desde el original el 12 de agosto de 2016. Consultado el 2 de septiembre de 2022. 
  41. Porras Vasquez, Humberto (30 de diciembre de 2020). «Comentarios sobre los orígenes de la crisis de los partidos políticos en el Perú». Tierra Nuestra 14 (2): 71-80. ISSN 1997-6496. doi:10.21704/rtn.v14i2.1660. Consultado el 7 de noviembre de 2022. 
  42. Crabtree, John (2020). «Democracia, poder de las élites y sociedad civil: una comparativa entre Bolivia y el Perú». Revista CIDOB d' Afers Internacionals: 139-162. ISSN 2013-035X. doi:10.24241/rcai.2020.126.3.139. Consultado el 17 de octubre de 2023. «La izquierda en el Perú seguía siendo una fuerza electoral marginal, por lo menos hasta la década de 1980; aunque los partidos de derechas tampoco lograron afianzarse». 
  43. Santistevan Gutti, Alejandro. «¿Por qué abrazar el recuerdo del gobierno militar de 1968?». Revista Ideele. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  44. Leonard, Thomas M.; Francis, J. Michael; Burkholder, Mark A.; Rankin, Monica A. (2010). «Challenge from the Political Left». En Leonard, Thomas M., ed. Encyclopedia of Latin America: Amerindians through The Age of Globalization (en inglés) IV. Nueva York: Facts On File. pp. 251-252. ISBN 978-0-8160-7359-7. OCLC 290485633. e-ISBN: 978-1-4381-2964-8. Consultado el 27 de noviembre de 2022. 
  45. a b González, Osmar (1994). «La seducción de la democracia. socialismo y nueva izquierda en el Perú». Perfiles Latinoamericanos 3 (5): 145-169. Consultado el 14 de octubre de 2023. 
  46. Espinoza, Agustín; János, Erika; Kay, Martín Mac (5 de noviembre de 2021). «Participación política indígena en el Perú: una historia de racismo, exclusión y violencia». Pie de Página (006): 23-31. ISSN 2788-5585. Consultado el 25 de diciembre de 2022. «Con la caída de Velasco, la junta militar encabezada por el general Francisco Morales Bermúdez (1975-1980) dio un giro conservador en algunas reformas, pero no modificó lo logrado por la reforma agraria. La junta militar convocó a una Asamblea Constituyente para que se redacte una nueva Constitución Política. Uno de los acuerdos más importantes —promovido por las fuerzas de izquierda— era el de la extensión del sufragio a los jóvenes mayores de 18 años y a los analfabetos, excluidos de este derecho desde 1896. Finalmente, se instauró el sufragio universal a partir de 1980.» 
  47. Durand, Francisco (1 de mayo de 1990). «La nueva derecha peruana : orígenes y dilemas». Estudios Sociológicos de El Colegio de México 8 (23): 351-374. ISSN 2448-6442. doi:10.24201/es.1990v8n23.1147. Consultado el 11 de enero de 2023. «Esta "revolución de la Fuerza Armada" ocurrió cuando el poder oligárquico ya estaba siendo cuestionado por las clases medias urbanas y empresariales, que habían crecido rápidamente desde los años 60, y cuando el país fue perdiendo su carácter marcadamente rural. Pero la caída de la oligarquía no significó que los industria-les se convirtieran en el centro del poder económico nacional; más bien bloqueó temporalmente la posibilidad de que lo fuera, al constituirse un estado empresario fuerte, económicamente más poderoso que el sector privado nacional.» 
  48. Mauceri, Philip (1 de mayo de 2001). «Estado, élites y contrainsurgencia: una comparación preliminar entre Colombia y Perú». Colombia Internacional (52): 44-64. ISSN 1900-6004. doi:10.7440/colombiaint52.2001.02. Consultado el 30 de septiembre de 2023. «Si bien se logró eliminar el poder de la tradicional oligarquía terrateniente y de las compañías mineras extranjeras, el gobierno militar no tuvo éxito en la creación de nuevos mecanismos de intermediación política entre el estado y la sociedad. Como resultado, se generó un vacío político que rápidamente fue llenado por grupos extremistas, particularmente por Sendero Luminoso». 
  49. Alcántara Salazar, Gerardo (31 de diciembre de 2012). «La izquierda peruana en las últimas décadas del siglo XX». Docentia Et Investigatio (Universidad Nacional Mayor de San Marcos) 14 (2): 127-140. Consultado el 11 de enero de 2023. «El magisterio organizado en el Sindicato Único de Educadores [...] se convirtió en opositor y la respuesta fue ser estigmatizado y marginado económicamente. [...] El gobierno militar, en sus dos fases, solamente produjo descontento popular y la izquierda peruana [...] terminó legitimada.» 
  50. Meza, Mario (Septiembre de 2019). «Velasquismo, Nueva Izquierda y revolución en el Perú». Argumentos (Instituto de Estudios Peruanos) 13 (2). ISSN 2076-7722. Consultado el 14 de enero de 2023. 
  51. Grados Bertorini, Alfonso (Mayo de 1985). «El elector de 1985». Debate VII (32): 12-13. Consultado el 15 de abril de 2023. «Al jugar la carta aprista, la mayoría popular está en buena cuenta agotando la opción democrática social. Su fracaso no revertirá esos votos hacia la derecha». 
  52. Reyna, Carlos (2000). La anunciación de Fujimori: Alan García, 1985-1990. DESCO. pp. 13-17. ISBN 9972-670-13-9. OCLC 44879206. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  53. Páucar, Carlos. «Izquierda en el Perú: la primera vez en el Gobierno». larepublica.pe. Consultado el 29 de marzo de 2023. 
  54. Cotler, Julio (1995). «Crisis política, outsiders y democraduras: el "fujimorismo"». En Perelli, Carina, ed. Partidos y clase política en América Latina en los 90. San José: Instituto Interamericano de Derechos Humanos. p. 126. OCLC 32707694. Consultado el 30 de marzo de 2023. 
  55. Torres, Alfredo (Mayo de 1985). «El poder zurdo». Debate VII (32): 47-49. Consultado el 15 de abril de 2023. 
  56. «La izquierda en el Municipio». Debate (Apoyo Comunicaciones) XX (100): 92. Mayo-Junio de 1998. Consultado el 30 de abril de 2023. 
  57. Zapata, Antonio (Junio de 2009). «Izquierda peruana: una crisis persistente». Quehacer (Desco) (174): 30-34. ISSN 1605-3435. Consultado el 2 de septiembre de 2022. 
  58. Hinojosa, Iván (1999). «Sobre parientes pobres y nuevos ricos: las relaciones entre Sendero Luminoso y la izquierda radical peruana». En Stern, Steve J., ed. Los senderos insólitos del Perú. IEP Ediciones. pp. 73-92. ISBN 978-9972-51-025-0. OCLC 979118708. Consultado el 14 de septiembre de 2022. 
  59. Landa, César (30 de diciembre de 2012). «Los partidos políticos y sus límites en el régimen democrático peruano: el caso MOVADEF». Revista Elecciones 11 (12): 195-233. ISSN 1995-6290. doi:10.53557/elecciones.2012.v11n12.07. Consultado el 14 de septiembre de 2022. 
  60. Lerner Febres, Salomón (1 de diciembre de 2012). «Memoria, reconciliación y democracia». La Revue des droits de l’homme. Revue du Centre de recherches et d’études sur les droits fondamentaux (2). ISSN 2264-119X. doi:10.4000/revdh.257. Consultado el 30 de agosto de 2023. «La Comisión señaló en que forma la violencia y el carácter que ésta tuvo obedecieron en medida significativa a las insuficiencias del desarrollo político peruano. El elemento originario de esas insuficiencias se encuentra en el problema de la ciudadanía. En el Perú, la condición de ciudadano, entendida como la posesión de derechos civiles, políticos y sociales y la capacidad de ejercerlos efectivamente, no es una situación generalizada, sino más bien el privilegio de un sector reducido de la población. [...] Entendimos que ese gran vacío se encuentra, también, en el origen de las continuas frustraciones democráticas del Perú. Con una población poco favorecida por la existencia del Estado de Derecho, dado que sólo favorece a una minoría, resulta comprensible que la democracia en nuestro país sea frágil y resulte vulnerable ante proyectos autoritarios. [...]». 
  61. Luis Sardón, José (Marzo-Mayo de 2001). «¿Por qué pierden las derechas en el Perú?». Debate (Apoyo Comunicaciones) XXII (113): 25-26. Consultado el 5 de mayo de 2023. 
  62. a b c d e Ballón, Eduardo, ed. (2022). «La democracia no es el derecho a elegir, sino a decidir. A propósito de la crisis de representatividad». Perú Hoy, Tiempos de incertidumbre. Perú Hoy. Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo. pp. 55-74. ISBN 978-612-5009-14-2. Consultado el 26 de octubre de 2022. 
  63. Durand, Francisco (1996). «Las elites, Fujimori y la crisis de los partidos en el Perú». Ensaios EFE 17 (2): 182-213. ISSN 1980-2668. Consultado el 1 de febrero de 2023. «En la primera vuelta, Vargas Llosa sólo logro el 32.6% de los votos a nivel nacional, seguido de cerca por Fujimori con 29.1 % y Alva con 22.5%. En Lima, la clase alta votó mayoritariamente a favor de Vargas Llosa (70.2%). Un 50.7% de la clase media se inclino también por Vargas Llosa, mientras solo 28.3% lo hizo por Fujimori.» 
  64. Tanaka, Martín. (2007). «¿Cultura política autoritaria?». Cultura política democrática en el Perú (Primera edición). Jurado Nacional de Elecciones. pp. 19-20. ISBN 978-9972-2928-7-3. OCLC 662672046. Consultado el 26 de abril de 2023. «Si se parte del hecho de que una gran mayoría apoyó el golpe de Estado y que Fujimori fue reelecto en 1995, se concluiría que el Perú tiene una cultura política autoritaria, pues, apoyamos aquellas formas de gobierno que atentan abiertamente contra las libertades individuales y el pluralismo político, en nombre de la autoridad y la eficiencia. Sin embargo, este diagnóstico pasa por alto que existieron otros sucesos durante el fujimorismo que no contaron con la aceptación de la ciudadanía. Por ejemplo, en el referéndum de 1993, en que se sometió a aprobación la vigencia de la nueva Constitución de 1993, se produjo un resultado muy ajustado y controversial. En el mismo sentido, el fujimorismo tampoco consiguió el respaldo ciudadano en los diversos comicios municipales ocurridos en esos años, no obstante las campañas explícitas que el propio presidente realizó por sus candidatos. Del apoyo a ciertas medidas autoritarias en determinados momentos no se deduce la existencia de una cultura política autoritaria que persista en el tiempo y que caracterice a toda la población». 
  65. Sánchez, Juan Martín; Gonzales, Osmar (30 de junio de 2002). «Ideólogos y expertos en el Perú reciente». Anuario de Estudios Americanos 59 (1): 223-247. ISSN 1988-4273. doi:10.3989/aeamer.2002.v59.i1.203. Consultado el 6 de agosto de 2023. «En un contexto de esta naturaleza, los intelectuales con pretensiones de totalidad terminaron sobrando. Los espacios naturales en el que se debían desenvolver (como la universidad o las ONG, por ejemplo) se debilitaron hasta casi extinguirse,sobre todo en las provincias. Los ideólogos del velasquismo y los pertenecientes a la izquierda prácticamente desaparecieron durante el decenio infame que fue el de 1990 para el Perú y, aunque siguieron en su labor de denunciar la naturaleza del fujimorismo, lo hacían desde tribunas con influencia acotada (casi no tenían acceso a los medios de comunicación)». 
  66. Bonilla, Heraclio (2000). «El fujimorismo como forma de gobierno». Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura (27): 233. ISSN 0120-2456. Consultado el 15 de septiembre de 2024. «La victoria electoral de Fujimori [constituye un] hecho inédito en los anales de la política peruana, porque antes el ingreso de un no blanco al palacio de gobierno sólo era posible mediante un golpe de estado, como lo ejemplifican las experiencias de Luis M. Sánchez Cerro, Manuel Apolinario Odria, o el ya mencionado Juan Velasco Alvarado». 
  67. Murakami, Yusuke (2000). La democracia según C y D: un estudio de la conciencia y el comportamiento político de los sectores populares de Lima. IEP, Instituto de Estudios Peruanos. pp. 142-162. ISBN 9972-51-039-5. OCLC 254532681. Consultado el 27 de febrero de 2023. 
  68. Pastor Neyra, Milton Ovidio (10 de junio de 2014). «Los outsiders en el Perú». Lex (Universidad Alas Peruanas) 10 (10): 391-410. ISSN 2313-1861. doi:10.21503/lex.v10i10.228. Consultado el 10 de enero de 2023. 
  69. Rodríguez Ostria, Gustavo (29 de enero de 2007). «Bolivia, Perú y Ecuador: outsiders, izquierda e indígenas en la disputa electoral». Nuevo Mundo. ISSN 1626-0252. doi:10.4000/nuevomundo.3523. Consultado el 10 de enero de 2023. 
  70. La Cruz Bonilla, Juan; Germaná Cornejo, Paula (30 de diciembre de 2015). «El outsider y las elecciones presidenciales en el Perú (2001, 2006 y 2011)». Revista Elecciones 14 (15): 57-83. ISSN 1995-6290. doi:10.53557/Elecciones.2015.v14n15.03. Consultado el 10 de enero de 2023. 
  71. Levitsky, Steven (1999). «Fujimori and Post-Party Politics in Peru». Journal of Democracy (en inglés) 10 (3): 78-92. ISSN 1086-3214. doi:10.1353/jod.1999.0047. Consultado el 23 de julio de 2023. «As it has in the past, Peruvian politics defied regional trends in the 1990s. Whereas democracy either took hold (Argentina, Brazil, Uruguay) or at least survived (Colombia, Ecuador, Nicaragua) throughout most of Latin America, it collapsed in Peru». 
  72. «El ocaso de Alejandro Toledo: de ser la esperanza para terminar con la dictadura a extraditado por millonaria coima de Odebrecht». infobae. Consultado el 23 de abril de 2023. «El fundador de Perú Posible, como opositor político, fue quien puso el rostro en las movilizaciones. Con una vincha roja y camisa verde recorría calles y plazas denunciando fraude con otros líderes políticos, incluso la manifestación llegó cerca al Congreso de la República, dominado por el partido oficialista Perú 2000 y parlamentarios tránsfugas, cuando Alberto Fujimori juramentaba como presidente del Perú». 
  73. Marin, Ignacio Garcia (27 de diciembre de 2021). «La oposición parlamentaria en el Perú (2006-2020): de la cooperación al conflicto». RIPS: Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas 20 (2). ISSN 2255-5986. doi:10.15304/rips.20.2.7448. Consultado el 9 de octubre de 2023. «El sistema político peruano destaca por la incorporación de elementos propios de un régimen parlamentarizado [...]. Sin embargo, estos incentivos, que a priori debieran propiciar un mayor compromiso entre oposición y ejecutivo en la tarea de gobierno, no han surtido efecto. Muy al contrario, no puede hablarse de un gobierno compartido ni de una negociación exitosa entre los diferentes actores. Asimismo, se destaca un sistema de partidos de muy baja institucionalización, creciente fraccionalización y predominio de los candidatos sobre las organizaciones partidarias. Esto vino acompañado por la persistencia de las minorías oficialistas y la ausencia de coaliciones parlamentarias y de gobierno, confrontando con las tesis de Dehesa (1997), Cheibub, Przeworski y Saiegh (2004) y de Albala (2016) y en línea con lo que ya adelantaran Linz (1990; 1999) y Linz y Valenzuela (1994). [...] El resultado ha sido claro: gobiernos inestables que han sufrido constantes renovaciones, decreciente producción legislativa y una oposición reactiva cuando lo ha considerado, mientras el uso del decreto ganó protagonismo». 
  74. «Alan García: No existe una oposición sólida y auténtica al Gobierno». RPP NOTICIAS. Archivado desde el original el 14 de junio de 2008. Consultado el 11 de septiembre de 2022. 
  75. Ego Aguirre, Manuel Dammert (15 de enero de 2006). «Geografía política 2006: polarización autoritaria, emerge crisis institucional». larepublica.pe. Consultado el 4 de mayo de 2023. 
  76. Avilés, William; Rosas, Yolima Rey (2017-09). «Low-Intensity Democracy and Peru’s Neoliberal State: The Case of the Humala Administration». Latin American Perspectives (en inglés) 44 (5): 162-182. ISSN 0094-582X. doi:10.1177/0094582X17705867. Consultado el 8 de febrero de 2023. 
  77. Rottenbacher, Jan Marc (19 de diciembre de 2012). «Vigencia del continuo ideológico izquierda/derecha durante las elecciones presidenciales de 2011 en Lima - Perú». Revista de Psicología 30 (2): 281-315. ISSN 2223-3733. doi:10.18800/psico.201202.003. Consultado el 1 de marzo de 2023. «Humala fue considerado además, la opción política anti-sistema, debido principalmente, a una supuesta vinculación con la izquierda radical peruana (Caballero, 2010) y a sus propuestas de cambio sustancial en el modelo económico neoliberal, vigente en el Perú desde la década de 1990.» 
  78. a b «Derecha económica y derecha política». Quehacer (Desco) (193): 4-5. Marzo de 2014. ISSN 1605-3435. Consultado el 26 de agosto de 2022. 
  79. Meléndez, Carlos; Sosa Villagarcia, Paolo (2013). «Peru 2012: Trapped by History?» [PERÚ 2012: ¿Atrapados por la historia?]. Revista de ciencia política (Santiago) 33 (1): 325-350. ISSN 0718-090X. doi:10.4067/S0718-090X2013000100016. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  80. Meléndez, Carlos (Julio de 2015). «Los ejes de la derecha en el Perú preelectoral». Argumentos (Instituto de Estudios Peruanos) 9 (3). ISSN 2076-7722. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  81. Arce, Moisés; Incio, José; Arce, Moisés; Incio, José (2018-08). «Peru 2017: An Extreme Case of Divided Government» [Perú 2017: un caso extremo de gobierno dividido]. Revista de ciencia política (Santiago) 38 (2): 361-377. ISSN 0718-090X. doi:10.4067/s0718-090x2018000200361. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  82. Durand, Francisco (1990). «La nueva derecha peruana: orígenes y dilemas». Estudios Sociológicos 8 (23): 351-374. ISSN 0185-4186. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  83. Herrera Gómez, Diego, ed. (2006). (Des)territorialidades y (No)lugares: procesos de configuración y transformación social del espacio (Primera edición). La Carreta. p. 110. ISBN 978-958-97811-1-1. Consultado el 27 de junio de 2023. 
  84. Lynch, Nicolás (18 de diciembre de 2020). «La derecha peruana: de la hegemonía a la crisis (1990-2020)». En Universidad Nacional Mayor de San Marcos, ed. Revista CIDOB d'Afers Internacionals (126): 117-138. doi:10.24241/rcai.2020.126.3.117. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  85. a b Tanaka, Martín. «Las dos derechas». Instituto de Estudios Peruanos. Consultado el 29 de julio de 2022. 
  86. Lynch, Nicolás (25 de diciembre de 2020). «La derecha peruana de encomenderos a neoliberales, pero siempre encomenderos». Discursos del Sur, revista de teoría crítica en Ciencias Sociales (6). ISSN 2617-2291. doi:10.15381/dds.v0i6.19325. Consultado el 22 de octubre de 2022. 
  87. Meléndez, Carlos (11 de julio de 2019). «La derecha que se bifurca. Las vertientes populista-conservadora y tecnocrática-liberal en Perú post-2000». Colombia Internacional (99): 3-27. doi:10.7440/colombiaint99.2019.01. Consultado el 10 de enero de 2023. 
  88. «Los nuevos retos de la izquierda». La República. 2 de mayo de 2004. Archivado desde el original el 5 de septiembre de 2004. Consultado el 2 de enero de 2024. 
  89. Quispe, Harold. «De Barrantes a Castillo: la evolución de la izquierda en el Perú». elecciones.larepublica.pe. Consultado el 24 de agosto de 2022. 
  90. Nina, José Mendívil (8 de diciembre de 2021). «Crisis constitucional del Perú bicentenario». Lumen 17 (2): 214-228. ISSN 2708-5031. doi:10.33539/lumen.2021.v17n2.2468. Consultado el 26 de agosto de 2022. 
  91. De Lissovoy, Noah (18 de noviembre de 2014). Education and Emancipation in the Neoliberal Era: Being, Teaching, and Power (en inglés). Springer. p. 80. ISBN 978-1-137-37531-5. Consultado el 11 de enero de 2024. «The spread of socialist ideas in Peru has resulted in a strong movement reflecting Indigenous demands. The new Peruvian generation knows that Peru's progress will be fictitious, or at least will not be Peruvian, if it does not benefit the Peruvian masses, four-fifths of whom are Indigenous and peasant». 
  92. Arce, Moises (1 de febrero de 2014). «The Persistence of the Two Perus». Current History 113 (760): 70-75. ISSN 0011-3530. doi:10.1525/curh.2014.113.760.70. Consultado el 29 de diciembre de 2022. «Toledo’s reforms sought to reverse long-standing patterns of economic and political centralization, which had made the coastal capital of Lima the epicenter of economic activity as well as political control, and had historically cleaved Lima from the highlands of the country. Or, as Peruvian historian Jorge Basadre wrote, centralization has produced “two Perus”: the “official Peru” (Perú oficial) located in Lima, where the bureaucracy is seated, and the “deep Peru” (Perú profundo), where indigenous people live.» 
  93. Alva Olivera, Gino (8 de febrero de 2023). «¿Cómo vota el sur del Perú?: el perfil electoral de la macrorregión que vota por un cambio del statu quo». El Comercio Perú. Consultado el 8 de febrero de 2023. 
  94. Torres, Alfredo (19 de septiembre de 2021). «El ardid de la polarización». El Comercio Perú. Consultado el 24 de agosto de 2022. 
  95. Maestro, Goyo G. (11 de junio de 2021). «Pedro Castillo, el maestro y sindicalista del Perú profundo al que las élites aborrecen». La Razón. Consultado el 25 de enero de 2023. 
  96. «Vargas Llosa apoya a Keiko Fujimori para la segunda vuelta en Perú». SWI swissinfo.ch. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  97. «Keiko Fujimori y Pedro Castillo llegan empatados a las elecciones del domingo». La Diaria. 3 de junio de 2021. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  98. «Perú, entrampado entre los extremos de izquierda y derecha | DW | 12.04.2021». DW.COM. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  99. a b c «Las elecciones de Perú, una pelea de "terrucos", "caviares" y "viejos lesbianos"». www.efe.com. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  100. «Luis Jochamowitz: “Ántero Flores es un político conservador, apolillado, lo que en redes sociales llaman un viejo lesbiano”». larepublica.pe. 15 de noviembre de 2020. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  101. González, Angie Katherine; Ponce, Matías; Rincón, Omar; Uribe Rincón, Catalina (2022). «Comunicación, jóvenes y protesta durante la crisis política en el Perú de fines de 2020: “Se metieron con la generación equivocada”». (No) es la comunicación ... : es la política. Friedrich–Ebert–Stiftung FES. p. 252. ISBN 978-958-8677-60-6. OCLC 1349536774. Consultado el 16 de febrero de 2023. «Por su parte, los interpelados, los que se metieron con la generación equivocada, son los políticos de viejas y nuevas generaciones, elegidos al Congreso. Los jóvenes les llaman “políticos tradicionales”, “corruptos”, “dinosaurios” y “viejos lesbianos”. Estas dos últimas denominaciones vienen de un dino-meme que a su vez surge de un juego de Facebook llamado Jurassic Park Builder el año 2018.» 
  102. Armas Asín, Fernando (2022-09). «Political Action of the Catholic Hierarchy and the Use of Religion in Political Organizations (Peru, 1920–2021): Evidence and Long-Term Analysis». Religions (en inglés) 13 (9): 861. ISSN 2077-1444. doi:10.3390/rel13090861. Consultado el 2 de agosto de 2023. «Ironically, in the run-off confrontation between Pedro Castillo and Keiko Fujimori, part of the electorate voted for the “communist” Castillo, verified in the south of the country, but he was also supported during the run-off by the so-called “caviars” in Lima—a simple verification of the varied and complex nature of the supporters, as well as the attitude of the electorate». 
  103. Pereda, David (23 de agosto de 2022). «Keiko Fujimori y Vladimir Cerrón unidos por sus intereses, no por el país». larepublica.pe. Consultado el 23 de agosto de 2022. 
  104. «Hildebrandt: “Castillo es casi el Fujimori de las izquierdas tribales y de los raqueteros con traje de paisano”». infobae. 23 de diciembre de 2022. Consultado el 23 de diciembre de 2022. 
  105. «Mario Vargas Llosa comparó a Pedro Castillo con Alberto Fujimori por el fallido autogolpe de Estado en Perú». infobae. 8 de enero de 2023. Consultado el 8 de enero de 2023. 
  106. «Conflicto insostenible: hasta 3 disoluciones del Congreso y 9 pedidos de vacancia en los últimos 22 años». El Comercio Perú. 11 de diciembre de 2022. Consultado el 11 de diciembre de 2022. 
  107. Espinoza, Analí (7 de diciembre de 2023). «La debacle de la izquierda en el Perú a un año del golpe de Pedro Castillo y la caída de su gobierno». infobae. Consultado el 8 de diciembre de 2023. 
  108. a b c Norma Martínez (conductora) (29 de noviembre de 2020). «Choque de poderes: Ejecutivo vs Legislativo». Youtube (programa Sucedió en el Perú) (IRTP). Consultado el 26 de septiembre de 2022. 
  109. Miranda, Remis. «El gobierno del pueblo». El Comercio (Perú). Archivado desde el original el 12 de junio de 2001. Consultado el 21 de marzo de 2023. 
  110. a b Muñoz Portugal, Ismael (Noviembre de 2015). «Gobernabilidad, formación y gestión pública: el caso del Perú y la contribución del programa de gobernabilidad, gerencia política y gestión pública». XX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública. Consultado el 5 de febrero de 2022. 
  111. a b c Cuenca, Ricardo (2011). Las desigualdades en el Perú : balances y críticas. Instituto de Estudios Peruanos. p. 156; 157-158. ISBN 978-9972-51-332-0. OCLC 1029904363. Depósito legal: 2011-14360. Consultado el 26 de septiembre de 2022. 
  112. Suárez-Durand, María Guiulfo; Hernández Ramos, María A. (20 de julio de 2022). «LA DESCENTRALIZACIÓN Y LA COMPETITIVIDAD». REVISTA GOBIERNO Y GESTIÓN PÚBLICA 9 (2): 38-56. ISSN 2414-4991. doi:10.24265/iggp.2022.v9n2.04. Consultado el 26 de septiembre de 2022. 
  113. Lara, Juan Guillermo (24 de septiembre de 2022). «Obras, basura, transporte... ¿Quiénes son los responsables en la ciudad? Descarga el manual aquí». El Comercio Perú. Consultado el 2 de octubre de 2022. 
  114. Chiaramonti, Gabriella (1 de octubre de 2007). «De marchas y contramarchas: apuntes sobre la institución municipal en el Perú (1812-1861)». Araucaria 9 (18). ISSN 2340-2199. Consultado el 17 de octubre de 2022. 
  115. Contreras, Carlos (2000). «Centralismo y descentralismo en la historia del Perú independiente». Instituto de Estudios Peruanos. Consultado el 17 de octubre de 2022. 
  116. «Comisión de Descentralización aprobó dictamen que propone la eliminación de los prefectos y subprefectos». infobae. 2 de noviembre de 2022. Consultado el 2 de noviembre de 2022. 
  117. «Proponen elegir a prefectos con participación ciudadana». La República. 25 de noviembre de 2000. Archivado desde el original el 26 de abril de 2005. Consultado el 20 de noviembre de 2023. 
  118. Luján Quispe, Estéfany (31 de diciembre de 2022). «Prefectos y subprefectos en la mira del Congreso, ¿qué implica que busquen eliminar los cargos?». infobae. Consultado el 31 de diciembre de 2022. 
  119. «¿Hay vida más allá de la CAN?». El Comercio (Perú). 14 de julio de 2008. Archivado desde el original el 2 de noviembre de 2009. Consultado el 23 de octubre de 2022. 
  120. Shugart, Matthew Søberg (September 2005). «Semi-Presidential Systems: Dual Executive and Mixed Authority Patterns». Graduate School of International Relations and Pacific Studies. Archivado desde el original el 19 de agosto de 2008. Consultado el 31 de agosto de 2017. 
  121. Shugart, Matthew Søberg (December 2005). «Semi-Presidential Systems: Dual Executive And Mixed Authority Patterns». French Politics 3 (3): 323-351. ISSN 1476-3427. OCLC 6895745903. doi:10.1057/palgrave.fp.8200087. Consultado el 31 de agosto de 2017. «Only in Latin America have all new democracies retained a pure presidential form, except for Peru (president-parliamentary) and Bolivia (assembly-independent).» 
  122. Bermúdez Tapia, Manuel (8 de agosto de 2020). «Análisis de la crisis del sistema semi presidencial peruano durante el interregno parlamentario y el estado de emergencia provocado por el COVID-19.». Revista Jurídica Mario Alario D´Filippo 12 (24): 354-371. ISSN 2256-2796. doi:10.32997/2256-2796-vol.12-num.24-2020-2680. Consultado el 1 de octubre de 2023. 
  123. Jiménez, Rolkin Lorenzo. «Semipresidencialismo y crisis en Perú». listindiario.com. Consultado el 1 de octubre de 2023. 
  124. Campos, Milagros (7 de julio de 2023). «El control parlamentario a los presidentes en minoría: un balance». Athina (015): 227-250. ISSN 1991-5411. doi:10.26439/athina2023.n015.6494. Consultado el 24 de octubre de 2023. «Aun cuando el presente artículo no aborda todos los mecanismos de control parlamentario previstos en la Constitución de 1993, ni aquellos que de acuerdo al equilibrio entre estos dos poderes ejerce el ejecutivo respecto del Congreso, permite una reflexión sobre la relación entre ejecutivo y legislativo. El ejercicio del este control parlamentario ha sido frecuente». 
  125. Morón Pastor, Eduardo Andrés; Sanborn, Cynthia Ann (2007). Los desafíos del policymaking en el Perú: actores, instituciones y reglas de juego. Documento de trabajo del Centro de Investigación (Primera edición). Universidad del Pacífico. p. 17. ISBN 978-9972-57-108-4. Consultado el 25 de noviembre de 2023. «Si bien se otorgó más autoridad al Ejecutivo en la Constitución de 1979, sus redactores no querían que los presidentes fuesen dictadores; por tanto, retuvieron una serie de contenidos formales referidos al equilibrio de poderes. Estos incluyeron algunas medidas importantes respecto del control congresal sobre los presidentes y el establecimiento de un Poder Judicial formalmente independiente. Una mayoría de oposición en ambas cámaras del Congreso podía anular un veto presidencial, bloquear la legislación iniciada por el Ejecutivo, negarle poderes legislativos extraordinarios, censurar ministros del gabinete, procesar al Presidente (un proceso largo) o declarar la vacancia presidencial, un procedimiento relativamente rápido (Kenney 2004). En efecto, estos elementos han llevado a que algunos analistas ubiquen al régimen peruano en una categoría híbrida o "semi-presidencial"». 
  126. Julcarima Álvarez, Gerson. «¿Afecta la “forma de gobierno” el funcionamiento de la democracia representativa? Algunas reflexiones a partir del caso peruano». En Lara Amat y León, Joan, ed. La ciudadanía y lo político. Ciudadanía y crisis de la democracia liberal en un mundo en transformación. Facultad de Letras y Ciencias Humanas y Escuela de Ciencia Política de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. p. 180. ISBN 978-9972-695-82-7. Consultado el 25 de mayo de 2024. «El consenso en la mayoría de estos estudios es calificar el sistema de gobierno peruano como un presidencialismo atenuado, ello debido a que esta forma de gobierno —además de la figura de un presidente elegido por votación popular— presenta ciertos mecanismos de control parlamentario que son ajenos a un presidencialismo puro, como el voto de confianza o investidura y la capacidad de interpelar o censurar ministros». 
  127. García Marín, Ignacio (24 de enero de 2024). «La parlamentarización del juicio político en América Latina entre 1990 y 2022». Desafíos 35 (Especial). ISSN 2145-5112. doi:10.12804/revistas.urosario.edu.co/desafios/a.13212. Consultado el 25 de mayo de 2024. «Tratándose de un régimen semipresidencial, tanto en la práctica como de iure, la marcada minoría oficialista y la ausencia de un sistema de partidos institucionalizado ha jugado en contra de la permanencia y control del legislativo por los ejecutivos. Puede subrayarse, además, la más elevada rotación de ministros de toda América Latina, la alta volatilidad partidaria y la debilidad con la que encaran los presidentes sus mandatos». 
  128. Estela Huamán, José Alberto (2020). «PERMANENTE INCAPACIDAD COMO CAUSAL DE VACANCIA PRESIDENCIAL». Cuadernos Paramentarios (25): 87. Consultado el 25 de mayo de 2024. 
  129. Eguiguren Praeli, Francisco José (2007). «El régimen presidencial «atenuado» existente en el Perú». La responsabilidad del Presidente : razones para una reforma constitucional. Pontificia Universidad Católica del Perú. pp. 19-45. ISBN 978-9972-42-826-5. doi:10.18800/9789972428265. Consultado el 1 de octubre de 2023. «Cabe resaltar que los excesos de algunos gobiernos influyeron en que algunos congresistas propusieran adoptar el régimen parlamentario, lo que fue rechazado por considerarlo ajeno a nuestra tradición política presidencial y por carecer de partidos sólidos, con ideologías claras y organización disciplinada, lo que hacía impensable contar con mayorías estables como las que requiere dicha forma de gobierno. Similar intento se retomó durante la Convención Constituyente de 1919, que elaboró la Carta de 1920, pero la mayoría desestimó tales propuestas, considerando que con las atribuciones de control y fiscalización ya conferidas al Congreso —interpelación y censura de ministros, compatibilidad entre el cargo parlamentario y el de ministro, potestad para nombrar comisiones investigadoras, etcétera— este órgano contaba con poder suficiente frente al Ejecutivo, lo que hacía innecesario seguir avanzando hacia un sistema parlamentario». 
  130. Sardón, Jose Luis (28 de noviembre de 1993). «El sistema de gobierno en la nueva constitución». Apuntes. Revista de ciencias sociales: 3-12. ISSN 2223-1757. doi:10.21678/apuntes.33.376. Consultado el 11 de mayo de 2024. 
  131. Hidalgo Bustamante, Martin (20 de mayo de 2024). «Sin balance de poder: el Congreso no tiene oposición frente a posturas antitécnicas». El Comercio. ISSN 1605-3052. Consultado el 20 de mayo de 2024. 
  132. «Peru’s president survives because she’s not in charge». The Economist (en inglés). ISSN 0013-0613. Consultado el 19 de julio de 2024.  Versión en español por Gestión.
  133. Gonzales, María Alejandra (20 de julio de 2024). «The Economist: Dina Boluarte sobrevive en el poder porque no es ella quien gobierna, sino el Congreso». infobae. Consultado el 22 de julio de 2024. 
  134. «Patricia Chirinos sobre Dina Boluarte: “ahí estamos como Congreso para irla corrigiendo”». Panamericana Televisión. Consultado el 11 de octubre de 2024. 
  135. Calderón, Camila (11 de octubre de 2024). «Patricia Chirinos aseguró que Congreso controla a Dina Boluarte y no descarta vacancia: “Podría salir de un día al otro”». infobae. Consultado el 11 de octubre de 2024. 
  136. Patriau, Enrique (6 de noviembre de 2023). «Fernando Tuesta: “El Congreso cree que es el primer poder del Estado y que por eso puede avasallar”». larepublica.pe. Consultado el 18 de marzo de 2024. 
  137. «Gino Costa: Dina Boluarte es una presidenta sometida a un gobierno parlamentario». Ideele Radio. 24 de octubre de 2024. Consultado el 26 de octubre de 2024. 
  138. Pereda, David (21 de enero de 2024). «Coalición Ejecutivo-Legislativo: cambios necesarios no están en la agenda». larepublica.pe. Consultado el 21 de enero de 2024. «"Si, al contrario, el Congreso es el primer poder del Estado, pasemos a un sistema parlamentario puro donde el presidente sea una figura decorativa y sea el primer ministro electo a través de las bancadas mayoritarias del Congreso, de manera que estas se hagan responsables de sus acciones", manifiesta [Anthony Medina Rivas Plata]. Para Medina, nuestro sistema semipresidencialista, con elementos de parlamentarismo, no funcionó bien. "O es uno o es lo otro, ya que el sistema híbrido que tenemos ha fracasado ampliamente y solo genera inestabilidad política", asevera». 
  139. «“El Tribunal Constitucional le ha dado al Congreso el poder de hacer lo que quiera”». Cutivalú. Piura. 28 de febrero de 2023. Consultado el 31 de julio de 2024. 
  140. Romero, César (20 de octubre de 2024). «Tribunal Constitucional: los jueces sí pueden controlar los actos del Congreso». larepublica.pe. Consultado el 21 de octubre de 2024. 
  141. a b c d e f g h i j k l m República del Perú: Evaluación de la Gobernidad Democrática. Banco Interamericano de Desarrollo. Febrero de 2007. p. 17-21. Consultado el 5 de febrero de 2021. 
  142. Remy, María Isabel (1993). «Regiones y reglas de juego democráticas». Argumentos (Instituto de Estudios Peruanos) (9): 8-10. ISSN 2076-7722. Consultado el 23 de agosto de 2022. 
  143. a b Karatnycky, Adrian; Piano, Aili; Freedom House (2017). Freedom in the world : the annual survey of political rights and civil liberties, 2001-2002. Routledge, Taylor & Francis Group. pp. 477-480. ISBN 978-1-351-32382-6. OCLC 1020637321. Consultado el 23 de agosto de 2022. 
  144. Ciriaco Ruiz, Mayté (18 de diciembre de 2022). «Estallido social: En el Perú surge un conflicto cada semana, en promedio». El Comercio Perú. Consultado el 18 de diciembre de 2022. (requiere suscripción). 
  145. «La Carta Democrática Interamericana vuelve a Lima: Perú la invoca una vez más - Agenda Estado de Derecho». 22 de noviembre de 2022. Consultado el 10 de mayo de 2024. 
  146. John, Ronald Bruce St (18 de julio de 2017). «Peruvian foreign policy in the new millennium: Continuity and change». Revista del Instituto Riva-Agüero 2 (2): 65-119. ISSN 2415-5896. doi:10.18800/revistaira.201702.002. Consultado el 8 de febrero de 2023. 
  147. «Es impreciso que órganos electorales deben ser fiscalizados por tener “naturaleza política”, como afirmó Adriana Tudela». infobae. Consultado el 10 de mayo de 2023. 
  148. «#Hace20Años El distrito electoral múltiple o la multiplicación de los demócratas». El Búho. 11 de enero de 2021. Consultado el 7 de noviembre de 2022. 
  149. Red de Medios Regionales del Perú (10 de diciembre de 2023). «"Los partidos fracasaron y ahora desde el Congreso quieren eliminar la competencia de los movimientos regionales"». El Búho. Consultado el 10 de diciembre de 2023. 
  150. Tanaka, Martín (Abril de 2007). «La intervención de los factores políticos». El sistema de partidos “realmente existente” en el Perú, los desafíos de la construcción de una representación política nacional, y cómo enrumbar la reforma política. Instituto de Estudios Peruanos. Consultado el 22 de agosto de 2022. 
  151. Tassano Velaochaga, Hebert (2008). «Los Organismos Reguladores de Servicios Públicos». Revista de Derecho Administrativo (4): 89-106. Consultado el 14 de octubre de 2023. «En el Perú -y como parte de un proceso relativamente similar al que se experimentó en países de nuestro entorno como Argentina y Chile, entre otros-la aparición de la mayoría de los organismos reguladores de los servicios públicos se produjo en el marco del proceso de transformación del rol del Estado en la economía, que se desarrollo durante la última década del Siglo XX y que determinó la liberalización de amplios sectores del mercado, la transferencia al sector privado de la propiedad de numerosas empresas estatales y el otorgamiento de concesiones de servicios públicos y de obras públicas de infraestructura». 
  152. «Un 12% de los peruanos ha participado en una protesta el último año, según IEP». larepublica.pe. 29 de noviembre de 2022. Consultado el 29 de noviembre de 2022. 
  153. Loayza-Javier, Jerjes (27 de marzo de 2023). «Leva militar y violencia en contra de la juventud en el Perú». Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud 21 (1): 1-24. ISSN 2027-7679. doi:10.11600/rlcsnj.21.1.5504. Consultado el 20 de agosto de 2024. «En aquel entonces, las juventudes urbanas y universitarias eran abiertamente políticas, persiguiendo ideales como la «revolución, la reforma agraria, una alianza latinoamericana para detener al imperialismo, y generar democracias populares»». 
  154. Marañón, Alonso (2017). «¿Demócratas pero antipolíticos? Juventud universitaria y sentidos de lo político entre 1997-2000». La Colmena (10): 10-21. ISSN 2220-4490. Consultado el 9 de septiembre de 2023. 
  155. Montoya Canchis, Luis W. (2009-07). «Políticas y juventudes post-transición democrática en el Perú». Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud 7 (2): 1229-1254. ISSN 1692-715X. Consultado el 3 de noviembre de 2023. «La Ley del Consejo Nacional de la Juventud Nº 27802 es promulgada por el presidente Toledo un año después de su anuncio, el 29 de julio de 2002. El problema no sólo fue la demora en la promulgación de la norma, sino sobre todo el enfoque. La propuesta inicial del gobierno apostaba por un proceso de "inclusión participativa" de las juventudes, a través de la creación de una instancia de representación juvenil de base territorial elegida por voto universal, la cual es reemplazada por otra donde la participación de las juventudes es mediada y subordinada a una instancia estatal de rango ministerial. [...] El texto de la ley establece y regula la conformación de tres instancias: una de concertación, denominada el Comité de Coordinación del Conaju, donde coordinan representantes de las juventudes y el Estado; un ente rector, la Comisión Nacional de la Juventud, que funciona como un organismo del Estado; y una tercera de representación juvenil, el Consejo de Participación de la Juventud, donde participan jóvenes de diversas organizaciones elegidos y elegidas para este propósito». 
  156. «Consejo Nacional de la Juventud a favor de absorción al Ministerio de Educación». IdeeleRadio. 5 de marzo de 2007. Archivado desde el original el 6 de junio de 2007. Consultado el 28 de marzo de 2024. 
  157. Liguori, Mariana; Beretta, Diego (2022). «Los organismos nacionales de juventud en perspectiva histórica: agendas y recorridos institucionales en América Latina y el Caribe (1980-2020)». Studia Politicæ (56): 65-101. ISSN 2408-4182. doi:10.22529/sp.2022.56.04. Consultado el 3 de noviembre de 2023. «En Perú, en el año 2002, se promulgó la Ley 27802 del Consejo Nacional de la Juventud como marco normativo para la creación del primer organismo público y descentralizado con rango ministerial dedicado al impulso y coordinación de políticas públicas de juventud en el país, la Comisión Nacional de Juventud (CONAJU). Los lineamientos en el trabajo estatal con juventudes en el país son postulados en el Plan Nacional de Juventud 2006-2011, concebido desde la articulación entre diferentes dependencias del Estado nacional, organizaciones no gubernamentales y actores del sector privado (CONAJU, 2006). En 2015, este organismo de juventud pasó a ser constituido como Secretaría Nacional de Juventud en el ámbito del Ministerio de Educación y, retomando los antecedentes en materia juvenil, en 2016 se aprobó la Política Nacional de Juventud con un enfoque multisectorial como nuevo eje rector de las intervenciones en asuntos de juventud en el país (SENAJU, 2019).» 
  158. Chavez Granadino, 1999, pp. 85-86.
  159. Chavez Granadino, 1999, p. 84.
  160. Carranza Reyes, Odar Alexander (2021). «La participación de los millennials en el marco de la democracia representativa en Perú durante el 2019». Revista Cultura 35: 133-145. ISSN 2224-3585. doi:10.24265/cultura.2021.v35.08. Consultado el 30 de octubre de 2022. 
  161. Ford, Elaine (2019). «Caso “La Repartija” (2013)». El reto de la democracia digital: hacia una ciudadanía interconectada. Konrad-Adenauer-Stiftung. pp. 64-65. ISBN 978-612-4453-00-7. OCLC 1193245374. Consultado el 7 de enero de 2023. 
  162. Goñez Cruz, Christian Carlos; Cueto Saldívar, Rosa Maria (23 de agosto de 2022). «The anti-fujimorism and the defense of democracy: a study on the political consciousness of young people mobilized against fujimorism in Lima». {PSOCIAL} 8 (1): 9. ISSN 2422-619X. Consultado el 31 de marzo de 2023. 
  163. LR, Política (21 de noviembre de 2020). «Hildebrandt: “Sagasti no estaría donde está sino fuera por la juventud”». larepublica.pe. Consultado el 21 de mayo de 2024. 
  164. Portocarrero, Felipe; Sanborn, Cynthia (1998). «Entre el Estado y el mercado: definiendo el sector sin fines de lucro en Perú». Apuntes: Revista de Ciencias Sociales (43): 45-80. ISSN 0252-1865. doi:10.21678/apuntes.43.477. Consultado el 5 de febrero de 2022. 
  165. López Lozano, Rafael Baldomero (28 de agosto de 2019). «Representaciones sociales en las elites empresariales de la ciudad de Lima, Perú». Universitas (31): 141-157. ISSN 1390-8634. doi:10.17163/uni.n31.2019.07. Consultado el 5 de febrero de 2022. 
  166. Durand, Francisco; Crabtree, John (2017). PERU : elites del poder y captura politica.. UNIVERSIDAD DEL PACIFICO. p. 69. ISBN 9972-835-23-5. OCLC 1130766949. Consultado el 26 de agosto de 2022. 
  167. «Confiep: “Preocupa concentración de poder fujimorista en el Congreso”». larepublica.pe. Consultado el 11 de mayo de 2023. 
  168. Elecciones parlamentarias en el Perú, 1931-2011.. Jurado Nacional de Elecciones. ISBN 978-612-4150-50-0. OCLC 970396381. Consultado el 5 de febrero de 2022. 
  169. «JNE y ONPE deben terminar sus diferencias, opina presidente de Comisión de Constitución». andina.pe. Consultado el 23 de agosto de 2022. 
  170. «Día del Periodista: los momentos claves en la defensa de la libertad de expresión en el Perú». El Comercio Perú. 30 de septiembre de 2021. Consultado el 5 de febrero de 2022. 
  171. Quiroz, María Teresa (2005). «Periodismo de opinión y poder en el Perú». Contratexto (013): 201-205. ISSN 1993-4904. doi:10.26439/contratexto2005.n013.756. Consultado el 22 de agosto de 2022. 
  172. Piano, Aili; Puddington, Arch; Freedom House (2004). Freedom in the world 2004 : the annual survey of political rights & civil liberties. Freedom House. pp. 444-448. ISBN 0-7425-3644-0. OCLC 56845177. Consultado el 23 de agosto de 2022. 
  173. a b Yepes, Ernesto (1991). «De Pizarro a Fujimori». Tierra Nuestra 1 (1): 10-11. ISSN 1997-6496. doi:10.21704/rtn.v1i1.864. Consultado el 7 de noviembre de 2022. 
  174. a b Dammert, Lucia (2016). «Peruvian Perfect Storm: State Fragility, Corruption and Organized Crime». En Kassab, Hanna Samir, ed. Fragile states in the Americas (en inglés). ISBN 978-1-4985-4357-6. OCLC 962304444. Consultado el 23 de agosto de 2022. 
  175. «Primer ministro pide unidad nacional para enfrentar al narcoterrorismo». RPP Noticias. Archivado desde el original el 15 de abril de 2009. Consultado el 15 de septiembre de 2022. 
  176. «Exreclusos por terrorismo pueden intervenir en política y ser candidatos». larepublica.pe. 3 de diciembre de 2022. Consultado el 3 de diciembre de 2022. 
  177. a b Kahhat, Farid (26 de marzo de 2023). «“¿Qué es un régimen híbrido?”, por Farid Kahhat». El Comercio. ISSN 1605-3052. Consultado el 16 de febrero de 2024. 
  178. «Las alternativas de los partidos». Argumentos (Instituto de Estudios Peruanos) (15): 2-4. 1994. ISSN 2076-7722. Consultado el 5 de septiembre de 2022. 
  179. Romero Reyes, Antonio (28 de diciembre de 2018). «Neoliberalismo, antipolítica y crisis de la política en el Perú». Revista de Sociología (27): 53-69. ISSN 1609-7580. doi:10.15381/rsoc.v0i27.18963. Consultado el 14 de octubre de 2022. 
  180. a b Haya de la Torre, Agustín (11 de junio de 2014). «El sistema de partidos políticos en el Perú y la nueva ley». Investigaciones Sociales 8 (13): 207-234. ISSN 1818-4758. doi:10.15381/is.v8i13.6924. Consultado el 5 de febrero de 2022. 
  181. a b Reyes Parra, Víctor (31 de mayo de 2024). «Más de 100 movimientos regionales desaparecerán con reforma aprobada por el Congreso: ¿Qué pasará con sus representantes?». El Comercio. ISSN 1605-3052. Consultado el 31 de mayo de 2024. 
  182. Perú, Red de Medios Regionales del (2 de junio de 2024). «Fuerza Popular no ganó ni una sola alcaldía provincial en todo el país en 2022, Renovación Popular ganó una». El Búho. Consultado el 2 de junio de 2024. 
  183. Bonifaz, Manuel Seifert (18 de julio de 2016). «Volatilidad partidaria en el Perú: Repensando la institucionalidad democrática». Politai 7 (13): 35-51. ISSN 2415-2498. Consultado el 19 de julio de 2022. 
  184. a b Tanaka, Martín (2005). Democracia sin partidos, Perú, 2000-2005 : los problemas de representación y las propuestas de reforma política. Mínima (primera edición). Lima: Instituto de Estudios Peruanos. pp. 96-100. ISBN 9972-51-133-2. OCLC 64034384. Consultado el 19 de julio de 2022. 
  185. Cayetano, Shirley (7 de octubre de 2023). «Estado pone trabas para que mineras construyan centros de salud en regiones». Peru21. Consultado el 15 de octubre de 2023. «Antes se pensaba que, a través del mecanismo de Obras por Impuestos, los proyectos de infraestructura se iban a acelerar y no fue así. Se necesita coordinar con los gobiernos locales, con las direcciones regionales de salud, con las municipalidades distritales». 
  186. Cifuentes, Cristina (6 de diciembre de 2020). «Partidos Políticos: Días de crisis, fragmentación y personalismos». La Tercera. Consultado el 5 de febrero de 2022. 
  187. Tuesta Soldevilla, Fernando (12 de octubre de 2021). «El problema de los fondos públicos». El Comercio Perú. Consultado el 23 de agosto de 2022. 
  188. Del Aguila M, Levy (17 de octubre de 2019). «Neoliberalismo, Estado de derecho y gestión de la corrupción». InnovaG (5): 41-50. ISSN 2521-5701. Consultado el 19 de julio de 2022. 
  189. Gorriti, Gustavo (6 de mayo de 2015). «Riesgos de Narcoestado». El País. ISSN 1134-6582. Consultado el 23 de agosto de 2022. 
  190. «Kuczynski afirma que el Perú no es un narcoestado». El Comercio (Perú). 5 de enero de 2006. Archivado desde el original el 10 de enero de 2006. Consultado el 14 de septiembre de 2022. 
  191. Sierra Zamora, Paola Alexandra; Bermúdez-Tapia, Manuel (1 de julio de 2021). «La Incidencia Del Narcotráfico En Las Altas Esferas Del Gobierno Peruano». Novum Jus 15 (2): 259-293. ISSN 2500-8692. doi:10.14718/10.14718/novumjus.2021.15.2.10. Consultado el 19 de noviembre de 2022. 
  192. «Alertan que Perú podría convertirse en 'narcoestado'». CPN Radio. Archivado desde el original el 30 de diciembre de 2005. Consultado el 1 de enero de 2023. 
  193. «Elecciones 2021: un total de 16 partidos políticos perderían su inscripción en el ROP». elperuano.pe. Consultado el 23 de agosto de 2022. 
  194. Planas Silva, Pedro (1998). Democracia y tradición constitucional en el Perú : (materiales para una historia del derecho constitucional en el Perú). San Marcos. p. 179. OCLC 644503840. Consultado el 26 de septiembre de 2022. 
  195. «El mapa que explica la división del voto en Perú entre el "sur antisistema" favorable a Castillo y las ciudades que votaron por Fujimori». BBC News Mundo. Consultado el 5 de febrero de 2022. 
  196. Espinoza, Agustín; János, Erika; Kay, Martín Mac (5 de noviembre de 2021). «Participación política indígena en el Perú: una historia de racismo, exclusión y violencia». Pie de Página (006): 23-31. ISSN 2788-5585. Consultado el 14 de agosto de 2023. 
  197. «Nuevas elecciones, misma norma: cuota indígena sigue sin garantizar representatividad». La República (Perú). Consultado el 3 de octubre de 2022. 
  198. Mc Cubbin, Ricardo (12 de junio de 2024). «Congreso: Proponen escaños para pueblos indígenas, Comunidades campesinas, población afroperuana y personas con discapacidad». infobae. Consultado el 12 de junio de 2024. 
  199. Tuesta, Paul. «Crisis política: siete años de promesas incumplidas y reformas truncas». Convoca.pe. Consultado el 30 de julio de 2023. 
  200. Hermoza Alarcón, Gustavo (5 de febrero de 2018). «La oposición en la transición política peruana entre los años 2000 y 2002». Investigaciones Sociales 21 (38): 299-314. ISSN 1818-4758. doi:10.15381/is.v21i38.14234. Consultado el 22 de agosto de 2022. 
  201. Manrique, Luis González (13 de noviembre de 1995). «Sistemas “partidocráticos” en crisis. Los casos de Perú e Italia». Apuntes. Revista de ciencias sociales: 76-79. ISSN 2223-1757. doi:10.21678/apuntes.36.415. Consultado el 22 de agosto de 2022. 
  202. Munguía Becerra, Paul. «El espectro ideológico de los partidos políticos peruanos». pacarinadelsur.com. Consultado el 3 de noviembre de 2023. «Frente a un sistema hegemónico democrático neoliberal se conserva las posiciones de izquierda reformista y derecha conversa, con una estructura de localizaciones en la matriz ideológica, pero con estrategias de poder flexible y elásticas conseguida mediante medidas y propuesta políticas electorales». 
  203. «Un 29.6% de limeños apoya una corriente política de “centro”». Correo. 24 de setiembre del 2003. Archivado desde el original el 9 de octubre de 2003. Consultado el 3 de noviembre de 2023. 
  204. «LA PREFERENCIA DE LA MAYORÍA DE LOS PERUANOS SE UBICA EN EL CENTRO POLÍTICO». RCR Peru. 12 de junio de 2023. Consultado el 3 de noviembre de 2023. 
  205. Pereda, David (9 de julio de 2023). «El centro político, requerido pero casi ausente». larepublica.pe. Consultado el 9 de julio de 2023. 
  206. Pereda, David (3 de noviembre de 2023). «Encuesta IEP: Los peruanos estamos más polarizados que en el 2021 tras las elecciones». larepublica.pe. Consultado el 3 de noviembre de 2023. «"La reducción del centro puede explicarse por las acontecimientos de crisis política que instan a la ciudadanía a tomar posición. El centro no está siendo identificado con personajes que propongan acciones ni ha dado respuestas claras en momentos difíciles", dice la politóloga Marylia Cruz, profesora de la Universidad Católica (PUCP)». 
  207. Casimiro, Diego (2 de octubre de 2023). «Comisión Consultiva de Dina Boluarte aprobó polémica propuesta para intervenir gobiernos regionales ante “intentos separatistas”». infobae. Consultado el 2 de octubre de 2023. 
  208. Garcia Marin, Ignacio (27 de diciembre de 2021). «La oposición parlamentaria en el Perú (2006-2020): de la cooperación al conflicto». RIPS: Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas 20 (2). ISSN 2255-5986. doi:10.15304/rips.20.2.7448. Consultado el 14 de octubre de 2022. 
  209. García Marín, Ignacio (2 de junio de 2017). «Las relaciones entre el ejecutivo y el legislativo en el Perú (2001-2016)». eprints.ucm.es. pp. 113-114. Consultado el 21 de agosto de 2022. 
  210. Carrión Wam, Roque (1 de diciembre de 1991). «Independencia del poder judicial, ideología y racionalidad jurídico-procesal». Ius et Praxis (018): 43-53. ISSN 2523-6296. doi:10.26439/iusetpraxis1991.n018.3482. Consultado el 27 de septiembre de 2022. 
  211. a b «¿Qué es la semana de representación y por qué vuelve al ojo de la tormenta?». El Comercio Perú. 15 de marzo de 2019. Consultado el 27 de septiembre de 2022. 
  212. a b «Congreso rindió homenaje a extinto legislador Juvenal Ordóñez». Radio Uno. 9 de diciembre de 2011. Consultado el 3 de febrero de 2024. «El presidente del Congreso reconoció, además, que el extinto parlamentario tacneño fue el impulsor de la Semana de Representación que hoy en día cumplen todos los legisladores cada fin de mes, labor que, dijo, es la más importante en la vida parlamentaria, toda vez que es el nexo que permite a los congresistas estar en contacto directo con la población». 
  213. «El TikTok de Tania Ramírez que ha desatado ola de críticas: ¿Es semana de representación o de relajación?». infobae. 28 de octubre de 2022. Consultado el 28 de octubre de 2022. 
  214. Calderón, Camila (2 de febrero de 2024). «Entregas de regalos y proselitismo: escándalo por excesos de congresistas durante la semana de representación». infobae. Consultado el 3 de febrero de 2024. 

Bibliografía

[editar]

Enlaces externos

[editar]